Cap. 59

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Narrador omnisciente:

La serafina trató de ponerse en pie con la ayuda del demonio, sin embargo las piernas le temblaron haciendo que cayese al suelo, todo a su alrededor le daba vueltas debido a la pérdida de sangre, el malestar en su cuerpo no tardó en hacerse presente una vez la adrenalina desapareció de su organismo provocando que todas las emociones que había controlado durante su secuestro floreciesen.

Desde el suelo miró a Alastor, el cual se había agachado preocupado para asegurarse que estaba bien, le cogió de la chaqueta hundiendo su cara en el pecho del ciervo y lloró mientras trataba de procesar todo lo que había pasado, el miedo de no saber que iba a pasar con ella y el terror al ver que estaban atacándolo a él. Alastor solo acarició su pelo mientras la abrazaba esperando que se calmase, desconocía lo que había sucedido en el cuarto durante su ausencia pero teniendo en cuenta las condiciones en las que se encontraba la ángel, se imaginaba lo peor.

Se separó un poco sin soltarla para observar las heridas de su brazo, múltiples marcas de dientes formaban una imagen inquietante que le revolvió el estómago mientras observaba como los hematomas se formaban alrededor de estas, esos bastardos se habían aprovechado de la serafina y de su indefensión al estar atada para hacer lo que querían con ella.

Estuvieron en el suelo de la sala durante bastante tiempo mientras la ángel trataba de calmar toda la ansiedad que había acumulado, sentía que el único sitio seguro en esos momentos era entre los brazos del ciervo y no quería salir de ahí, pero se imaginaba que en algún momento deberían volver al hotel para que el demonio se curase sus heridas.

Levantó la mirada observando como él la miraba tranquilamente, sus ojos mostraban algo de preocupación sin embargo intentaba tener una mueca serena en el rostro para evitar que ella se preocupase; la serafina solo le sonrió a medias mientras se separaba para incorporarse, Alastor la ayudó tendiéndole la mano.

Una vez de pie se mareó de nuevo pero en esta ocasión el ciervo ya lo había previsto y la cogió de la cintura evitando que el cuerpo de ella impactase contra el suelo de nuevo, juntos caminaron hasta la salida dejando atrás los rastros de la pelea y las torturas que había sufrido la serafina, esta intentó girarse antes de salir por completo para darle un último vistazo a la sala pero el demonio se lo impidió.

-Será mejor que no veas lo que ha pasado ahí dentro, querida- dijo con un tono de voz suave tratando de mantener la tranquilidad en ella, Raquel lo miró mientras este seguía dirigiendo su vista al frente- ya tienes bastante material para pesadillas por el momento.

-¿Están muertos?- se atrevió a preguntar, la mirada del ciervo se oscureció.

-No, solo las armas angelicales pueden acabar con los demonios, y más con los Overlords, volverán, sin embargo ya me he encargado de que no se planteen volver a por ti una segunda vez- Raquel tragó saliva mientras analizaba las palabras del ciervo, estaba claro por los sonidos de la pelea que no les había atacado de una forma rápida e indolora, los aullidos de ambas V's habían resonado por su cabeza y aún podía escucharlos cuando recordaba la escena, Alastor había dejado salir toda su oscuridad.

La oscuridad que tanto le había asustado en un primer momento al verla, quería con toda su alma al demonio que tenía a su lado y sin embargo había sido capaz de dudar de él al verlo cometer actos perfectamente normales en el Infierno, Alastor se había encargado de esconderle esa faceta suya, ahora lo sabía pero el porqué era una duda que aún la mantenía sin respuesta.

Se dirigieron a la salida de la torre mientras la serafina atravesaba los pasillos con la cabeza gacha, Alastor quería evitar que observase el desastre que había hecho durante su búsqueda, no era un panorama agradable y la ángel ya había visto demasiadas cosas terroríficas por lo que quedaba de mes, así que dejaría la imagen de como unas tripas colgaban de una lámpara para otro momento.

La serafina (Alastor y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora