Llegada.

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Llegada.

Algunas horas antes Hasgard se encontraba meditando en las escaleras de su templo, sus brazos estaban cruzados delante de su pecho y estaba de pie, como si fuera una estatua.

Sabía que Kasa junto a los otros dos omegas de fuera del santuario estaban seguros, dos siendo protegidos por el mismo Asmita, el otro por Aspros, uno de sus mejores amigos.

Así que solo debían esperar por algunas órdenes, pensando que la guerra se acercaba, no iban a dejarlos ir, eso nunca sucedía en los mitos, los dioses nunca se detenían hasta obtener aquello que deseaban.

Parecía tranquilo en ese lugar, con los ojos cerrados, vistiendo su armadura sin su casco, ese estaba a su lado, cuando escucho unos pasos acercarse a él, razón por la cual abrió los ojos, observando a Isaac, el general del dragón marino del Kraken.

Por un momento pensó que deseaba pelear con él por el omega de piel blanca como la leche y una mirada hipnótica, sin embargo, el general marino al verle de pie, tan pacifico, se daba cuenta que ellos hicieron que Kasa se sintiera asustado al presionarlo de esa forma.

Al perseguirlo como unos dementes, sin hacerle ver cuánto lo querían y que tan divertido lo encontraban, al menos el amaba su ácido sentido del humor, su inteligencia, su astucia, él era todo lo que necesitaba en un amante, pero nunca quisieron decirlo, siendo unos cobardes.

-Me doy cuenta que Kasa no te tiene miedo...

Hasgard se limitó a escuchar lo que Isaac deseaba decirle, era un buen hombre, él estaba enamorado de Kasa, pero pensaba que se trataba de un alfa que no tenía paciencia suficiente, que en vez de atraerlo a él, lo ahuyentó.

-Y me preguntaba... que puedo hacer para acercarme a él, ya que lo arruine al acercarme como lo hice.

Hasgard se preguntaba porque pensaba que podría ayudarle a acercarse a Kasa, porque lo haría, sin embargo, suspirando le hizo una señal para que ingresara a su templo, era la hora del almuerzo y la verdad, estaba hambriento.

-El piensa que tú eres un buen hombre... algo que no creo que piense de mi, pero no se que hice para asustarlo de esa forma.

Quiso explicarse, pero Hasgard negó eso, esa no era la verdad, no era que le pensara una mala persona o le tuviera miedo, lo que pensaba que sucedía era que el mismo Kasa no se sentía merecedor de aquel afecto, ni aquella devoción.

-Yo creo que lo has leído mal, Kasa no piensa que seas un monstruo o algo parecido, tampoco cree que seas capaz de lastimarlo, pero, al mismo tiempo el cree que no es lo suficiente hermoso, o merecedor de esa felicidad.

Isaac meditó aquellas palabras, observando como Hasgard servía comida para ambos, suficiente para cinco o seis personas, la que estaba en el centro, con panes, frutas y vino, el que se veía bastante sabroso.

-He adoptado a muchos niños, porque se lo que ellos sufren sin sus padres o en todo caso, sin padres o tutores que los amen, así que sé cómo piensa Kasa, él ha sufrido mucho por ese color de piel tan magnífico, seguramente lo han acusado de no ser humano.

A el mismo cuando era un niño le acusaron de lo mismo, al ser un niño tan grande, le pensaban un gigante o un titán, algunos pensaban que era un cíclope, aunque estos únicamente tenían un ojo.

Y de no ser por Sage, que lo recogió de su hogar, para llevarlo al santuario en donde conoció la amistad de Aspros, así como de Sisyphus, dejó de sentirse como algo anormal, pero sabía que muchos niños sufrían del odio injustificado de quienes le rodeaban.

-Tal vez al ser este el caso, no piensa que merezca amor de nadie, ni de sus pares, ni de los alfas alrededor suyo, así que primero debes hacer que se sienta cómodo consigo mismo, que crea que es hermoso, que es merecedor del amor que le tienen, así tal vez, crea que tú puedes llegar a quererle.

El Cáliz de Hera.Where stories live. Discover now