Cap. 61

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Narrador omnisciente:

Pasaron un par de días más en los que la serafina poco a poco trató de hacer vida normal, ella se encontraba en perfectas condiciones pero era el ciervo el que impedía que se esforzase en realizar tareas cotidianas o le recomendaba descansar a cada rato.

Al día siguiente de despertar había tenido una pelea con él a causa de las ganas que tenía la chica por levantarse e ir sola a la sala, sin embargo Alastor se había negado diciéndole que debía seguir descansando en cama, Raquel, omitiendo los consejos de él se incorporó y sacó una de las piernas del lecho provocando que el demonio la agarrase y la volviese a tumbar, esta disputa se alargó un par de veces ya que la chica se negó a hacerle caso y él a su vez trataba de que ella se estuviese quieta.

Los gritos de la chica se oyeron por todo el hotel mientras intentaba que su pareja le dejase hacer vida normal, se encontraba en perfectas condiciones después de que Lucifer hubiese usado su magia y su sangre para curarla, pero el demonio se negaba a dejarla tranquila.

El momento en el que le contaron que el propio Lucifer le había dado de su sangre para que se recuperase fue uno de los mejores desde el despertar de la serafina, simplemente gracias a las caras de Alastor cuando Charlie se lo narraba, el Rey se encontraba en el cuarto también observando con orgullo como el ciervo se revolvía de rabia y como le molestaba el hecho de que fuese la sangre de él la que ahora recorría las venas de la chica, Raquel miró a Alastor y apreció la poca gracia que le hacía el tema, sobre todo después de que se lo agradeciese a Lucifer con un abrazo. 

La tensión entre ambos iba ascendiendo gradualmente pues el soberano se había trasladado por unos días al hotel donde pudo hacerse cargo de varias remodelaciones que su hija necesitaba y de paso poner de los nervios a cierto demonio, pues la simple idea de estar ahí para molestarlo estaba curando lentamente su depresión. Aprovechaba cada momento para intentar hablar con la ángel y separarla de su lado, consiguiendo solo que Alastor no se alejase ni por un segundo de ella, la cual se moría de ganas de tener un poco de tiempo para sí misma.

-Por Dios, Al- dijo ella mientras él la separaba de los fogones- déjame cocinar.

-En tu estado no deberías...- ella lo empujó volviendo a su faena.

-¿Qué estado? Estoy perfectamente, me he recuperado y hace días que no tengo mareos- en un primer momento pensó que la preocupación inmensa del demonio por ella y sus males pasaría de largo y se olvidaría de ello y la estúpida regla de los besos, pero conforme avanzaba el tiempo más normas se añadían a la lista, lo que la estaba desquiciando.

-Pero aún puedes recaer- ella bufó mientras le soltaba un manotazo al demonio quien trataba de coger la sartén.

-Te lo advierto... Como intentes volver a apartarme, meto tu mano en la sartén en lugar del pollo- él sonrió...

-Uuuuh, kinky...- sabía como hacerla reír y esa era una de las cosas que más le picaba, podía estar sumamente molesta que él la conocía lo suficiente como para saber qué cosas le devolvían la sonrisa.

-Cállate- se rio mientras metía la carne, el demonio solo se sentó en la mesa que tenían detrás mientras la observaba.

-Sabes que no me importa cocinar algo para ti- le oyó a sus espaldas, su voz sonaba tranquila.

-Lo sé y me encanta que lo hagas pero también me gusta valerme por mí misma- le respondió ya más relajada después de que él hubiese cesado en sus empeños por interponerse en sus tareas, lo quería demasiado, amaba que se preocupase por ella pero necesitaba hacer algo por sí misma sin que él estuviese tratando de adelantársele.

El silencio se hizo entre ambos mientras la chica terminaba de preparar los platos de comida, era algo sencillo, pechugas de pollo con verduras, estaba aún aprendiendo a cocinar y era una de las pocas recetas que le salían bien; le puso un plato delante al demonio el cual lo miró con una sonrisa, se sirvió su ración antes de sentarse en una de las sillas, Alastor bajó de la mesa y se sentó a su lado.

La serafina (Alastor y tu)Onde as histórias ganham vida. Descobre agora