-Al, ¿no quieres pasar?- el demonio la miró dudoso, era obvio que quería entrar y hacerla suya en ese mismo instante, arrancarle la ropa y unirse como nunca antes se había unido a nadie, sin embargo por primera vez, tenía miedo, ella se dio cuenta de la cara del ciervo y supo que igual no estaba preparado para eso- si no quieres, podemos no hacer nada, pero me gustaría dormir contigo, la verdad...

-¿Solo dormir?- preguntó él, sabía que ella deseaba que fuese a más, sin embargo la idea de pasar la noche juntos le agradaba de sobremanera, así que asintió y ella le sonrió, una vez dentro del cuarto él se quitó la chaqueta y los zapatos dejándolos ordenadamente a un lado de la cama mientras ella pasaba al baño para quitarse el vestido y las lentillas y ponerse su bata para dormir.

Alastor no tenía pijama pues rara vez dormía, siempre lo había atribuido al hecho de ser medio ciervo pues necesitaba estar en alerta constante, era por eso que tomaba drogas para descansar cuando se sentía sumamente agotado o necesitaba pensar algo tranquilamente, esa noche sabía que ni con ellas dormiría pues estaba demasiado nervioso, pero la idea de poder terminar la velada con la serafina entre sus brazos le parecía un final de cita perfecto.

Ella salió del cuarto de baño ya cambiada y preparada para irse a la cama, vio como Alastor ya se encontraba tumbado esperándola y le sonrió, se acercó mientras notaba que sus mejillas se enrojecían y su estómago se revolvía a causa de los nervios, amaba a ese demonio y el hecho de tenerlo ahí delante para ella era algo que jamás habría podido imaginar. Se metió entre las sábanas a su lado y lo miró a los ojos, Alastor solo le sonreía tranquilamente.

-¿Quieres hablar un poco o prefieres que apague ya la luz?- preguntó ella nerviosa, estaba siendo consciente en ese mismo momento que estaba compartiendo lecho con un hombre.

-Lo que tú prefieras serafina, ¿te apetece hablar un poco?- ella asintió pensando que a lo mejor así se le pasarían un poco los nervios, por lo que el demonio empezó a contarle algunas de las historias que había vivido durante su estancia en la Tierra a la espera de que le ayudasen para desconectar un poco a la ángel y estar más cómoda, pues desde donde estaba podía escuchar el corazón de esta latir a toda velocidad. Pasaron un buen rato hablando hasta que el reloj dio las dos de la mañana- es tarde serafina, a lo mejor deberíamos dormir...

Ella solo asintió mientras apagaba del interruptor, en el momento en el que la luz se fue su corazón volvió a acelerarse nervioso por lo que pudiese pasar, sin embargo confiaba en Alastor y sabía que él no haría nada a menos que ella quisiese, o al menos eso esperaba.

-Buenas noches, serafina- dijo él mientras observaba como los ojos dorados de esta relucían levemente en la oscuridad, la besó suavemente en los labios durante unos segundos pero a la ángel le supo a poco.

-Buenas noches, Al- le sonrió repitiendo el beso pero en este caso haciendo que durase más tiempo, él le respondió sin dudarlo mientras pasaba una de sus manos por la cintura de la chica, lo cual ella aprovechó para acercarse más a él, el calor en el cuarto iba incrementándose lentamente y más para la pareja, los cuales no se separaban en ningún momento.

-Raquel... ¿Estás segura?- susurró contra sus labios el demonio a lo que ella asintió sin dudarlo, sentía los nervios a flor de piel pero jamás había estado más convencida de algo como lo estaba de que quería hacerlo ahora mismo con él, él solo incrementó la fuerza del beso mientras la apretaba contra su cuerpo.

Narra Raquel:

Mis labios se quedaron libres en el mismo momento en el que Alastor bajó los suyos a mi cuello, dejando pequeños besos y mordiscos alrededor de este, por lo que mi única reacción fue soltar diversos suspiros mientras notaba como marcaba la parte alta de mi pecho y mordisqueaba mi cuello. Dirigí mis manos a su camisa tratando de desabrocharla para poder hacerle disfrutar, pero con un movimiento suave Alastor apartó mis manos.

La serafina (Alastor y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora