Cap. 58

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Narrador omnisciente:

La serafina no podía apartar la vista de la pantalla a pesar de que lo estaba deseando, pues cada vez que lo intentaba notaba como el cable seguía estrangulando su cuello, las lágrimas cayeron por sus mejillas sin poder evitarlo observando como el demonio al que tanto quería desmembraba decenas de almas a su paso.

-Va querida- Val dejó una de sus manos libres y le puso una pluma en la mano mientras la guiaba a firmar, Raquel no quería hacerlo, se negaba a entregar su alma, sin embargo deseaba con tantas ganas que esta tortura acabase- no tenemos todo el día.

-Val, déjala que lo piense, estoy seguro que sabrá lo que es mejor- la pantalla se rio mientras la serafina dejaba caer la pluma, no iba a firmar, no podía.

-Niñata- le escupió Val al ver como soltaba el objeto, notó como su mejilla le volvía a arder a la vez que el calor se expandía por su rostro, trató de volver a mirar al frente mientras notaba un regusto metálico en la boca, segundo golpe y esta vez sí que la habían hecho sangrar- ninguna puta debería pensárselo tanto.

-Val... Tranquilízate, no es el momento para perder los nervios- le avisó mientras señalaba la pantalla, la figura alargada y aterradora de Alastor cada vez se acercaba más a la sala y ambos lo sabían, también sabían que no sería una tarea sencilla acabar con él pero estaban seguros que su arma secreta podría con él.

-Está bien querido- dijo cambiando el acento, se recostó en la silla de al lado y extendió una de sus manos hacia la serafina, la cual lo miró confuso- si no vas a usar tu brazo para firmar, al menos sacaremos algo provechoso de él- agarró con fuerza la extremidad libre de la chica y la mordió con fuerza, esta soltó un aullido de dolor al notar como los dientes se clavaban con fuerza en su piel y empezó a hiperventilar, no sabía cuanto podría aguantar de esto, solo quería escapar de allí y volver a casa.

En mitad de la confusión a la que estaba sometida se dio cuenta que no había considerado el Cielo como casa, sino el hotel, su único pensamiento era retornar para poder meterse en su cama y descansar tratando de olvidar todo lo que había vivido, acariciar a Gato el cual contestaría con ronroneos como siempre hacía, hablar con Ángel o tomar algo con Husk... Y sobre todo deseaba volver a estar entre los brazos de Alastor como esa misma mañana, a pesar de todo el terror que le provocaba la imagen de su pareja en esos momentos avanzando por los pasillos con una sed insaciable de sangre presente en sus ojos, deseaba poder hablar con él y que la cuidase, que le dijese que nada malo le iba a pasar y que estaban juntos pasase lo que pasase, necesitaba mantenerse fuerte por ello y para eso debía seguir negándose a firmar el contrato.

Con un lametazo la polilla se separó del brazo de la serafina, grandes marcas rojas se mostraban a lo largo de su pálida piel y las heridas de los dientes del demonio indicaban perfectamente donde había clavado este los mordiscos, Raquel soltó un quejido cuando le apretó encima de una de estas.

-¿Te has decidido ya a firmar?- ella negó, desconocía de donde estaba sacando la fuerza pero sabía que Alastor estaba en camino, solo debía aguantar un poco más- por Lucifer, Vox, es demasiado cabezota... Puedes, no sé, ¿hipnotizarla o algo para que firme ya?- la serafina aguantó el aliento mientras esperaba que eso no sucediese, pero para su sorpresa Vox negó.

-Debe firmar por su propia voluntad, si no no sirve el contrato, se podría cancelar fácilmente si fuese bajo hipnosis, al igual que con tus esencias, Val, debe hacerlo ella...- Vox se acercó lentamente a donde estaba la serafina y puso una mano en su cuello- de todos modos, tenemos métodos menos directos para hacerte firmar...- apretó haciendo que la ángel notase como se le hacía imposible introducir el aire en sus pulmones, trató de boquear pero no conseguía nada.

La serafina (Alastor y tu)Where stories live. Discover now