Séptimo Círculo.

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Séptimo Círculo.

Kardia había llegado por fin al séptimo círculo del Inframundo, observando como esas raíces cubrían casi todo el paisaje, los lagos de fuego, sangre y otras sustancias repulsivas hervían, pero esta vez escuchaba lamentos interminables.

En esta ocasión el santo de escorpio tendría que atravesar ese círculo utilizando las raíces, escuchando entonces el sonido de algo caminando, una cosa con demasiadas patas, parecidas a un ciempiés con una persona retorcida creciendo donde debería estar su cabeza.

Una serie de insectos sobrevolaban las ramas produciendo un sonido parecido al de los gritos de soldados moribundos y podía ver, que algunos seres musculosos caminaban en las raíces, los que rugían, lanzando a las almas de regreso al lago hirviente, segun creia esa zona era una de las más largas.

Existían violentos contra los dioses, contra sí mismos y contra los demás, pensaba que esas almas eran quienes fueron violentos contra sí mismos, de allí que no los dejaran subir a la superficie, porque esas cosas les seguían empujando.

Kardia hubiera pensado que los espectros eran los encargados de castigar a esos seres, de liderar a esos demonios, pero hasta el momento, no había visto a nadie en ese sitio, haciendo que se preguntara, cual era la razón de eso.

Despejando esas dudas, sin darse cuenta que el ave descarnada se paraba en una rama demasiado lejos de su alcance, comenzó a avanzar entre las ramas, defendiéndose apenas cuando era necesario, no perdería tiempo en ese infierno, debía llegar con Degel.

Llegando al siguiente lugar, que era donde estaban los violentos contra los demás y de nueva cuenta tuvo que enfrentarse a esas almas desquiciadas que trataban de matarlo apenas lo veían, las que eran atacadas por los ciempiés con torso humano, las cosas que sobrevolaban el cielo y los musculosos, era una batalla campal, en la cual pudo sobreponerse.

Hasta el momento no lograban tocarlo y por eso estaba agradecido, observando esas miradas furiosas, esos castigos, pensando que él mismo podría estar en alguno de esos lugares, por tratar de matarse, por desobedecer a los dioses y por atentar contra la vida de Degel, al rechazarlo, al tratar de darle la espalda.

No dejaba de pensar en él, en lo mucho que lo necesitaba, distrayéndose de pronto, cuando algo lo atacó por la espalda y tuvo que voltear, estaba llegando al sitio en donde se encontraban los violentos contra los dioses.

Observando con horror como una figura se creaba con aquellas ramas y raíces, la que iba tomando forma humana, con una armadura similar a la suya, ese mundo estaba creando a una copia exactamente igual a él, como si fuera un doble.

Con la única diferencia de que su mirada estaba perdida en la furia, sus ojos blancos y una mueca en sus facciones, tal vez era la misma que usaba cuando atacaba a sus enemigos, no lo sabía, pero sí comprendía que asi debia verse en sus batallas, al dejarse llevar.

Esa criatura no iba a hablarle, de eso estaba seguro y cuando quiso cortarlo con su uña roja, pudo esquivar aquel golpe, justo a tiempo para no ser lastimado por esa cosa, que comenzó a reírse, como si eso fuera lo único que podía hacer.

Atacando de nuevo, haciendo que casi cayera a ese mar viscoso, donde las almas trataron de arrastrarlo, pero no pudieron hacerlo, sin embargo, esa cosa con su forma atacó de nuevo, esta vez encendiéndose en llamas, derritiendo su piel, como si el fuego iniciara en su corazón.

Las llamas extendiéndose por las ramas, tratando de consumirlo, al igual que latidos, escuchando de nuevo aquella risa, sintiendo una laceración en su costado, sintiendo esta vez que casi caía en esa sustancia, donde unas almas pudieron sujetarlo.

El Cáliz de Hera.Where stories live. Discover now