Cap. 4

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Narrador omnisciente:

El silencio reinó en el restaurante cuando la alta serafina traspasó las puertas y se dirigió directamente a la mesa en lo alto, Adán parloteaba sin parar respecto a temas sumamente delicados mientras la joven pelinegra se sujetaba la cabeza entre las manos y soltaba lágrimas que rodaban por sus mejillas, en el momento en el que el hombre vio a la mujer se calló inmediatamente y un aura de terror le inundó, en ese mismo instante supo que la había cagado y se encontraba en serios problemas... Pero en ese momento tenía temas más importantes que tratar como la joven que no dejaba de llorar y que había descubierto lo que se traían entre manos; le puso una mano en el hombro a la chica y esperó a que levantase la cabeza.

-Sera...- adivinó ella, la miró con el rostro más pálido de lo habitual y con una expresión de confusión.

-Vámonos de aquí- le dijo la peliblanca- hablaremos más tarde- su voz era dulce mientras la ayudaba a levantarse y se disponían a irse- y contigo- miró a Adán el cual seguía con cara de terror- hablaremos más tarde- el tono cambió a uno seco y brusco mientras el restaurante observaba la escena. Sera invocó un círculo de teletransporte y aparecieron en el cuarto de la chica- duérmete por ahora, Raquel, mañana tenemos que hablar respecto a varios... temas- hizo un gesto con la cabeza apuntando debajo de la cama antes de irse y desapareció.

Raquel no podía conciliar el sueño mientras analizaba como el mundo sobre el cual había construido sus creencias y modo de vida se desplomaba, ya no sabía qué creer ni en quién confiar y mucho menos qué más cosas podía ser que no conociese... Todo se había venido abajo por su curiosidad y ese presentimiento, en ningún momento había pensado que podía avecinarse algo tan grave detrás de una pequeña sospecha pero ahora ya había tirado de la manta y solo le quedaba atenerse a las consecuencias...

-Mierda, las consecuencias- lloró ella, Sera estaba enfadada, no le había sonreído en ningún momento y notaba por su aura que se había molestado por la investigación de la serafina, ahora lo sabía todo y por el gesto que había hecho, también lo del espejo... Se agachó y sacó con cuidado la caja donde lo había guardado y con ayuda de un trozo de tela lo sostuvo... Seguía emanando energía oscura, los vellos del brazo se le erizaban de la proximidad y cada parte de su cuerpo le decía que lo soltase- todo ha sido por esto- sentía angustia en su corazón mientras lo sostenía, se preguntaba si había hecho bien, pero en el fondo sabía que los dictámenes de Dios no eran aleatorios y si él le había puesto la semilla de la duda dentro, era por algo... Debía parar esta masacre, debía frenarla como fuese y enfrentarse a Sera... No sabía de dónde había salido ese arranque de valentía pero esperaba que le continuase mañana en la charla con la Alta Serafina, porque presentía que lo iba a necesitar.

Tras unas horas mentalizándose de todo lo que quería decir y organizar sus pensamientos, las primeras luces del alba se asomaron por el balcón iluminando la estancia, la joven serafina se acercó para ver salir el sol y disfrutar de la calidez que le proporcionaba en la piel. La puerta se abrió a su espalda y supo que había llegado el momento de la charla, Sera se encontraba de pie un par de pasos dentro de la sala, mirando la espalda de la serafina mientras esta seguía apreciando la salida del sol, el espejo descansaba sobre la mesa pues no había motivo de esconderlo ahora que ya sabían que lo tenía.

-Has madrugado, Raquel- dijo Sera, su voz era seria- creo que toca que tengamos una charla- la joven se giró para mirar a la Alta Serafina y se acercó a la mesa para sentarse, esperando que la otra hiciese lo mismo, tras unos segundos, las dos se encontraban ante el espejo pero mirándose fijamente- te has sobreexcedido.

-Lo sé- dijo la pelinegra sin apartar la mirada- pero tenía que hacerlo, algo no cuadraba y necesitaba saber porqué.

-Te di órdenes claras, Raquel, te dije que no te metieses, que te apartases del tema pero tú no me hiciste caso, decidiste actuar por tu cuenta y ahora no sé cuáles van a ser las consecuencias- Sera se mostraba seria y majestuosa, tenía las alas extendidas tratando de intimidar.

La serafina (Alastor y tu)Where stories live. Discover now