Sospechas.

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Sospechas.

Radamanthys nadaba en el mismo lago cerca de su casa de verano, tratando de calmarse, de ignorar ese dolor que se estaba comiendo su pecho, de no pensar en Valentine y en lo que pudieron tener si no hubiera sido tan ciego, ni tan cobarde.

A diferencia de la vez anterior, en la cual no quiso ser visto por ese joven alfa, que de nueva cuenta estaba cerca de ese lago cuando él estaba nadando, en esta ocasión, nadó hasta donde él estaba.

Pensando que lo estaba espiando, sin embargo, el joven león se encontraba recargado en un árbol con el rostro cubierto por ambas manos, como si no quisiera verlo, llamando su atención por esa extraña actitud.

-Valentine te habría hecho mucho daño al saber que me estás espiando mientras me doy un baño en este lago...

Se quejó, pensando que era cierto, si Valentine hubiera visto al joven alfa a sus alrededores, especialmente cuando se estaba bañando, le daría una lección de modales, nadie podía importunar a su amado señor.

-No te estoy espiando, pero es peligroso que cabalgues tú solo y que decidas bañarte a la intemperie, cualquier alfa podría atacarte.

Eso produjo una sonrisa en los labios de Radamanthys, para después comenzar a reírse, pensando que Regulus bien podría ser uno de esos alfas que podrían hacerle daño, pero no se lo dijo, no lo quería insultar.

-Yo puedo cuidarme solo.

Fue su respuesta en vez de eso, aún flotando en el agua, sin prestarle demasiada atención a su denudez, encontrando divertido que ese niño se cubriera el rostro, pero aun asi quisiera protegerlo del peligro, cuando era un espectro, era uno de los jueces, lo mejor que podía pasarles era que alguien lo atacara y lo matara en su debilidad.

-No si te ataca algún espectro o general marino o santo dorado...

Comenzó a enumerar, haciéndole reír ahora, una risa que llamó su atención, haciendo que volteara a verle desnudo en ese lago, cubierto por la oscuridad de la noche y del agua, sin embargo, pensaba que si hubiera un poco más de luz, estaría rojo, al igual que un tomate.

-Tu eres un santo dorado...

Radamanthys veía a Regulus como un niño, el mismo niño con el cual se enfrentó, no se sentía culpable por eso, pero no lograba congeniar esas dos apariencias, la del niño de ojos azules que le atravesó el pecho, con la del gigante de apariencia amable, músculos que parecían melones en un calcetín y una estatura que sobrepasaba la suya.

-¡No soy un violador!

Se quejó inmediatamente, indignado, para de nuevo darle la espalda, tratando de darle privacidad, escuchando como Radamanthys se zambullia en el agua, para después salir a su lado, escurriendo su cabello.

-¿Y los espectros si lo somos?

Preguntó, aunque sabía que la respuesta era que si, algunos podían caer así de bajo y tenía una lista de algunos a los cuales no se les acercaría ni aunque su vida dependiera de ello, aunque a esos podía pulverizarlos con su pie.

-No estoy diciendo eso, además, dije muy claramente que también te estaba cuidando de algún santo dorado o general de posesión... o cualquier cosa que ande por ahí, como ese gigante en llamas.

El gigante en llamas le había parecido exotico, un tanto atractivo, pero no le gustaban los alfas que eran demasiado altos, le hacían sentir vulnerable, él prefería que fueran algunos centímetros más bajo que él.

-El dios Eros, que por alguna razón quiere mi manzana.

Regulus comenzaba a molestarse y volteo, no solo quería su manzana, esa cosa no tenía valor, no sabía de qué material eran las armaduras de los espectros, pero debía ser valioso, además, ellos portaban oro para pelear, al igual que los generales marinos, esas manzanas eran como rocas para ellos, insignificantes.

El Cáliz de Hera.Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora