Nocturna.

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Nocturna.

Radamanthys dormía en la cama de la habitación principal plácidamente, vestido con un camisón para dormir de color blanco que le llegaba casi a la pantorrilla, el cual estaba abierto de una forma reveladora, puesto que las cobijas habian caido al suelo.

Dejando parte de sus piernas, su cuello, su hombro y parte de su torso al descubierto, su cabello estaba regado en las almohadas, dándole una apariencia angelical, demasiado pacífica para ser un espectro de Hades.

Su sueño era pesado, tanto que no escuchó cuando la ventana se abría y una figura ingresaba a esa habitación, deteniéndose a los pies de su cama con un paso lento, observándo al omega dormido con detenimiento.

Recorriendo su figura con la mirada, para poco después acariciar una de sus mejillas, despejando ligeramente su rostro con las puntas de sus dedos, pensando en las palabras de Chris, como pensaba que liberaría a este joven de las manos de la muerte, únicamente porque ella se lo pedía, pero estaba equivocada.

Si estaba buscando información de su persona era porque lo deseaba para él mucho antes de que ella se lo dijera.

Aspros estaba sorprendido de que Radamanthys no despertara, cualquier guerrero lo hubiera hecho apenas dio los primeros pasos en su alcoba, sin embargo, pudo ver como algo le evitaba despertar, viendo una sombra con una extraña apariencia pero con una estrella dorada en la frente.

Era el dios del sueño, que sumía a Radamanthys en un letargo que no podía romper, cuidando las espaldas de Aspros, sin ningún motivo aparente, quien sonrió, acercándose un poco más al espectro.

Tomándole por el mentón, para observarle un poco más detenidamente, esa piel rosada, ese hermoso cabello dorado, esas cejas unidas en un rostro de otra forma delicado, era un hombre demasiado hermoso, se dijo en silencio.

Acercando sus labios a los suyos, para besarlo con suavidad, como si fuera una princesa dormida y él un príncipe tratando de despertarlo de un hechizo, al igual que sucedía con los cuentos de los hermanos Grimm, gimiendo al probar su sabor, que era sin duda exquisito.

Tomando la cobija del suelo, para cubrirlo con ella poco después, sentándose unos momentos en esa cama con el espectro inconsciente, observando la manzana, pensando en robarla, pero, decidiendo que no era lo adecuado.

Radamanthys en ese entonces aparentaba unos veintitrés años, era algunos años menor que Aspros, cuyo cuerpo se veía idéntico a cuando tenía veintisiete años, quien tomó una de las manos del espectro, para besar el dorso, pensando que lo deseaba.

Era hermoso, era fiero y era poderoso, sabía que tendría hijos sanos que podían heredar las características de ambos padres, pero la verdad, estaba mucho más interesado en el momento de la creación de sus posibles retoños, que en esos mismos.

Aspros se preguntaba cómo sería en el lecho, si sería un amante tímido, o por el contrario, sería tan arrojado como lo era en las batallas, aunque eso no importaba, tarde o temprano lo descubriría.

Y hubiera tratado de besarle de nuevo, si no fuera por unos pasos que se acercaban a esa habitación, era ese condenado mayordomo, porque no podía verlo de otra forma, a pesar de usar una surplice, quien comenzó a tocar la puerta, no se había percatado de su presencia en esa habitación.

Así que se alejó, besando la frente de Radamanthys, para salir por la ventana, deteniéndose en un frondoso árbol, desde donde podía ver lo que sucedía en esa habitación, como el dios del sueño también abandonaba ese sitio, permitiendo que el espectro despertara, llevando una de sus manos a sus labios.

-Eres hermoso...

Susurro, seguro de algo, este espectro era un tesoro escondido que no cualquiera era merecedor de tener a su lado, el que sostenía la manzana en sus manos, como si quisiera protegerla, pero ese fruto sería suyo, al igual que el dragón de Hades.

El Cáliz de Hera.Where stories live. Discover now