Cap. 44

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Narrador omnisciente:

-!Raquel¡- gritó Lucifer al verla yendo a darle un abrazo, para la serafina él aún era una figura de autoridad por lo que le costaba un poco acostumbrarse a la efusividad del monarca, este se separó y la miró desde abajo, su característica sonrisa seguía en sus labios mientras aún no soltaba los brazos de la ángel.

-Hola Lucifer- dijo ella esperando que este la liberase de su agarre, Lucifer dio unos pasos para atrás contemplando el cuarto.

-Muy bonito, la verdad es que le has dado un buen toque de color al cuarto, me gusta, parece recién sacado de una nebulosa- ella sonrió ante sus palabras.

-Ya sabes lo mucho que me gusta el universo- en una de sus charlas se habían dado cuenta que el mismo gusto que tenía el Rey por la decoración circense, la tenía la serafina por el espacio.

-Y bien- se sentó en uno de los sofás mientras la miraba sin dejar de sonreír- por mucho que me encante que me hayas llamado para conversar, he intuido en tu mensaje que necesitas tener una conversación seria- le señaló el otro sillón esperando que ella tomase asiento.

-Necesito tratar unos temas con alguien y nadie de aquí los entiende, he discutido con Ángel y Al por ello- él asintió dándole a entender que la comprendía- no sé que hacer y esperaba que como tú has pasado por mi situación, pudieses ayudarme.

-Vaya presión me estás poniendo sobre los hombros, pequeña- bromeó tranquilamente- pero adelante, dime lo que te perturba y veré si puedo ayudarte- ella sintió algo de alivio tras ver la predisposición de Lucifer a ayudarle, sabía que podía contar con él.

-Puede que haya empezado a desarrollar sentimientos por alguien- él levantó una ceja.

-¿Un demonio?- ella asintió.

-Un demonio... Un demonio en particular- la serafina desvió la mirada y Lucifer entendió a quien se refería por lo que se levantó de un salto.

-NO- Raquel lo miró desde su sillón con los ojos muy abiertos.

-Pero Lu...- él la mandó callar mientras empezaba a hablar gesticulando.

-No, no, no, no, no continúes, no puede ser, lo prohíbo- se cruzó de brazos negándose a seguir escuchando a la serafina, esta solo frunció el ceño.

-No puedes prohibirme que sienta algo por alguien- él la miró desde la "altura" mientras elevaba una ceja.

-Claro que puedo, soy el soberano del Infierno y tengo el derecho de ordenarte que dejes a un lado tus sentimientos por... ese- dijo con desagrado.

-No voy a dejar de sentir algo por Alastor, Lucifer- él negó con la cabeza negándose a seguir escuchando.

-Solo te va a traer problemas, no, no te lo permito, esa relación no debe suceder, es pecaminosa- Raquel se recostó contra el respaldo de su sofá.

-¿Como la tuya con Lilith?- él se giró sorprendido de la respuesta.

-No tiene nada que ver- ella solo sonrió sabiendo que había tocado el punto correcto, si algo había aprendido en su estadía en el Infierno y sobre todo gracias al ciervo era acertar a la hora de tocar los puntos débiles de las personas.

-¿Seguro? Que yo sepa te prohibieron salir con Lilith porque ella era humana y tú un ángel- él refunfuñó.

-Exacto, Lilith era humana, el tuyo, querida- enmarcó la última palabra- es un demonio.

-¿Acaso Alastor no era humano antes y pasó a ser un demonio en el Infierno?- él asintió con desgana- ¿y acaso Lilith no se convirtió en la madre de los demonios cuando descendió contigo?

La serafina (Alastor y tu)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz