Esperanza.

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Esperanza.

-Así que es una mentira lo de las manzanas.

Pronunció Asmita con demasiada calma, sus ojos abiertos, sorprendido por la fuerza del dios Zeus, de su cuerpo, no porque fuera demasiado musculoso, sino que, porque a pesar de su edad, aun seguía con vida, pensando que era el primer dios con esa apariencia tan desagradable que veía.

-No lo es, pero esa vieja vaca nada tiene que ver con eso, estas son creaciones de Rea, hacen lo que dicen las historias...

Conforme su cosmos se elevaba su cuerpo iba volviéndose mucho más musculoso, pero no le sorprendió demasiado, sucedia lo mismo con muchos de ellos, con Cid su mano se transformaba en una espada.

-Pero qué mejor venganza que hacer de ese regalo de los titanes a la humanidad una maldición, así puedo usarlas para tener a mis mascotas.

Asmita pensaba que eso era una atrocidad, convertir un regalo como ese en una maldición, seguro que únicamente una criatura tan despreciable como Zeus podía encontrarlo divertido.

-No somos animales.

Susurro, notando como Zeus flexionaba sus piernas para atacar, pero pudo esquivar ese golpe, manteniendo la calma, su cosmos, que era parecido al de un dios, elevándose en esa dimensión entre el sueño y la vigilia.

-Claro que no, son omegas, unos muy hermosos que estoy probando... y no tendría que hacer esto si ese cojo no hubiera escapado.

Zeus al ver que pudo esquivar su golpe se rió entre dientes, para atacar de nuevo, pero sin poder lastimarlo, molestandose por ello, sin comprender que Asmita era un dios, uno muy poderoso y si le temía a la manzana era porque no deseaba imponer sus deseos en los de Defteros.

-¿Ese cojo?

El estúpido hijo de su esposa, a la que debía destruir, porque parecía que este bonito rubio no iba a caer en sus juegos, pero, no iba a escapar, solo estaba probando su paciencia, ninguno de esos omegas podían derrotarlo, el era el dios más poderoso de ese maldito mundo.

-Hefesto, por supuesto, él iba a distraerme en lo que decidia ir por ustedes, pero no, logró engatusar a mi hijo para que le sirva, después de evitarme poseer a Afrodita.

Aun recordaba ese día con desagrado, seguro que ese omega había actuado como un señuelo para que su traicionera esposa pudiera matarlo, pero ni así pudo detenerlo.

-Tengo demasiada energía y solo puedo liberarla con violencia... o sexo.

El preferia la violencia, pero el sexo era muy bueno también, especialmente con esos hermosos omegas, que eran tan dulces y perfectos, tan maravillosos que debia destruirlos para que solo asi solamente el pudiera decir que eran suyos, que le pertenecieron.

-Y hasta el momento ese albino ha sido el que más me ha gustado, sin contar a mi futuro consorte claro, aunque el dragón tampoco estuvo tan mal, su furia es encantadora pero es demasiado masculino, pero... todavía me falta probar a cuatro de ustedes...

Eso lo pronunció como si fuera lo más divertido de ese mundo, haciéndole entender que ya había atacado a tres omegas, los había violado en ese mundo, seguramente para romper sus defensas, desesperadolos mucho más, haciendo que temieran por su destino.

-Tu sigues...

Zeus canturreando le señaló, para atacar, cansado de tratar de romper su fachada de tranquilidad, esta vez golpeando su estómago con su puño cerrado, impactando sus nudillos contra su mejilla poco después, finalizando con un rodillazo en su rostro, usando su mayor velocidad, así como toda su fuerza, para que perdiera la consciencia o por lo menos, pudiera aturdirlo.

El Cáliz de Hera.Where stories live. Discover now