Oscuridad.

35 7 113
                                    

Oscuridad.

-Aun recuerdo cuantas veces te vi en aquella postura esperando despertar tu surplice, orando a tu dios por un poco de libertad.

Radamanthys no se había movido de lugar, aun estaba sentado, recargado contra los barrotes de su jaula, abrazando sus rodillas y no se movió cuando escucho que Hades llegaba a donde él se encontraba, quería asegurarse de que nada hubiera pasado con su dragón.

-Te traje un obsequio.

Pronunció entonces, observando como Radamanthys le miraba de pies a cabeza, pero no dejaba de rodear sus rodillas, ni tampoco deseaba moverse, ni prestarle atención, como si quisiera ignorarlo.

-¿Te gusta?

Radamanthys observó el vestuario oscuro que había ideado, comprendiendo bien que deseaba vestirlo con eso, pensando que se vería ridículo, no era un joven delgado ni mucho menos delicado, esa ropa no le quedaba a su musculatura, ni a su tamaño.

-Combina con sus ojos dios Hades, aunque no cree que ese nuevo vestuario es demasiado revelador para usted.

Pronunció demasiado serio, logrando que Hades sonriera, haciéndole una señal a las monjas sin rostro, que comenzaron a acomodar varias prendas alrededor de la jaula donde estaba encerrado.

-Muy gracioso Radamanthys, pero tu eres quien lo usara, junto a esta corona y este anillo.

No iba a ponerse eso y su expresión fue bastante clara, por lo que Hades asintió molesto, sin decirle nada más, antes de atacar, sorprendiéndose al ver que pudo defenderse por algunos momentos, antes de ser lanzado al otro lado de los barrotes con un grito de dolor, perdiendo el sentido.

-Arreglen a Radamanthys para mi, bañanlo y alistenlo... no quiero verlo con esa armadura por más tiempo.

Habían destruido su armadura, pero ya no iba a necesitarla, un consorte se quedaba a lado de su esposo, no salía al campo de batalla ni pensaba en nada más que no fuera su placer o su beneficio.

-Volveré en algunas horas... Zeus está muy malherido.

Susurró con cierto placer, llevando sus manos detrás de su espalda, pensando en si debía curarlo o matarlo, si lo curaba podía servirle como un distractor cuando los santos de Athena quisieran atacarlos, pero si lo mataba, podría robarle su centella, una vez que había obtenido a su dragón.

-Decisiones... decisiones...

Susurro acercándose a donde se encontraba su hermano, quien gritaba debido al dolor de haber sido casi partido a la mitad, Poseidon le veía molesto, pensando que esa actitud era indigna, no debía gritar como cualquier humano, pero aun así no se atrevía a decirle nada, dejándole todo el trabajo a él, que observaba la centella de su cuerpo.

-¿A dónde fuiste?

Hades no le respondió a Poseidon, acercándose a su hermano, sentándose junto a él, observando la centella con detenimiento, para después tomar la mano de Zeus, quien a su vez se retorció cuando una de las monjas sin rostro comenzó a curar sus heridas.

-Resiste hermano... todo estará bien...

Pronunció, tomando la decisión de tomar la vida de Zeus, arrebatarle la centella en ese momento, después de todo había pensado en asesinar a uno de sus hermanos de todas formas, porque no al que se le figuraba un problema mayor, en su momento de necesidad.

Zeus confiaba en él, su buen hermano menor que siempre había actuado como si fuera superior a él en todos los aspectos, algo que ya no iba a permitir, por lo cual, antes de que Poseidon comprendiera que era lo que pasaba elevo su cosmos.

El Cáliz de Hera.Where stories live. Discover now