-¿El Demonio de la Radio se encuentra en el hotel también?- ella asintió- oh, será un gran placer el conocerlo de verdad y poder entablar una conversación con él.

-¿Un placer hablar con Alastor?- dijo Vaggy mientras levantaba una ceja.

-Por supuesto, me encantaría saberlo todo de él- como si lo hubiese invocado, de entre las sombras surgió el ciervo asustando a la mayoría de los presentes.

-¿He oído mi nombre?- la peliblanca bufó.

-El que nos faltaba- Alastor la miró de reojo mientras centraba su atención en el nuevo visitante.

-Alastor- Charlie aplaudió mientras se acercaba a él- este es Sir Pentious, el nuevo huésped de nuestro hotel- el ciervo lo miró de arriba a abajo.

-El placer es tuyo- dijo mientras hacía una reverencia.

-¿No te acuerdas de mí?- la cara del demonio se mantuvo con su típica sonrisa mientras se notaba como no recordaba nada del susodicho.

-¿Acaso nos habíamos visto antes?-la serpiente asintió.

-Te he atacado en diversas ocasiones, ¿Cómo es posible que no me recuerdes?- se notaba algo impaciente por recibir reconocimiento de parte del ciervo, yo disimulé una sonrisa mientras notaba como Alastor seguía sin recordarlo.

-Debieron ser encuentros poco memorables mi reptiliano amigo- solté una pequeña carcajada a lo que Alastor me miró de reojo con una sonrisa.

-Bueno...- Charlie trató de cortar la tensión interviniendo- pero todo eso ha quedado en el pasado porque has venido buscando un futuro mejor Sir. Pentious, así que en nombre de todo el staff, bienvenido- la serpiente se notaba apenada a causa de la reacción del ciervo, pero yo estaba demasiado divertida por la situación como para sentir lástima por él, me miró buscando algo de apoyo y me tocó disimular para que no se sintiese peor.

-Espero que al menos podamos pasar más tiempo juntos- suspiró mientras me miraba antes de dirigirse a su cuarto, el cual le había indicado con anterioridad Charlie.

-Me parece que tienes un nuevo pretendiente s...- se cortó antes de decir mi apodo, ahora debíamos ir con más cuidado para evitar que Sir Pentious supiese de donde venía, al menos en un inicio- Raquel.

-Cállate- lo miré seria- me ha plantado un beso en la mano y me la ha dejado toda viscosa- sacudí la mano tratando de quitarme la sensación que aún tenía tras el saludo, él se rio mientras levantaba las cejas y se encaminaba hacia otro lado del hotel- ¿a dónde vas?

-Tenía pensado comprar un par de cosas por lo que me dirigía al distrito comercial... ¿Acaso quieres venir, querida?- él sabía perfectamente que sí, pero se hacía el interesante para que le suplicase, en esta ocasión me negaba a ser yo la que se arrastrase.

-No te preocupes, iba a leer un rato, supongo que no tendrás problema en ir tu solo a la ciudad, me imagino que no te perderás- él sonrió sabiendo cual era mi juego pues no era la primera vez que nos hacíamos los difíciles esperando ver quien caía primero, por lo que solo se giró y se encaminó hacia las escaleras de bajada, lo seguí simulando que iba hacia la sala.

-Una lástima, había pensado pasar a tomar algo a la vuelta, pero yo solo no será tan entretenido- me mordí el labio mientras seguía tratando de mostrarme impasible, esta vez quería ganar yo.

-Por como me lo estás proponiendo, Al, parece que seas tú el que está deseoso porque te acompañe- bajé un par de escalones más mientras él se quedaba parado.

Me giré para ver el motivo por el que se había detenido y observé como me miraba desde arriba, debido a la diferencia de escalones se encontraba un par de centímetros por encima de mí, lo cual imponía bastante, a eso se unió el hecho de que se inclinase sobre mí para hablar, haciendo aún más notable la diferencia de altura y provocando que nuestros rostros se encontrasen apenas a unos centímetros el uno del otro.

-¿Y si así fuera?- noté como mi estómago se volvía un revoltijo de nervios y mis mejillas se tintaban de rojo, estábamos sumamente cerca y cada vez se inclinaba más acercándose a mí, di un paso involuntario hacia atrás debido a la tensión del momento.

A causa de esto salimos del intenso ambiente que se había instaurado entre nosotros, sentía mi cuerpo arder y mis mejillas lo mostraban, mi corazón latía como un loco mientras nuestros ojos no se separaban, una sonrisa de satisfacción remarcaba la cara del demonio, el cual no se molestaba en ocultar que estaba complacido con la reacción que había provocado en mí, notaba como si todo el aire hubiese abandonado mis pulmones y por fin pudiese volver a entrar.

-Supongo...- desvié la mirada algo intimidada, me había entrado un ataque de vergüenza y no quería que él lo notase, pero era obvio que ya lo sabía pues su sonrisa lo delataba- supongo... 

-¿Estás bien serafina?- susurró para asegurarse que nadie más oyese el mote- te veo roja, ¿acaso tienes fiebre?- puso su mano en mi frente y yo di un respingo al notar el contacto, me acordé de Ángel diciéndome que Alastor nunca tocaba ni dejaba que nadie le tocase- te veo algo acalorada.

Su ironía me hizo colorarme aún más, notaba que mi corazón iba a mil por hora y sus palabras no ayudaban a que se calmase, solo quería salir de allí lo antes posible pues mientras estuviese a su lado no iba a tranquilizarme, necesitaba volver a pensar en frío y su presencia solo provocaba una cúmulo de nervios que no entendía, ¿Por qué me ponía así solo de tenerlo cerca? ¿Por qué era tan susceptible a su lado? Odiaba esta situación, sin embargo me gustaba tanto estar con él que en cuanto me alejaba me deshacía en ganas de volver a su vera, por lo que ahora mismo quería salir a la ciudad a su lado pero deseaba quedarme en el hotel para poder pensar tranquilamente en mi reacción.

-Tienes razón Al- lo miré tratando de sonreír a través de mis nervios- creo que lo mejor será que me quede en el hotel, no es que me encuentre en la mejor de las condiciones para dar una vuelta- su rostro cambió mientras su sonrisa se tambaleaba, por dentro el sentimiento de victoria se instauró entre el nerviosismo que abordaba cada milímetro de mi cuerpo, había desconcertado al ciervo, aunque no saliese del hotel esta tarde, me sentía feliz de haber ganado la ronda de hoy.

-¿Estás segura querida?- noté como se ponía a mi altura para mirarme fijamente- si lo deseas, puedo aplazar las compras- el nerviosismo se fue al instante y sentí la alegría del éxito, aún así, disimulé sin mostrar ninguna emoción en mi rostro.

-No te preocupes, me quedaré leyendo, nos vemos cuando vuelvas- bajé las escaleras dirigiéndome a la sala donde en uno de los cajones había guardado mi reciente lectura, desde ahí aprecié como el ciervo se tomó unos segundos para seguir bajando la escalera y salir del hotel a paso lento.

La serafina (Alastor y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora