-¿Tenías?- pregunté mientras sentía el cosquilleo de sus caricias en mi espalda, noté como tembló mi cuerpo ante el contacto.

-¿Como si no iba a declararme a ti, serafina?- le sonreí aún sin abrir los ojos- De todas las cosas que hay en el Infierno, tú eres la que más temor me provocaba- separé nuestras frentes para poder mirarlo a los ojos.

-¿Me tienes miedo cervatillo?- bromeé, él alzó una ceja ante el nuevo mote pero omitió hacer comentarios sobre él.

-No te tengo miedo a ti concretamente, querida- me acercó un poco más poniendo un dedo en mi mentón y acercándome a escasos milímetros de sus labios, me moría de ganas por deshacer esa distancia que quedaba entre nosotros- tenía miedo a tu rechazo, a que te alejases... Satán, tenía miedo a perderte- sonreí mientras una de mis manos se dirigía a su mejilla para acariciarla.

Tenía delante de mí a uno de los demonios más fuertes de este círculo del Infierno haciéndome una confesión de amor, la cual sin saberlo llevaba meses esperando y mi corazón latía con fuerza, como si intentara salirse de mi pecho en un intento desesperado por unirse al suyo. La habitación parecía haber desaparecido a nuestro alrededor, solo estábamos él y yo en el universo, nada ni nadie más existía, ningún otro pensamiento que no fuésemos nosotros en este momento se pasaba por nuestras mentes; por un momento nos olvidamos de mi pasado o los miedos de nuestro futuro, solo existía el presente, nuestro presente.

-Aquí estoy Al- musité mientras hacía desaparecer esos malditos milímetros que nos alejaban volviendo a unirnos el uno con el otro.

Al día siguiente:

Una pesadilla me retornó a la realidad un día más, tras estar con Alastor en el salón durante varias horas más hablando y besándonos, habíamos decidido interrumpir nuestro encuentro con la intención de descansar y poder procesar todo lo que había pasado la noche anterior.

Me cubrí la cabeza con la sábana cuando recordé toda la velada con el demonio, una oleada de vergüenza me inundó y sentí como el calor me invadía tiñendo mis mejillas de rojo. Por Dios, nos habíamos dicho unas cosas sumamente cursis a lo largo de la conversación... Y nos habíamos besado tantas veces... 

Una punzada de dolor me atravesó el pecho dejándome sin aliento cuando recordé la pesadilla, Sera se había vuelto a aparecer, era un recordatorio intermitente de mis orígenes y los pasos que debería haber seguido, aunque solo fuese un recuerdo, se encargaba de hacerme tener presente el camino que me habían marcado aunque ya no formase parte de él... Y muy a mi pesar, uno de los pasos principales era el celibato.

No había habido peor momento para acordarme de ello que ahora, toda la emoción de la noche anterior se deshizo conforme la cara de la Alta Serafina apareció en mis sueños, había sido capaz de incumplir muchos mandamientos menores, pero este era uno de los tres más importantes para cualquier ángel de alto rango, debíamos ser célibes pues esto marcaba nuestra pureza y compromiso con el bien, estábamos obligados a seguir el mandato de Dios en cualquiera de sus decisiones y nos comprometíamos a defender la protección del Cielo a toda costa; esas tres normas marcaban lo que era como ser celestial, no podía incumplirlas porque eso significaría perderme, significaba perder mi identidad.

Sin embargo, Alastor se había abierto paso entre todas mis barreras e ideales, había sido capaz de hacerme sentir algo completamente nuevo y que era tan agradable que estaba deseando poder repetirlo, había hecho que me enamorase por primera vez en mi vida y que todos mis principios y valores se tambaleasen ante la idea de poder estar con él, pero no era una decisión que pudiese tomar a la ligera, necesitaba pensarla detenidamente.

Unos golpes sonaron en la puerta y mi corazón se sobresaltó, solo había una persona que tocaba antes de entrar, indiqué que pasase pero aunque no quise, mi corazón dio un vuelco al ver a la araña en lugar de al ciervo.

-Que mala cara tienes- dijo mientras cerraba la puerta y se acercaba a sentarse en la cama- me ha dicho el gatito que ayer trasnochaste así que me he acercado a ver qué tal estabas- le sonreí mientras me levantaba y me predisponía a arreglarme para bajar a desayunar, ver a Ángel era el impulso que necesitaba para dejar de darle vueltas a la cabeza y empezar mi día, Gato nos miró desde el sillón con cara de pocos amigos por haber interrumpido su siesta, entré al baño donde me lavé la cara y me vestí, oía a Ángel hablar desde mi cuarto sobre diversos temas hasta que salí.

-Estoy bien, me quedé charlando un rato y se me hizo tarde- abrí la puerta de mi cuarto esperando que se levantase y me acompañase, bajamos las escaleras y mis mejillas se colorearon al ver el espacio de la barra donde había pasado todo la noche anterior, seguimos caminando hasta la mesa principal donde comíamos habitualmente, Ángel se sentó mientras yo entraba a la cocina para coger algo de comida, Niffty se encontraba dentro limpiando con bastante tesón la encimera, la saludé pero estaba tan centrada en su labor que no me escuchó, salí y vi con la araña me esperaba con los pies encima de la mesa- ¿te importaría quitar tus pies de donde voy a comer? Gracias- dije mientras dejaba un par de cubiertos y un plato con diversos alimentos.

-Alguien se ha levantado de mal humor esta mañana- canturreó mientras me sonreía de lado- y no entiendo porque si me ha contado un pajarito que ayer trasnochaste con cierto demonio pelirrojo- mis mejillas se tintaron de nuevo y traté de hundirme en mi taza de café mientras Ángel me observaba atentamente- vaya... Ese rojo no es tan habitual, ¿acaso pasó algo anoche serafina?- sentí mi corazón palpitar a toda velocidad aunque la atención de mi acompañante se desvió hacia el sonido de alguien bajando las escaleras, me giré viendo como Alastor descendía sonriente, nos saludó animadamente antes de salir del hotel- espérate... Que no es broma- semi gritó la araña- esa sonrisa, tu cara completamente roja... Ayer follasteis- le di una patada por debajo de la mesa para que bajase el volumen y dejase de decir tonterías.

-Punto número uno, baja la voz- dije seria mientras lo mataba con la mirada- punto número dos, ayer no follamos- su sonrisa no desapareció.

-Pero no me has negado que pasase algo- notaba mi cara arder mientras él preguntaba, mi mueca de seriedad tembló mostrando una pequeña sonrisa nerviosa.

-Es que...- me dio un ataque de vergüenza ante la idea de contarlo- ayer puede ser que Alastor fuese sincero respecto a lo que siente por mí- los ojos de Ángel se abrieron mientras una de las sonrisas más grandes que he visto nunca se formaba en su cara, soltó un gritito y se tapó la boca con las manos mientras miraba a su alrededor por si alguien le había oído, Husk desde la barra estaba más centrado en colocar botellas que en prestarnos atención y el resto de la sala estaba vacío.

-No me lo puedo creer... Eso quiere decir que realmente tiene sentimientos, o sea, es capaz de sentir algo...- asentí- ¿y os besasteis?- volví a asentir a lo que otro gritito salió de la araña mientras era incapaz de aguantar la sorpresa, respiró hondo tratando de calmarse- ¡no me lo puedo creer!- su cara era de felicidad absoluta- ¿y ahora qué? ¿Estáis saliendo? ¿Vais a ser follamigos? La verdad es que no te veo con mucha pinta de tener una relación abierta...-me escaneó de arriba a abajo con una ceja levantada- O sea, eres demasiado santurrona y él es un poco señor mayor por su forma de comportarse... Entonces no me cuadraría, por lo que imagino que sois pareja, ¿no?- negué y un gesto de confusión se formó en su rostro.

-Por ahora no somos nada...- abrió la boca pero la cerró esperando que continuase- necesito aclarar unas cosas antes de decidir si realmente voy a salir con él- por su cara entendí que sabía a lo que me refería, no le había dado muchos detalles sobre el motivo pero sí que le había aclarado que no podía tener una relación.

-¿Es por ser una serafina?- preguntó y yo asentí, un suspiro salió de sus labios- pero ya no formas parte del Cielo, Raquel.

-Pero Ángel, es que no sé hasta que punto puedo ser capaz de desvincularme de todo mi pasado- admití mientras desviaba la mirada y veía la gran esfera que era el Cielo a través de la ventana- siempre he sido una serafina, si abandono todo lo que he sido a lo largo de mi vida, ¿Qué es lo que voy a ser a partir de ahora?

La serafina (Alastor y tu)Where stories live. Discover now