Cuando la mano le soltó solo pudo toser, por un instante pensaba que se iba a morir a causa de la asfixia, sin embargo la cara de los demonios mostraba felicidad al verla en esa situación, las lágrimas habían dejado de salir pero unos regueros dorados enmarcaban su rostro por el camino que estas habían recorrido, ahora solo sentía asco por ellos y algo de miedo por lo que le podrían hacer.

-Dios Voxxy... Me he puesto demasiado cachondo viendo esa escena- Val se giró hacia la pantalla sacando la lengua y pasándola por sus labios- ¿te apetece echar uno rápido?- la cara de la serafina mostró una mueca de asco mientras esperaba que no se pusiesen a follar delante de ella, pero a pesar de todo, si estaban ocupados en eso, a ella la dejarían en paz.

-No podemos Val, el capullo del ciervo está a punto de llegar... Pero cuando acabemos con él te podrás follar a la chica todo lo que desees, en el fondo, será nuestra- los ojos de la serafina se abrieron mientras Val posicionaba la mano en uno de sus pechos y lo apretaba con fuerza, las uñas de este se clavaron en su piel haciendo que una mancha dorada apareciese en la blusa.

-Tiene buenas tetas, algo pequeñas para el porno pero podemos sacar buen provecho de ella- dijo mientras trataba de levantarle la falda, la ángel se removió evitando que mirase entre sus piernas- ay, es demasiado pudorosa... Seguro que es virgen... Ay Voxxy, ¿te imaginas lo que podemos sacar por vender la virginidad de un ángel?- se giró a su pareja dando palmas mientras este solo lo miraba con una sonrisa.

-Puedes sacar lo que quieras de ella, cariño, será un 33% tuya- la cara de Val mostraba placer y se giró hacia ella con un hilo de saliva recorriendo su mentón hasta la barbilla.

-¿Lo has oído? Serás nuestra quieras o no, ¿acaso crees que tu querido ciervo podrá con nosotros?- Raquel confiaba que sí, esperaba que pudiese, era su última opción para evitar la tortura que supondría pertenecer a las V's, además, la simple idea de que Alastor pudiese morir le creaba un nudo en el estómago.

Oyeron gritos fuera de la puerta y Val giró la silla de la serafina en su dirección, divertido mientras esperaba que el ciervo hiciese su gran entrada, los golpes se acercaban y con ellos los aullidos de dolor junto con la estática que rodeaba el edificio, desde hacía un rato les había inundado pero conforme más se acercaba el demonio, más fuerte sonaba.

-Empieza el show- dijo Vox mientras los cables se preparaban a su alrededor, Val se encontraba tranquilo apoyado en la mesa encendiéndose un cigarro, Raquel supo que esa era su forma de prepararse, con su humo era capaz de doblegar a cualquiera, lo había hecho con Ángel, con ella pero esperaba que Alastor fuese lo suficientemente fuerte como para soportarlo.

La puerta salió volando y una nube de polvo apareció ante ellos, una sombra se alzaba por encima de sus cabezas compuesta por una figura con largas extremidades y unos ojos negros que brillaban a través del humo, unos tentáculos se movían en su espalda como si tuviesen vida propia y los cuernos eran casi tan grandes como el propio tamaño del ciervo. El rostro de la chica cambió a puro terror cuando lo vio, sabía que era aterrador, lo había visto en las televisiones, sin embargo ahora que lo tenía delante podía asegurar que cualquier miedo anterior era ínfimo en comparación con el que sentía ahora.

El demonio entró en el cuarto en el momento en el que unos cables se lanzaron a por él, con un rugido y un zarpazo fue capaz de cortarlos haciendo que cayesen inertes al suelo mientras soltaban algunas chispas. La mirada del ciervo recorrió la sala en la búsqueda del origen del ataque y visualizó a Vox, se iba a lanzar a por él pero el humo rosa lo envolvió dándole a saber que Valentino se encontraba en esa sala, visualizó a su otro objetivo pero por el camino también se encontró a la serafina, por un instante los diales que tenía en los ojos parpadearon mientras apreciaba que se encontraba viva, la había encontrado.

Alastor lanzó sus tentáculos a por los otros dos demonios mientras observaba a la serafina, sin embargo su sensación de alivio fue opacada cuando se dio cuenta que el rostro de la ángel no mostraba alegría por verlo ni tranquilidad sino puro miedo, un terror que había visto tiempo atrás en los ojos de Victoria y que sabía lo que significaba, estaba en la misma situación, su amada era atacada y por defenderla la iba a perder.

Sin quererlo sus pensamientos intrusivos hicieron que los cuernos disminuyesen y sus extremidades se acortaron, los tentáculos peleaban aún pero con menos fuerza que en un inicio, Vox sonrió sabiendo que les había salido bien el plan, el golpe de que el ciervo viese como la mujer a la que amaba lo veía como un monstruo era lo que necesitaban para desestabilizarlo y provocar que la pelea se inclinase a su favor.

-Raquel...- dijo mientras volvía a su tamaño normal, la serafina solo lo miraba con los ojos muy abiertos, seguía atada pero no habría sido indiferente si hubiese estado en libertad pues se encontraba desconcertada sin ser capaz de moverse- serafina...

Un cable golpeó al ciervo en el estómago haciéndolo volar contra una pared, la ángel salió de su estado de shock a tiempo para ver como este impactaba y caía al suelo, el demonio intentó levantarse pero un humo rosa le envolvió haciendo que se encadenase a su cuello y crease una especie de cadenas que lo estaban ahogando. Alastor quería luchar pero estaba demasiado distraído como para hacerlo, necesitaba centrarse en sus sombras si quería ser capaz de enfrentarse a dos supremos a la vez, sin embargo los recuerdos de su antiguo amor no dejaban de repetirse en su mente y el rostro de Victoria se difuminaba con la mirada aterrorizada de la serafina.

-Esto es mejor que el sexo- le dijo Vox a Valentino mientras mandaba algunos de sus alambres para impactar contra el cuerpo del demonio haciendo que manchas de sangre tiñesen su ropa, Raquel se revolvía con fuerza en su asiento tratando de liberarse, necesitaba ayudarlo, si se quedaba quieta él moriría- ¿te puedes quedar quieta pequeña zorra? Estamos intentando pasar un buen rato por aquí- ella solo lo miró con asco y se giró hacia el ciervo.

-ALASTOR- le gritó esperando que él reaccionase, no entendía porque se había dado por vencido, eso no era habitual en él- ALASTOR- repitió su nombre y las orejas del ciervo se movieron en su dirección, la escuchaba, no entendía donde estaba su mente pero al menos la escuchaba. El ciervo levantó la mirada y sus ojos se encontraron con los de ella, la mirada de miedo había sido reemplazada por una de preocupación- ¿QUÉ ESTÁS HACIENDO? SÁCANOS DE AQUÍ- le gritó, el ciervo entonces unió los puntos, Raquel no era Victoria, nunca lo había sido y la serafina no lo iba a abandonar, aún después de demostrarle cómo era en realidad ella se encontraba ayudándole o al menos tratando de hacer que volviese en sí.

Observó con atención el rostro de la chica y cayó en los regueros de lágrimas doradas que adornaban sus mejillas junto con las rojeces de estas, dos manos se encontraban marcadas en su rostro, notó como la ira le invadía al pensar que habían sido capaces de agredirla. Conforme inspeccionó el resto del cuerpo de su serafina en un intento de soltarse de sus pensamientos intrusivos pudo apreciar las manchas de sangre en la zona del pecho y como su brazo se encontraba lleno de mordidas, no solo la habían tocado sino que habían bebido de su sangre...

El enfado con el que había entrado a la torre se hizo ínfimo en comparación con el que sentía en estos momentos en su interior, quería acabar con ambos de la forma más dolorosa posible, habían herido a su serafina y probado su sangre, una sangre que solo él podía tomar, quería destrozarlos en mil pedazos.

El cuerpo del demonio se alargó rápidamente alcanzando un tamaño superior al anterior y sus astas crecieron con él, las V's se miraron sabiendo que el plan no estaba saliendo como esperaban y trataron de atacarle pero la mayoría de estos eran repelidos por las sombras del ciervo, un rugido salió de la boca de Alastor mientras los tentáculos se lanzaban contra Vox y Valentino haciéndolos volar contra el cristal del acuario, Raquel cerró los ojos sin querer ver el espectáculo, por lo que escuchaba se imaginaba lo que estaba sucediendo sin embargo no creía que tuviese el estómago suficiente como para aguantarlo.

Pasaron unos minutos en los que la serafina se había mantenido con la cabeza gacha y los ojos fuertemente cerrados, hasta que el silencio se hizo en la sala y notó una mano en su rostro, sin embargo a diferencia de lo anterior, esta solo trataba de limpiar el reguero de sus lágrimas, trató de moverse y se dio cuenta que los cables estaban sueltos y que con el más mínimo movimiento caían al suelo. Abrió los ojos observando como el rostro de Alastor estaba apenas a unos centímetros de ella.

-Ya está serafina, estás a salvo. 

La serafina (Alastor y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora