-No te molestes, si quieres puedes cenar tú con ellos y ya nos vemos más tarde- sintió la cercanía de este como si de fuego se tratase, pues el calor en su cuerpo aumentó considerablemente, el demonio la miraba sin entender el motivo de su rostro enrojecido.

-Para nada serafina, yo tampoco tenía mucha hambre, prefiero quedarme aquí contigo- se recostó contra el cabecero de la cama y le sonrió con sinceridad, se había pasado desde la hora de la comida solo, pues cuando había tratado de acercarse a hablar con ella la descubrió teniendo una conversación con su afeminado amigo y había considerado que era buena idea dejarlos un rato a solas, lo que no se esperaba era que esa conversación se alargase durante varias horas. Había sido cuando vio que la araña bajaba sola a cenar cuando decidió ir a buscar a su pareja.

-Claro... Está bien...- observó como la respiración de ella era más rápida de lo habitual mientras evitaba mirarlo a los ojos, no entendía nada pero optó por no indagar más, ella se lo contaría cuando considerase, lo sabía.

Las horas pasaron y cada uno se encontraba en uno de los lados de la cama leyendo, aunque no estaban centrados, la chica trató de leer durante horas el mismo párrafo pero no era capaz de entender lo que decía pues su mente volaba al ciervo que estaba a su lado, el demonio por otro lado tampoco pudo leer pues desde donde se encontraba escuchaba los latidos rápidos de Raquel y sobre todo le extrañaba que esta no se hubiese recostado en su hombro como hacía habitualmente cuando leían.

-Creo que deberíamos dormir- dijo el demonio mientras dejaba el libro en la mesa junto con su monóculo, no lo decía por él sino más por ella pues quería que descansase lo suficiente, notó por el rabillo del ojo como la serafina daba un pequeño brinco antes de asentir, estaba sumamente rara, más de lo habitual. Ella dejó también su libro y se tumbó por completo, Alastor le sonrió mientras la idea de darle un beso le tentaba, pero debía mantenerse fiel a las reglas que él mismo había impuesto- Buenas noches- dijo antes de apagar las luces con un movimiento de mano.

-Buenas noches- apenas escuchó el hilito de voz que le salió a la chica, una vez a oscuras la ángel se desabrochó la bata con cuidado mientras se preparaba mentalmente para lo que iba a hacer, el demonio notó el movimiento en el otro lado de la cama pero no le dio mucha importancia pensando que estaba intentando encontrar una postura cómoda para descansar, desde que ella había despertado él se había movido a su cuarto para controlarla por las noches por si se mareaba o le subía la fiebre, así era como había descubierto que la serafina tenía dos formas de actuar cuando dormía, o estaba incómoda provocando que no parase quieta o se quedaba estática durante todo su descanso.

Pasaron los minutos y la chica respiró hondo un par de veces antes de atreverse a lanzarse, puso una mano en el hombro del ciervo para saber donde se encontraba y a dónde debía dirigir sus labios, una vez lo supo, no se lo pensó dos veces para lanzarse a besarlo intensamente, pues si lo hacía, seguramente abortaría la misión.

-Raquel...- dijo él mientras respondía el beso aunque trataba de alejarla de una forma muy floja, se dio cuenta que realmente no quería hacerlo pues levaba sin tocar sus labios casi una semana- no...- la chica siguió besándolo y se acercó más a él.

-Alastor...- suspiró ella sin separarse de los labios del ciervo, el demonio notó como una oleada de calor lo inundaba al oír su nombre en sus labios mientras suspiraba, él la agarró de la cintura para acercarla pero se extrañó al notar que solo tocaba piel sin ninguna tela de por medio.

-¿Qué?- preguntó antes separarse y encender las luces para observar a la serafina, sus ojos se fijaron primero en su rostro completamente rojo, pues ella no se esperaba que él encendiese la luz, luego bajó la vista y apreció el conjunto que llevaba, sus orejas temblaron mientras notaba como la parte baja de su vientre se revolvía- ¿Raquel?

-¿Te gusta? Es nuevo- fue lo único que se lo ocurrió decir a la chica, se sentía tonta pues la idea de que él encendiese las luces la pilló desprevenida, el ciervo miró su cuerpo con los ojos muy abiertos a lo que ella se revolvió algo incómoda.

-¿Se puede saber por qué llevas eso?- la serafina se mordió el labio, creía que era bastante obvio el motivo.

-¿Tú que crees?- preguntó, el ciervo sabía lo que ella intentaba pero aún no se atrevía a dar ese paso hasta que confirmase que estaba completamente recuperada.

-Sabes que nada de esto hasta que estés bien- los ojos de la chica brillaron de rabia, lo cual sorprendió a Alastor, nunca la había visto hacer eso, la rojez de su rostro se desvaneció mostrando una mueca de enfado.

-¡ALASTOR!- gritó, el ciervo se vio venir lo que iba a suceder e insonorizó la habitación sin que ella se enterase- COMO VUELVAS A DECIR QUE NO ESTOY RECUPERADA DESTRUIRÉ TU SALA DE RADIO- vio como él abría la boca- NO DIGAS NADA, PROMETISTE QUE TODO VOLVERÍA A LA NORMALIDAD UNA VEZ ESTUVIESE BIEN, ESTOY BIEN ASÍ QUE YA ESTÁS DEJÁNDOTE DE TONTERÍAS Y BESANDO A TU PAREJA, ¿TE HA QUEDADO CLARO?- las orejas del ciervo bajaron mientras veía como la serafina lo miraba seria.

-Sí, querida- ella se lanzó a sus labios y él la recibió en un primer momento con algo de cautela, no se esperaba que reaccionase así pero en el fondo le había gustado verla intimidante, notó un cosquilleo debajo de sus pantalones al pensar en lo atractiva que se veía mandándole.

Las manos de la chica recorrieron el pelo de él mientras que Alastor se centraba en atraer el cuerpo de la ángel hacia sí, Raquel dirigió sus manos a las orejas del ciervo y notó como un pequeño escalofrío le recorría cuando las acarició, ella sonrió mientras se separaba.

-¿Al? ¿Estás bien?- preguntó divertida antes de volver a masajearlas y notó como un pequeño suspiro salía de los labios del demonio, ella se rio- ¿acaso es este uno de tus puntos débiles? oh gran Overlord- él la miró con su típica sonrisa aunque se estaba mordiendo un labio.

-Deja de jugar conmigo serafina, te lo advierto- ella negó con la cabeza mientras acariciaba con un poco más de fuerza las orejas de su pareja, él se revolvió mientras un pequeño gemido salía de sus labios, la boca de la chica se abrió con una mueca divertida al escuchar el sonido- yo también puedo jugar a este juego.

Le gruñó suavemente mientras agarraba sus manos de la chica y la tumbaba en la cama con los brazos encima de su cabeza, Raquel lo miró con cara de sorpresa mientras Alastor solo la observaba desde arriba mordiéndose el labio, si bien no era la primera vez que la veía en una situación similar, sí que era la primera que podía apreciar su cuerpo al completo, recorrió con su mirada toda la anatomía de la chica observando el conjunto que se había puesto y como ella sonreía nerviosa ante su mirada.

-¿Al?- preguntó mientras notaba como los ojos del ciervo se oscurecían al recorrerla, sintió como la parte baja de su vientre se revolvía cuando este se mordió el labio inferior y notó como empezaba a humedecerse ahí abajo, lo necesitaba más cerca y esta imagen de él observándola como si la fuese a devorar era demasiado erótica.

El demonio estampó sus labios contra los de la serafina y mordió suavemente estos mientras oía como ella suspiraba de placer, el cosquilleo en sus pantalones se había convertido en presión, las manos de la chica se retorcían entre las suyas tratando de soltarse pero él las mantuvo fuertemente sujetas, ahora era él quien tenía el control.

-¿Estás segura de que quieres hacer esto?- preguntó sabiendo que una vez se dejase llevar por el ardor que sentía no podría detenerse.

-Sí...- gimió ella contra sus labios, lo estaba deseando y por fin había conseguido que el ciervo abandonase la idea de que estaba demasiado débil como para dejarse llevar.

-Está bien, serafina... Hagamos esta noche inolvidable...

La serafina (Alastor y tu)Where stories live. Discover now