Séptimo.

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Séptimo.

Kasa despertó en una cama cómoda, Isaac no estaba cerca y decidió salir a caminar unos momentos en la playa, disfrutar de la arena, así como del agua salada, no tenía puestas las botas, ni las calcetas, sus pantalones estaban arremangados hasta su rodilla, la camisa estaba abierta, dejando que su pecho estuviera al descubierto, aunque llevaba un sombrero para cubrirse del sol.

Quería disfrutar del agua, caminando en el interior del mar, sentándose cuando llegó lo suficiente profundo, recargándose en la arena, cerrando los ojos de momento, suspirando con placer, era demasiado agradable esa vida, sin importar que Isaac anduviera rondando por ahí, o Krishna, al único que no había visto era a Io.

Al abrir los ojos de nuevo, pensó en sumergirse en el mar, nadar un poco, algo que hizo, aunque perdió su sombrero, por el cual nado varias brazadas, sosteniendo el sombrero en una de sus manos, sonriendo.

-Esto es vida...

Fue en ese momento en el que lo vio, un aguila de color blanco, de pie en una de las rocas lejanas, una imagen que le sorprendio, primero porque no sabía que las aguilas fueran blancas, segundo, segun creia esos animales no eran endemicos de aquellas playas, lo que le sorprendio demasiado.

Sus instintos comenzaron a gritarle que estaba en peligro, que debía alejarse de allí inmediatamente, saliendo del agua sin dejar de mirar esa ave, sosteniendo el sombrero con el cual protegía su cabeza, tratando de correr en dirección de la mansión, chocando contra un cuerpo duro, como una montaña, observando a un santo dorado tuerto, de cabello blanco, demasiado largo.

A su lado estaban otros dos, un anciano vestido como patriarca y otro idéntico, pero usando ropa lemuriana, haciéndole jadear, asustado por verles en ese sitio, escuchando los pasos de Isaac, como corría hacia donde él estaba.

-¿Qué está pasando? ¿Ustedes qué están haciendo aquí?

Krishna que había estado pendiente de Kasa desde que iniciara esa ceremonia, quien se sentía diferente de alguna manera que no alcanzaba a comprender realmente y quien, parecía podía usar los caminos a su antojo para llegar a donde lo deseara, observó el águila, que se marchó sin pronunciar ningún sonido.

-Vienen por Kasa, para llevarlo a un lugar seguro... Isaac.

Kasa se soltó de las manos de Hasgard, que lo sostuvo para que no cayera, observandolo con horror, era demasiado alto y se veía demasiado fiero, aunque eso no era del todo cierto, en realidad, era una persona amable, tan suave como el viento pero igual de fuerte.

-¿De qué estás hablando?

Kasa camino hasta donde se encontraba Krishna, quien usaba ropa parecida a la suya, idéntica a la de Isaac, pero el albino pensaba que le gustaba mucho mas como se veía con la ropa tradicional de su pueblo, que había visto solo una vez durante una misión, esa le hacía verse imponente.

-No creo que sea un lugar seguro, lo mejor sería ir con estos santos dorados, el Santuario puede resistir los embistes de los dioses...

Pronunció con una expresión serena, frente a la mirada de Isaac, quien por un momento pensó que ellos compartían alguna clase de lazo, pero negó eso, él también amaba a Kasa y se divertía demasiado a su lado cuando salían a cualquier misión.

-¿Qué está sucediendo?

Kasa volvió a preguntar, quien siempre había sido mucho más aprensivo que cualquiera de sus aliados y cuando existía algún peligro, sus instintos de conservación se activaban como si fueran una alarma, algunos dirían que era un poco cobarde, ellos creían que no lo era, solamente media el peligro de una forma diferente.

El Cáliz de Hera.Where stories live. Discover now