Capítulo 90. A alistarse

178 46 9
                                    

Miro a través de la ventana, paso mis manos en el rostro y respiro profundo cuando veo que el sol se oculta.

Cierro la ventana y pronunció el hechizo que protege esta casa.

—Vega —habla Yara cuando entra por la puerta de la sala, le hago un gesto para que hable —. Todo está listo. Paulo se encargará del lugar cuando nos vayamos.

>>Los aliados borraran rastros de nuestros pasos. ¿Necesitas algo más?

—No —digo mientras desabotono mi camisa negra. Me asfixia tenerla. Pero Irama acababa de oficiar un funeral, así que correspondía.

—¿Segura? —vuelve a preguntar.

—Sabes si lograron destruir los registros académicos de quienes estudiaron en La Colmena?

—Lo lograron. Gustavo, Mortel y José se encargaron —Yara relaja su postura, se acerca a mi, coloca una mano en mi hombro y me habla—. Tus hermanos y tu padre estarán bien.

—Confío en que así será —respondondo—. Ahora no sólo son los enemigos, sino que también los humanos. Estoy un poco harta de esta mierda.

—Lo imagino, pero estás tomando buenas decisiones, y te agradezco que pienses en todos nosotros en este momento.

Solo afirmo, no me salen las palabras, si bien lo hago de esta manera, con la cabeza fría, por dentro estoy muriendo de miedo. Todos los días sueño con que Iracema se escapa y viene a vengarse. Mi corazón ya no va a soportar una muerte más.

—Con permiso —dice y se retira cuando le hago un gesto.

Mientras ella se retira, llega Juanjo, quien parece como si le hubiera pasado un camión encima, imagino que Rodrigo debe estar igual o peor.

—Es tu día libre Juanjo ¿Qué haces aquí?

—Prefiero trabajar, para no pensar —dice y me ofrece un folio de hojas.

Los agarro y reviso, son reportes de la prensa, órdenes judiciales y una lista de enemigos. Al final un mapa del país y los puntos en que tenemos escondites.

—Y haz trabajado un montón, por la pinta —respondo hojeando —. Se que no quieres hablar, pero ¿Cómo te sientes?

—Sacando el hecho de que acabamos de enterrar a 2 en vez de a 4, me siento terrible... agradecido, pero hecho bosta.

Arruga sus labios, y estos van para abajo, sus ojos se enrojecen, y sólo atino en ir a abrazarlo con fuerza. El solloza en mi cuello.

Quedamos un largo rato así, hasta que el se tranquiliza y se separa de mi.

—Lo siento —sorbe —. Pero no estoy pudiendo gestionar esto... ella, ella ¡Por el 7mo! Se supone que ella me puso como condición no enamorarnos. Pero yo...

—Le entregaste tu corazón —digo y pongo mi mano sobre su brazo—. Era evidente que caíste en el enamoramiento.

—Me duele... porque de verdad estaba dispuesto a mantener todo como estaba para que no se fastidie esa relación. Y creo que debí ser honesto con ella y decirle que estaba loco por sus besos  que la quería como novia.

Aprieto mis labios, no es momento de decir lo que pienso, está en su duelo. Y sí, seguro que empezaba a enamorarse de Cenit, no tengo dudas, pero también estoy segura que su amor real el Jose. Se le nota.

—¿Y tú? ¿Cómo estás? —pregunta.

Le ofrezco una sonrisa sarcástica, aprieto mis labios y decido ser sincera.

—He dejado de escucharla ¿Sabes? Mi cabeza está en silencio luego de años... y eso es raro.

Juanjo pone una expresión de compasión, intento recomponerme, niego y seco las lágrimas que caen por mi mejilla.

—Nunca hubo paz en mi mente ¿Sabes? Pero lo peor, es que eso me da miedo... su silencio.

>>Iracema y ella están del mismo lado, Juanjo. Y aunque estén encerradas, yo no estaría tranquila. Ni un segundo.

—No podemos estarlo... en eso coincido. Vega...

Juanjo agarra mi mano con fuerza, mira a mis ojos y con esperanza en sus ojos me dice lo siguiente:

—Aprovecha esa paz, para volverte más fuerte. Yo usaré mi dolor. No podemos dejar que ellos ganen...

—No, no podemos, mucho menos ahora que sabemos lo que buscan. Destruir a los dioses es osado, tomar su lugar, más que peligroso.

Juanjo hace un gesto de incomprensión, toma aire, entrecierra sus ojos y me ofrece una mirada introspectiva.

—¿Por qué crees que Sabrina intentó matar a Luriel?

—Para que Iracema pierda sus poderes... —digo sin dudar—. Lo que quiero saber... es como llego a nosotros tan rápido, había puesto protecciones. Quiero entender que hace ella, quien es realmente ¿Qué hacen? Las explicaciones que la cazadora me ha dado sobre ella se me hacen insulsas. Es como, tienes más enemigos y ya.

—Ya lo vamos a averiguar... ahora lo que debemos pensar es que haremos sin el Nole me tanguere. No podemos pedir a Orkias que lo reactive cuando despierte, por que debe esperar al menos un año antes de hacer el hechizo.

—Nos queda sobrevivir y cuidarnos, nada más.

Me cruzo de brazos, miro la sala por última vez y recuerdos lejanos invaden mi mente. Cuantas cosas han cambiado.

—Ya es hora —habla Hisa quien se acercó a la puerta —. Todo está listo para ir a nuestro escondite.

—Genial... —digo—. Los enemigos, los cobardes y los corruptos humanos andan libres... y nosotros, escondiedonos como cucarachas...

—Pero volveremos a salir.—Juanjo habla con optimismo—. Y volveremos a llevar los saberes de nuestros ancestros a nuestros descendientes.

—Esperemos que sea en un mundo lleno de paz, —me quejo—. Porque estoy cansada de las guerras y las muertes.

—Por los Dioses, que así sea —responde Hisa.

Salgo de la habitación, bajo de las escaleras, al llegar a la planta baja miro lo que queda de la discoteca, y me despido de esto, de lo que fue mi vida como rebelde, como estudiante de La Colmena, como la hija de Carina. Ahora es momento de alistarse... es momento de prepararse para luchar a la altura de los mismos dioses.

Los rebeldes [Libro 4]Kde žijí příběhy. Začni objevovat