Cap. 27

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Narra Raquel:

Estuve un rato sentada en una de las aceras esperando a que se me pasase el mareo y el agobio, no entendía nada pero no quería arruinarle la noche a Ángel con tonterías como esta, pues se lo estaba pasando sumamente bien con cierto demonio al cual había conocido dentro.

Me puse a observar la acerca de enfrente, otro local que también estaba lleno y que tenía una corriente de personas entrando y saliendo, miré a unos que se metían en un callejón bastante acaramelados, el letrero indicaba el nombre del local en un fucsia neón "La última raya"; rápidamente supe donde estaba, esta era la calle por la que había vuelto con el Alastor la noche de la cena y el puente... Donde le había "cogido la mano" y caminado juntos hasta el hotel.

Noté un pinchazo en el pecho de pensarlo y mi estómago revolviéndose un poco más de lo que ya estaba, traté de apartar esos sentimientos de mí, hoy no quería pensar en él y en como me había apartado de su vida, se suponía que debía estar feliz y de fiesta con mis amigos, sin embargo me encontraba en una acera llorando por Alastor, odiaba esto, que tuviese el poder de hacerme sentir así.

Traté de desviar la mirada del punto exacto donde habíamos tenido el contacto físico meses atrás y mi vista cayó en una sombra al final de la calle, alta y con orejas, solo se le veían los ojos rojos, era la misma que me seguía por el hotel... ¿Ahora también la veía por la calle? Traté de fijar la mirada pero se desvaneció con la misma rapidez con la que había aparecido. Miré el vaso al que no le había pegado ningún trago más culpándole de mis alucinaciones, sin embargo, por primera vez deseé que llevase alcohol para ver si realmente me podía hacer olvidar mi situación.

Bebí lo que me quedaba de un trago y continué observando mi entorno, el agobio iba pasando y con ello la ansiedad que me había provocado estar con tanta gente en un espacio tan pequeño como era el local... Apoyé mis manos en la acera y me impulsé para levantarme de la forma más elegante que pude, pero una vez de pie el mareo volvió y estuve a punto de caerme, todo a mi alrededor daba vueltas y sentía que estaba viendo mi vida en tercera persona. 

Traté de dar dos pasos en línea recta para dirigirme al local pero uno de mis tobillos se torció haciendo que casi me cayese, no entendía nada de lo que estaba pasando, ¿Cómo podía estar más mareada que antes? Di otro paso y me agarré a una farola, miré haca dentro pero no veía a Ángel ni a Cherry, debía entrar y buscarlos, no me encontraba bien y quería irme a casa, pero yo sola no podía, estaba demasiado mareada.

Un sombra se cernió sobre mí y un demonio apareció a mis espaldas, me giré aún sujeta a la farola y vi a una especie de tiburón humanoide que mediría más de dos metros, era enorme y asustaba bastante. Traté de dar un paso hacia atrás pero si me soltaba estaba segura de que me caería, él sonrió con un cigarro entre los labios. Iba vestido con una gabardina marrón y un sombrero a juego, su aura era oscura, lo cual provocó que todos los vellos de mi cuerpo se erizasen.

-¿Todo bien chiquilla?- yo asentí mientras trataba de mantener las distancias, él miró mi agarre- porque no lo pareces...

-Estoy bien, gracias- él dio un paso adelante.

-¿Estás buscando a alguien?- adivinó- ¿Dónde estás tus amigos?

-Saldrán ahora, solo estoy esperándolos- él miró hacia la puerta viendo como nadie se acercaba a la salida, sonrió de lado comprobando mi mentira.

-¿Seguro? No tienes muy buena pinta... ¿Quieres que te lleve a casa?- negué.

-Estoy bien, de verdad... Mis amigos saldrán en nada- supliqué porque apareciese Ángel por la puerta, pero esta seguía desierta.

-Insisto, deberías irte ya...Déjame ayudarte- me agarró la mano y yo me solté.

-Déjame, no necesito tu ayuda- su sonrisa desapareció y una mueca de rabia se formó en su rostro.

La serafina (Alastor y tu)Where stories live. Discover now