Pasado.

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Pasado.

Valentine recibió a los sirvientes que su amado señor había solicitado, dándole las indicaciones para que arreglaran esa mansión, estaba casi destruida, al menos, si la comparaba con sus recuerdos, cuando él vivía en ese sitio, junto a sus padres, que eran otros sirvientes, una mucama y un peón.

-No puedo creer cómo permitieron que esta hermosa mansión decayera tanto.

Radamanthys volteo a verle, pensando que la respuesta era sencilla, Cetus deseaba destruir su legado, pero le divertía la manera en la cual no rechazaba su fortuna, porque bien pudo donarla a la caridad o algo parecido.

-Tu eres un guerrero Valentine, ya no tienes por qué realizar esta clase de tareas...

Pero Valentine probó un poco de cada uno de los alimentos, tratando de descubrir si tenía veneno o no, recordando el pasado, cuando casi envenenaban a su amado señor, esa mujer llamada Ursula.

-Lo hago con gusto mi amado señor, me gusta cuidar de usted.

Valentine no dejaría los alimentos de Radamanthys en las manos de cualquier otro, pensando que al principio, antes de saber que era un espectro, sus tareas eran servirle al joven amo, quien lo trataba con respeto, veía sus entrenamientos, admirando su esfuerzo, la forma en que ponía su cuerpo en peligro para cumplir con su deber.

Unas tareas que aún realizaba cada vez que podía, frente a la mirada de Sylpheed, que se preguntaba desde cuando se conocían esos dos guerreros, pero parecía que lo hacían desde siempre, al menos durante aquella vida.

-Permítame seguir sirviendo bajo su mando.

Radamanthys no quería estar con él en un principio, pero en ese momento creía que no era algo tan malo su presencia, Valentine siempre había sido leal, tal vez demasiado, porque su lealtad no era de su señor, sino suya y se preguntaba, porque este acto de traición no lo cuestionaba, aceptándolo, en cambio, en ocasiones pensaba en castigar a Cetus por su osadía, pero mientras más Walden quedaran con vida, aumentaban las posibilidades de continuar con su linaje.

-Yo no permitiré que cualquier alfa ingrese a esta mansión, tanto usted, como Sylpheed pueden confiar en mí.

Sylpheed estaba un tanto celoso, deseaba esa clase de devoción que podía ver Valentine le dedicaba a su señor, al segundo juez de las almas y al mismo tiempo estaba agradecido por ver algo como eso, pensando que esa manzana podría no ser una maldición.

-Y aunque yo... yo no...

Iba a decirle, que aunque él no fuera de su agrado, no lo amara como él hacía desde su juventud, de todas formas, no iba a permitir que nada malo le pasara, ni a a él, ni a Sylpheed, recordando otros ritos, consciente de que ellos no podrían lastimar a los alfas presentes en esa ceremonia, necesitaban un guardaespaldas, el realizaría ese trabajo con gusto.

-¿Aunque tu no? ¿Qué cosa Valentine?

Radamanthys pregunto, sentándose en la mesa para servirse algo de la comida mandada por Cetus, pero Valentine le sirvió, una buena porción de carne, verduras y pan, así como una copa de vino, sirviendo poco después los alimentos para Sylpheed y al final para el, nunca le había molestado realizar esas tareas, siempre que fueran para su amado señor, en cambio, si debía servirle a Pandora, el mismo se aseguraría que tuviera veneno suficiente el alimento que iba a darle.

Esa fue la razón por la cual fue asesinado por su amado señor, por tratar de matar a la señorita Pandora, porque ella no respetaba al dragón de Hades, al menos, no en ese momento, no pensaba dejarle solo, ni siquiera cuando la sangre del dios quemaba su cuerpo, cuando Radamanthys trataba de asimilarla.

El Cáliz de Hera.Where stories live. Discover now