Cap. 68

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Narrador omnisciente:

Los días siguientes pasaron rápido debido al tumulto que se organizó en el hotel por la proximidad del exterminio, habían decidido luchar, iban a defender su hogar y a los habitantes de este contra el Cielo, el saber que la serafina había podido ser herida les indicaba que con el resto de ángeles no debía ser muy diferente, por lo que acudieron a Carmilla en busca de armas.

Fue la propia Carmilla quien les proporcionó armas angelicales para su defensa y les ayudó a aprender a luchar con la condición de que cuando acabase la guerra ella pudiese hacerse de nuevo con todo el armamento que quedase, incluida la nueva tanda de armas angelicales que traerían para este exterminio, Charlie aceptó sin problemas.

Alastor y Raquel fueron a Ciudad Caníbal en busca de aliados, pues poco podían hacer menos de diez personas contra todo un ejército, pero gracias al apoyo de Rosie, diversos caníbales se unieron a la causa haciendo que entre todos montasen un pequeño grupo de ataque contra el Cielo.

La ángel se encontraba en su balcón observando como los caníbales aprendían a luchar en el patio delantero mientras pensaba en lo poco que quedaba para el día clave, seguía sin saber si la decisión correcta era irse y dejarlos a todos solos, no podía hacer mucho pero esperaba al menos servir como apoyo o para llenar filas, sin embargo todos los del hotel habían acordado que era mejor que se marchase al círculo de la Gula, una tal Beelzebub se había comprometido a cuidarla y hacer que se olvidase de lo que sucedía en el círculo del Orgullo mientras la lucha se desarrollaba.

-Te veo pensativa, querida- Alastor apareció a su lado materializándose como siempre, ella no se inmutó, ya estaba acostumbrada a que eso pasase.

-Estoy nerviosa, tengo miedo, Al- el ciervo se apoyó en la barandilla del balcón al lado de la chica mientras veía como los caníbales aprendían a usar lanzas.

-No lo estés, serafina, ganaremos, te lo prometo- ella frunció el ceño.

-Conozco el poder del Cielo, Al, demasiado bien- dijo recordando como ella misma había tenido ese poder en sus manos hacía menos de un año, era consciente de que los ángeles exterminadores vendrían preparados y listos para matar, por no contar con todo el poder que tenía Adán entre sus manos, el ser el primer hombre tenía sus beneficios- no quiero que me prometas algo que no sabemos si se va a cumplir.

-Se cumplirá, Raquel, estaremos bien, el Cielo no se espera que les ataquemos, les pillaremos desprevenidos y les ganaremos- la hizo mirarlo- y cuando eso pase, te podrás olvidar de ellos de una vez por todas, encontraremos la forma de liberarte de ese maldito grillete y podrás ser feliz aquí del todo, sin la presión de que ellos estén mirando lo que haces o juzgándote- la serafina le sonrió mientras esperaba que eso fuese verídico, le encantaría creerlo y saber que tenía razón, pero tenía demasiado miedo de que saliese mal el ataque como para alegrarse.

-Eso espero- hundió el rostro en el pecho del demonio mientras lo abrazaba, oyó como su corazón latía lentamente y por unos segundos los sonidos de pelea del patio desaparecieron, solo era ella con él, nada más existía.

-De todos modos... Volviendo al presente, tengo una sorpresa para ti- canturreó el ciervo mientras le acariciaba el pelo, la ángel levantó la mirada rápidamente viendo como Alastor la observaba con una sonrisa, adoraba las sorpresas y él lo sabía.

-¿Qué es?- preguntó nerviosa, miró las manos del ciervo esperando ver un paquete o algo similar, él sin embargo solo negó indicándole que no era nada que tuviese encima.

-Iba a esperar a dártela pero creo que este es uno de los mejores momentos posibles- dio un chasquido y observó como una sombra se materializaba a su lado, la serafina lo miró levantando una ceja- es tuya.

La serafina (Alastor y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora