Ensoñación.

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Ensoñación.

-Es una pena que Piscis haya muerto, pero yo puedo socorrerte en este momento de necesidad, espectro.

Al escuchar esas palabras, sonrió con demasiada molestia, negando esas palabras dichas por el soldado de libra, tratando de pasarlo por alto, sin embargo, este no lo permitió, sosteniéndolo de uno de los brazos con demasiada fuerza.

-Necesitarías un alfa que te proteja después de su muerte, no lo crees...

Manigoldo al escuchar esas palabras su sonrisa se mantuvo en su cara, acercándose al santo de libra, un soldado demasiado alto, bastante apuesto, con cabello largo, colocando una mano en su hombro, acercándose a su rostro como si fuera a besarlo, sin embargo, de pronto le prendió en fuego usando sus llamas de muerte.

-No necesito de tu amabilidad, infeliz... yo puedo cuidarme solo.

Manigoldo tenía tres meses de embarazo, su manzana había desaparecido, así que se sentía seguro, ese dios detestable ya no podría llegar a él, aunque aún le dolía demasiado la pérdida de dos alfas, su dios, Thanatos, y el santo de piscis que haría lo que fuera por él, de quien se había enamorado.

-Te arrepentirás por eso, Amapola...

El no lo pensaba, pero no tenía porqué aceptar la oferta de Itia, cuando él siempre los había tratado como si fueran meros objetos, sin importarle su seguridad o sus deseos, él era un maldito monstruo al que jamás le prestaría atención.

-No lo creo, maldito hipócrita.

Pronunció molesto, dándole la espalda, sintiendo la furia de Itia a sus espaldas, quien simplemente se alejó de su persona, ignorando su existencia, al mismo tiempo que él se dirigía a la zona donde generalmente realizaban los entrenamientos, escuchando algunos cuchicheos.

Sintiéndose un intruso, demasiado molesto, caminando hasta el centro del Santuario, llevando sus manos a su vientre, pensando en su alfa, al que extrañaba demasiado, tanto que cayó de rodillas, pensando en el santo de piscis, así como en Thanatos, a ellos les consideraba sus compañeros, aunque su dios le dio la espalda, o al menos, eso era lo que parecía.

Escuchando repentinamente el sonido del grito de un águila, como esta caía en el coliseo, transformándose en un hombre viejo, demasiado musculoso, vestido con una túnica blanca, quien sonrió en su dirección, pero, al ver que estaba embarazado, de unos tres meses su expresión se endureció demasiado.

-Así que estas embarazado linda florecilla.

No era una florecilla y no le demostraria el miedo que le tenía, aunque sabía que Zeus de todas formas lo atacaría, aunque le habían dicho que el santuario era un sitio seguro, del cual habían comenzado a desaparecer sus hermanos de armas, así como los alfas que debían protegerlos.

-Pero no importa, yo no soy celoso...

Susurro convocando su cosmos, corriendo en su dirección, chocando contra él para golpear su estomago con fuerza, tratando de arrebatarle el bebe a la fuerza, sin embargo, no midió su fuerza, porque casi atravesó su cuerpo, tomando la vida que se gestaba en el para arrebatarsela.

-Maldición... parece que no medí mi fuerza.

Pronunció molesto, limpiando la sangre en su ropa, viendo como caía al suelo llevando sus manos a su vientre, sin saber que hacer, la sangre era demasiada, despertando cubierto de sudor, sintiendo la presencia de Thanatos y de Albafica en su habitación.

-Ese maldito...

Dijo, tal vez demasiado molesto, sin estar asustado o afectado por nada, sabía que eso no era real en ese momento, fue un sueño de lo que pasó hace mil años o una imagen que deseaba aterrarlo, porque después de todo, había escuchado un poco más de los sueños de Degel y estaba horrorizado con esa imagen, con esa noción, de que un dios podía hacerle eso, quitarte lo que te quedaba de tu amado, para tratar de embarazarte.

El Cáliz de Hera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora