-Alastor- una voz se oyó por el pasillo mientras se acercaba a la puerta del cuarto, el demonio aún sin sacar la mano del plumaje mandó callar a la serafina con un gesto- ¿estás ahí? Me ha dicho Ángel que estabas en el cuarto de Raquel... Necesito que hagas unos recados para el hotel.

-Bájame- susurró la serafina mientras trataba de desenredarse, pero el demonio solo la miró con una sonrisa- Alast- uno de los tentáculos se puso contra sus labios impidiéndole hablar, momento que el ciervo aprovechó para volver a hacer presión sobre el nacimiento de sus alas, la ángel soltó un pequeño gemido que fue amortiguado.

-Claro Charlie- dijo él con una voz tranquila mientras seguía pasando y apretando su agarre por el ala, escuchando de fondo los jadeos de la ángel- ahora estoy algo ocupado, pero déjale una nota a Husk con lo que necesites y yo me encargo de todo- se oyó como la chica asentía y sus pasos se alejaban por el pasillo, el demonio volvió a centrar toda su atención en la serafina- no imaginaba que los ángeles teníais las alas tan sensibles- admitió mientras sacaba su mano del plumaje y le sonreía a la chica, el tentáculo soltó su boca y por fin pudo tomar una profunda bocanada de aire.

-Alastor, te lo digo enserio, bájame- le ordenó mientras lo miraba con la cara seria, había pasado bastantes nervios mientras Charlie estaba en la puerta solo por pensar lo que habría pasado si se hubiese atrevido a abrir la puerta descubriéndolos.

-Está bien serafina- dijo mientras los tentáculos la dejaban de nuevo en el suelo y desaparecían, Raquel se sorprendió de que le hubiese hecho caso.

-Gracias- guardó sus alas mientras lo miraba con los brazos cruzados, él solo le sonreía inocentemente, como si no hubiese hecho nada malo.

-Te veo muy molesta teniendo en cuenta lo mucho que lo estabas disfrutando- la picó, ella notó como el rojo volvía a ascender a su rostro y frunció el ceño.

-Cállate- a pesar de que la chica estaba simulando el enfado, el demonio seguía sonriente apoyado en su bastón apreciando las mejillas rosadas de ella.

-Está bien... Supongo que me tocará disculparme como siempre dices, ¿no querida?- la ángel no se esperaba que él fuese el primero en tomar el camino de la disculpa teniendo en cuenta lo que le había costado que lo hiciese con los del resto del hotel, le sorprendía que lo dijese por voluntad propia. Observó como daba unos pasos en su dirección y se detenía delante suyo a unos centímetros de su cuerpo- lo siento serafina- puso uno de sus dedos en el mentón de esta mientras levantaba su cara para que lo mirase- ¿me perdonas?- preguntó deteniéndose apenas a unos milímetros de sus labios.

-¿Y si digo que no?- preguntó ella mientras notaba el aliento del ciervo en su rostro, olía a café, él solo sonrió mientras levantaba una ceja.

-En ese caso, deberé compensarte para ganarme tu perdón- Raquel solo podía pensar en la proximidad de ambos, sin embargo la idea de que Alastor le compensase o hiciese algo por ella le parecía sumamente atractiva.

-Creo...- dijo mientras se centraba en hablar e intentaba olvidar lo cerca que estaban los labios del demonio de ella- que voy a quedarme con esa opción- susurró mientras miraba su boca de nuevo sin poder evitarlo, sin embargo él se separó mientras volvía a apoyarse en su bastón.

-En ese caso, deberé pensar bien que puedo hacer para ganarme tus disculpas- se dio la vuelta mientras se encaminaba hacia la puerta pero la serafina no quería que se marchase, la había dejado acalorada y con ganas de besarlo.

-¿A dónde vas?- preguntó todavía desde su sitio, el demonio ya tenía una de las manos en el pomo de la puerta por lo que no se giró.

-Charlie me ha dicho que debo hacer unos recados, por lo que voy a ello, ¿te apetece acompañarme?- la serafina se mordió el labio mientras trataba de hacerse la difícil.

La serafina (Alastor y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora