Reflexiones Oscuras.

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Reflexiones oscuras.

Hades no había dejado de pensar en lo dicho por Zeus, en las acciones de su esposa y de la posibilidad real de perder a su dragón en esa ceremonia, en los brazos de algún otro alfa, uno de ellos podría ser Valentine, cuyo cuerpo había permitido que destruyeran, no lo deseaba cerca de su dragón, el otro era Polux, el santo de géminis nacido bajo la estrella de la desgracia, aquel auspiciado por Ker.

Ker siempre había sido la benefactora de los dioscuros, ella era lo más parecido que tendrían a una madre y sabía que protegería a Polux, a su hermano Castor, quienes en esa época se llamaban Defteros y Aspros, los que deseaba dentro de su ejército, sirviendolo a él, no a la diosa Athena.

Esa diosa, la hermana de los dioses gemelos, le daría su bendición a Aspros y comenzaba a preguntarse, si eso era algo que debía permitir, porque la única razón para no actuar conforme sus deseos para su dragón, era la lealtad que le tenía, pero, si era el soldado de otro ejército, momentáneamente claro, podría borrar ese amor casi filial que le tenía.

Dejarlo ir una guerra que ya había perdido, para recuperarle en la siguiente, no solo como uno de los jueces de las almas, sino como su amante y elegido, para que tomara el sitio que Persefone tuvo alguna vez, antes de su enamoramiento de Adonis.

Zeus pensaba que no se daba cuenta que su guerrero estaba cayendo en la desesperación, que su lealtad se estaba quebrando y que podría enamorarse del primer rayo de esperanza que le fuera presentado, pero era eso lo que deseaba que sucediera, una vez que no pudo evitar que tomara ese fruto.

No le importaba que fuera omega o alfa, tal vez beta, lo que deseaba era tenerlo para él de una forma pura, sin traicionar su amor o su confianza, la única manera que tenía en sus manos, era por supuesto, dejarlo ir.

Radamanthys debía abandonar su ejército, pero no podía permitir que los otros espectros supieran de esos planes, ni siquiera su hermana, porque en ese caso, sus soldados, que no eran fieles a él, buscarían la forma de dañar a su dragón, de tomar su lugar mucho antes de que fuera debido.

Hades era un dios milenario, doscientos años no eran nada a cambio de una eternidad con esa belleza rubia en sus brazos, pensó removiendo una copa de vino, recordando las palabras de su esposa, tal vez ella comprendió sus intenciones mucho antes, su deseo porque alguien más tomará su sitio en su trono.

*****

La taberna donde ingresaron era un lugar demasiado ruidoso, donde Radamanthys estaba divirtiendose demasiado en compañia de Aspros, disfrutando de un potaje de garbanzo con migajas de pescado, hierbas de color verde, crema y medio huevo cocido, comida de confort, acompañada de pan horneado esa misma mañana.

-Esto es muy bueno.

Pronunció cortando un trozo de pan, tomando de un tarro de cerveza algo fuerte, oscura, así como refrescante, escuchando un canto de algunos sujetos más adelante, notando que Aspros le veía de reojo, comiendo su alimento que era un trozo de una pierna de cordero, sus modales eran un poco menos refinados que los suyos.

-¿Qué pasa?

Quiso saberlo, sin entender muy bien porque le observaba de esa forma, Aspros únicamente sonrió, ofreciendo un pedazo de su carne grasosa, una pieza cuyo jugo resbalaba por entre los dedos del santo dorado, la que aceptó, quemándose un poco, provocando un ruido gracioso, como si respirara y se quejara el mismo tiempo, bebiendo la cerveza inmediatamente, tras poder tragar la carne.

-Tienes muy buen diente, eso es atractivo en un guerrero...

Iba a decir omega, pero se controló, comiendo un poco más de carne, ahora envolviendola en un trozo de pita, llamando la atención de Radamanthys, quien aceptó otra prueba de aquel alimento, encontrándole muy sabroso.

El Cáliz de Hera.Kde žijí příběhy. Začni objevovat