Capítulo 50. Aretéguasú

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Miro el vaso de whisky, Anastasia va por la cuarta ronda y yo no puedo dejar de pensar en lo que acaba de ocurrir.

—Rosa —llamo a la chica que está en la barra —me pasas una tableta por favor.

—Sí, señorita Crux.

La joven revisa bajo la mesada, toma una tableta y me la pasa. Agradezco y cuando la tengo en mis manos saco el lápiz de su lugar y comienzo a escribir.

—¡Eirú y los 7! ¿Estas haciendo anotaciones? —se burla Anastasia —. Ni Iracema es tan nerd.

—Anastasia —digo, sin dejar de dibujar los patrones que observé hacia Daniel para invocar a Mala visión —. Te respeto tanto, pero si vuelves a compararme con Asturia, voy a tener que ignorarte.

—¡Uy! Qué miedo —Ana se burla

Levanto la vista y veo que atrapa un trozo de hielo con su lengua, la destroza mordiendo y me mira a los ojos juguetona. Me pone nerviosa, obvio. Es hermosa, imponente, poderosa.

—Espero que no sea lo único que hagas, estoy harta de la gente pasiva, por eso me vine hacia aquí. Luriel al menos hace algo.

Se pone de pie, baja el vaso sobre la mesada, acomoda su cabello, y su corbata. La desajusta. Aprecio que viste un traje muy sensual, y respira profundo cuando ve hacia el montón de gente que está bailando.

—Es perfecto, esa gente emana la energía que necesitamos —dice—. Voy a hacer los círculos de invocación,  buscaré a Zunú, ¿puedes empezar a liberar la ceniza del pindó karaí que preparamos?

—Sí —respondo—. Voy a buscar a Yara y lo hago.

—Bien... —da unos pasos pero retrocede hacia mi y me ve a los ojos—, deja de pensar en ellos, Vega, tu madre se quiere meter en tu cabeza, y no, no lo permitas.

—Debo ser mejor que ella Anastasia...

—Ya lo eres. Y en cuanto al poder lo vas a alcanzar tarde o temprano.

Me pongo de pie, agarro la tableta y le muestro el dibujo.

—Magia del Yvykua —digo—. Yo estoy lejos de esto aún, quizás Luriel e Iracema lo tengan más fácil, fueron entrenados por Arasesa, por ti, Orkias, Zunú, Cariem, Irina... Irama, ¿Y yo? Yo solo tuve a los libros. No puedo relajarme, no puedo dejar de pensar en mi madre, y en querer alcanzarla.

—¿Y crees que estás cerca de su magia? ¿Crees que eres capaz de evitar volver a ser su títere? ¿Tienes tu lealtad con Luriel?

—Ni por si acaso estoy cerca, no volveré a permitir que me use... y Luriel tiene mi vida en sus manos.

Anastasia levanta la cabez y con una sonrisa dibujada me responde.

—Con eso basta. Porque hoy, le vas a jurar incondicionalidad, Vega, eso no lo hace cualquiera. Y ya, vas a ser más poderosa que tu madre, es evidente. Es solo cuestión de prestar atención, descubriste el tipo de magia de Daniel, y yo ni estaba interesada en saber... pero con esa información. Ahora sé que el traidor principal... es de sangre originaria.

—Y sangre real —completo con miedo—. ¿Araresá?

Anastasia ríe, niega y con indignación contesta.

—No, ni Gaia, ni Araresá. La magia del Yvyguy la practican los hombres.

—El rey...

—El puto rey.

Anastasia da un chasquido con la lengua y se retira dejándome sola. Esto es de nuca acabar, siento que estoy en el tablero de ajedrez y yo soy el caballo a quien acaban de acorralar.

Los rebeldes [Libro 4]Where stories live. Discover now