Capítulo 78. Sobrevivir

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Ahí estaba ella, la princesa guerrera. Su sonrisa le sentaba bien, a decir verdad, toda ella era perfecta, como siempre.

—Vega Crux... —dice con altanería.

—Princesa...

—¡Ay! Jódete deja los formalismos. Tu madre me dijo que vendrías.

—Sí... esa mujer es una boca suelta —sigo y muerdo el interior de mi mejilla.

—Pero no me dijo a que...

—Porque tampoco sabe —respondo con una sonrisa, me pongo recta y llevo mis manos tras mi espalda.

—¿Y me vas a mantener con la intriga?

—Solo unos minutos más... mientras te analizo, Asturia.

La chica se acerca al muro de energía, se inclina, y puedo entender porqué cualquera enloquecería por ella, es no solo hermosa, sino que imponente, su piel destila un brillo delicado y hasta diría que natural, si es que no supiera lo que es la sangre de las Piraguis. Esta chica ha practicado magia oscura. Quizás y de libros de la misma Verena, o aún peor, de grafías ancestrales de los antiguos guaranies. 

Sí, los guaranies no escribian, es verdad, pero sus grafías esconden tanta información, tantos hechizos, tantos caminos a la vida y a la muerte. Los dioses en el Yvaga se regocijanban en las líneas de los jarrones y ajakas, porque sus poderes fluian a este mundo mediante su arte. 

—¿Entonces? —pregunta

—Vengo a traterte algo... para ayudarte. 

—Mmmm ¡Vega Corvus Crux! ¡Lo sabía, sabía que eras una traidora, que jamás darias la espalda a tu madre! ¿Y Luriel confía en ti?

Parpadeo, solo esbozo una media sonrisa, muevo mi cuello para liberar la tensión y espero a que el desconcierto invada el rostro de Iracema, la chica de verdad está desquiciada. Realmente estoy más que segura de que está planificando como destruirnos. 

—¿De verdad crees que estaría del lado de Carina? ¿Solo por ser mi madre?

—Es tu madre, al fin y al cabo... ¿No?

—Iracema, como se nota que no haz nisiquera mirado al pasado. Jamás estaría del lado de esa mujer, aunque debo confesar que su información es valiosa... gracias a ella salvé una vez a Luriel.

—Traicionas a tu sangre, por un hombre. 

—No seas estúpida, sí, me gusta Luriel, es más que obvio que me derrito por él. Pero hay algo que me diferencia de ti, Iracema, yo no me dejo cegar por el amor. Ni mucho menos por la sangre. Yo me guio por lo que está bien. Considero más una madre a Maitena de lo que podría considerar a una mujer sin escrúpulos como Corvus.

—¿A mi madre? —ríe— ¿Qué casualidad que ella sea tu referencia? ¿Por qué ella?

—No me digas que no sabías que ella era mi tutora ¡Qué hija más desinteresada!

—No sigas hablando de ella. Anda, ¿Para qué carajos viniste?

Iracema estaba enfadada de verdad, y eso me causa cierta satisfacción, así que saco el fraco de vidrio de mi bolsillo y se lo muestro, sus ojos brillan al ver el anis estrellado que está en el medio flotando, sabe que esa especia es para sostener almas. 

—No es cierto —dice y retrocede

—¿Cómo es que una inmunda tiene la capacidad de capturar almas perdidas? —ni siquiera le importa quien es, o lo está evitando, en todo caso, eso ya no me importa, yo hago esto por Maitena no por Iracema. 

Los rebeldes [Libro 4]Where stories live. Discover now