Cap. 71

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Narrador omnisciente:

Quedaban pocas horas hasta que las alarmas sonasen, todos estaban reunidos en la parte delantera del hotel terminando de arreglar los preparativos y de armar a los caníbales voluntarios, el silencio se había establecido en el lugar como antecedente a la batalla que estaba por llegar.

La serafina trataba de ser de ayuda mientras se entregaba de repartir las lanzas angelicales, desde que se había levantado por primera vez sin pesadillas gracias al líquido que Alastor le había dado, había tratado de evitar las miradas de la mayoría de los presentes sintiéndose incapaz de verlos a los ojos sin que estos se le llenasen de lágrimas, solo había sido capaz de abrazar al ciervo cuando este se incorporó en la cama recién levantado.

Pero ese gesto no había durado demasiado tiempo antes de que corriese al baño sintiendo ganas de vomitar a causa de los nervios, el demonio la siguió preocupado mientras veía como la situación superaba a su pareja, quien en el Cielo nunca había tenido que lidiar con algo así, le sujetó el pelo acariciándole la espalda mientras la chica vomitaba y lloraba.

Tras esto no le había dirigido una palabra, no hacían falta, Alastor sabía que la chica estaba agradecida, por lo que cuando supo que estaba bien decidió darle algo de espacio para que lidiase con sus emociones, pues se imaginaba que necesitaría tiempo. La serafina tardó unos minutos en recomponerse, hasta que escuchó como los preparativos habían empezado en la sala y consideró que debía ir a ayudar.

Salió con la cabeza gacha, sin mirar a ninguno de sus amigos hasta que tuviese las fuerzas suficientes para afrontar lo que pasaba, vio como muchos de los caníbales se amontonaban en las mesas esperando a coger las armas y tomó la iniciativa de ser ella las que las repartiese para poder ayudarlos en algo, fue así como inició su tarea en el pre-exterminio.

Sin embargo el silencio que se había establecido fue interrumpido por unas fuertes alarmas que resonaron en todo el Infierno, los presentes levantaron la cabeza buscando a sus amigos con la mirada.

-No puede ser- masculló Charlie mientras buscaba con la cabeza a Vaggie quien estaba al lado de la puerta principal- es demasiado pronto, no suele empezar hasta las 12- muchos de los presentes miraron al cielo observando como un gran portal se abría.

-Raquel sigue aquí- le dijo Alastor mientras la serafina corría a su lado- tu padre tiene que abrir su portal ahora mismo, debe irse- el nerviosismo sonó en la voz del demonio al pronunciar esas palabras, nunca le había caído bien el rey del Infierno, pero por primera vez confiaba en su palabra.

-No entiendo nada, el exterminio debía ser en dos horas- Charlie se había bloqueado mientras todos observaban como unas negras siluetas se preparaban en el portal para volar hacia ellos.

-Charlie, ahora no es momento para bloquearte- la sacudió Ángel mientras esperaba instrucciones- debemos actuar ya, nos van a patear el culo- una mano golpeó la mejilla de la chica haciéndola reaccionar, todos miraron sorprendidos a la ángel quien por la forma en la que abrió los ojos ella misma también se encontraba sorprendida de lo que había hecho.

-Lo siento...- dijo mientras escondía la mano en su espalda- pero necesitamos que vuelvas con nosotros Charlie, necesitamos que nos guíes.

-Está bien- la rubia sacudió la cabeza mientras se enfocaba por completo en la situación- tenéis razón... Que todo el mundo coja sus armas, preparaos para el ataque- gritó mientras alzaba su escudo, los caníbales agarraron con fuerza sus armas mientras Husk mostraba una baraja de cartas y Ángel sus pistolas. Raquel miró a Alastor cuyas orejas estaban temblando.

-Debes esconderte- dijo Alastor apretando los puños, no entendía qué le pasaba al soberano pero estaba seguro de que había escuchado la alarma y, sin embargo, los había dejado tirados.

La serafina (Alastor y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora