Cap. 41

647 69 21
                                    

Narrador omnisciente:

La serafina se concentró en su respiración tratando de aparentar que estaba tranquila mientras notaba como la sala se iba llenando de diversos Supremos, el momento que tanto había temido por fin había llegado y era su turno para demostrar que no había venido a este plano para iniciar una guerra como habían creído desde un inicio. 

Apartó la mirada de la ventana, a través de la cual se observaba el hotel a lo lejos, tras una noche de descanso en la que se había dedicado a darle vueltas a la pelea con Ángel, había decidido que lo mejor era apartar todos esos sentimientos a un lado hasta que le tocase el turno de enfrentarlos, en estos momentos lo más importante era convencer a los líderes de la ciudad de que no era un peligro y no era necesario acabar con su vida.

Su mirada recorrió la sala hasta que observó al ciervo parado en la puerta observándola fijamente, sus ojos mostraban sorpresa, sin embargo el resto de su cuerpo estaba relajado, la sonrisa de su cara se amplió mientras la miraba. La serafina sintió una incipiente felicidad al verlo por fin, pues pensaba que Vox se encargaría de acabar con él por haberse entrometido románticamente con ella, sin embargo, ahí estaba; las palabras de Ángel llegaron a su mente y el hecho de que solo la quería por su alma inundó su cabeza, la felicidad desapareció dando paso a un fuerte dolor en el pecho, su sonrisa desapareció y apartó la mirada sintiendo que el hecho de tenerlo delante le estaba haciendo daño.

Junto con la mujer que le acompañaba, tomó asiento en su lugar habitual, Raquel decidió omitir su presencia y centrarse en los otros demonios de la sala, apenas habían llegado unos cuantos, por la puerta se asomó una enorme mujer dinosaurio, la cual sonrió a los presentes antes de tomar asiento en la otra punta de la mesa, miró con curiosidad a la ángel, la cual solo le sonrió en un intento por ser amigable.

-Carmilla...- preguntó la recién llegada- ¿se puede saber quién es la nueva?

-En un momento lo sabrás Zeezi, calma, por favor- contestó la mujer sin levantar la mirada de los papeles que tenía delante, la tal Zeezi miró de nuevo a la serafina y solo le sonrió.

Pasaron unos minutos antes de que la puerta se abriese de nuevo, tres Supremos entraron y de ellos, Raquel ya conocía a dos muy a su pesar, Vox iba en cabeza, trataba de ir solemne pero de vez en cuando se podía apreciar como hacía muecas de dolor, por otro lado, Valentino iba junto detrás fumando en una pipa y riendo de cualquier tontería, la fila la cerraba una chica con dos coletas que se encontraba mirando su teléfono con asco. Vox se detuvo haciendo a sus acompañantes parar también en cuanto vio a la serafina, un pequeño glich apareció en su pantalla y Zestial lo miró desde el costado de Carmilla.

-¿Todo bien, Vox?- este solo se recompuso y asintió antes de tomar asiento sin alejar la vista de la chica.

-Yo te conozco- dijo Valentino mientras forzaba la mirada tratando de enfocarse en la chica- te ofrecí trabajo en mi local pero...- miró a Alastor y antes de que pudiese continuar la frase Vox le dio un codazo en las costillas y le susurró algo, la cara de Valentino mostró sorpresa antes de sonreír para sus adentros y recostarse en su asiento- ay, ahora todo tiene sentido...

Raquel sintió que se le secaba la garganta, la presencia de las V's le indicaba que ya empezaba con un grupo en su contra en la reunión, por lo que debía ser clara a la hora de explicarse, no podía perder pues su vida y la de Alastor estaban en juego como algo fuese mal.

-Me parece que estamos todos- dijo Carmilla levantándose mientras observaba todos los asientos ocupados- como sabéis, os he vuelto a convocar todos uno a uno a causa de la importancia de esta reunión- el silencio se había instaurado en la sala conforme la Suprema había empezado a hablar- como sabéis, estábamos buscando al ángel que había entrado en nuestro plano y del cual no tuvimos ninguna pista durante meses, pues lo hemos encontrado, o mejor dicho, la hemos encontrado- las miradas se pusieron todas en la ángel, la cual se sonrojó ante la cantidad de atención que estaba recibiendo.

La serafina (Alastor y tu)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora