Capítulo 57. Ritual

192 57 38
                                    

Apoyo mis manos en la baranda de la azotea, miro el paisaje de la ciudad. Los días fueron largos y agotadores.

He desperdiciado tanta energía entre los integrantes del pueblo que visitamos y la Cazadora me tuvieron de un extremo a otro. Al menos ellos ahora están a salvo, y su magia también. Espero que puedan re construirse así mismos... al menos eso.

Escucho que la puerta corrediza se abre. Yara se acerca con una lata de cocacola, su cabello en una coleta y el negro de su ropa solo hace que se me asentúe el mal estar.

-Cario -me hace el saludo, yo respondo y tomo la lata de refresco-. Cenit me pidió que te avise... -Se le entrecorta la voz-. Que todo está listo.

-Bien -respondo, abro la lata y bebo del líquido.

-¿Estás seguro que es esto lo que...?

-Sí -la interrumpo

-Bien... solo ten en cuenta que nos vamos a exponer, y que antes de ejecutar algo como esto deberías devolver...

-¿Cómo, Yara? ¿Tú sabes cómo? -pregunto enojado.

-No... -dice y respira profundo.

-Pues en este momento, no nos queda nadie que sepa -grito y arrojo la lata al suelo con rabia.

No tengo ganas de pedir perdón, solo voy a la casa, bajo las escaleras y quedo en la sala.

Todos con sus trajes negros, medallas de ojos y bien peinados. Intento no pensar en mi angustia, ya he tenido demasiada.

-¿Estamos para esto, sí o no? -pregunto.

-Es lo mínimo que podemos hacer -me responde Anastasia quien tiene los ojos rojos-. Es lo mínimo que podemos hacer por ellos.

-¡Gracias! Es todo lo que quiero escuchar. Ahora, si ya no hay objeciones, vamos a ejecutar el ritual mortuorio como lo hemos planificado ¿Alguien tiene dudas?

-No, Cario -responden todos al unísono.

-Para mi es el momento perfecto. -Juanjo dice y se aclara la garganta -. Ya anuncié en la Interapp que hoy hay funeral.

-Bien... ahora ¿Recogen las urnas y nos vamos por favor? -pregunto y me llevo a la boca las uñas y comienzo a morderlas.

-¿Luriel, estás bien? -pregunta Anastasia y yo niego intentando evitar llorar.

-Muchos recuerdos que no quiero... -digo cerrando los ojos y golpeando mi cabeza-. Yo ni siquiera pude hacer esto con mi madre. Estaba tan...

Mi respiración se acelera, el alma se me achica y mi corazón se hace añicos, pero evito derramar lágrimas.

-Pero soy fuerte... soy fuerte, lo puedo hacer.

-Gracias, Cario -me dice dándome un golpecito en la espalda-. Esto significa mucho para mi.

-Lo sé... vamos a hacerlo memorable.

Ana me abraza con fuerza y de nuevo lucho contra el impulso de llorar. Cierro los ojos y la abrazo, cuando siento que Jose se une a nosotros, y luego más y más brazos nos acogen.

Cuando nos soltamos, sabemos que estamos listos para lo que viene.

-Yo pido el favor a Pombero -Rodrigo se seca las lágrimas y pone su mano sobre su tatuaje, invoca a Pombero y pide el favor.

En 5 segundos estamos en medio del bosque.

Juanjo tiene una de las urnas y Gustavo la otra. Ambos se colocan de un extremo a otro del lugar al que llegamos. Estamos en el bosque. En medio de la nada.

-¿Este lugar, te parece Luriel? -pregunta Gus.

-Sí... este lugar es perfecto.

Anastasia se vuelve a acercar a mi, me pone una mano en la espalda, y me susurra palabras de ánimo, yo debería ser quien haga eso, pero la verdad es que solo siento cada segundo que no puedo con esto.

Cuando mamá murió, a penas recuerdo haber sido parte de un insulso ritual. Por qué todos los presentes sabíamos que enterábamos un cascarón y que el alma nisiquiera podría ir al Tapekue.

Muy diferente al ritual del funeral de Itae, en donde cada lágrima era válida porque sabíamos que su alma no quedó como un alma en pena, que la misma Josefina se lo llevó y que estaba en paz cuando partió fe este mundo.

Mamá no tuvo la oportunidad tan siquiera de pensar si iba en paz o no. Solo la secuestraron y ya.

Aun recuerdo a mis hermanos, quienes tenían horas de haber llegado a este mundo, que acababan de desprenderse del pecho de mi madre, que hacia segundos les decía que los amaba y ellos no van a tener la oportunidad de saber jamás lo que se sentían sus abrazos, su olor o el sonido de su voz cuando apoyan su cabeza contra su pecho.

Esas cosas y más hacen que odie tanto a Asturia. Y aunque me digan que fue un accidente, también odio a Iracema. Si ella no hubiera hecho lo de las protecciones... quizás y el muerto sería yo, pero mis hermanos tendrían la calidez de una madre y de un hogar... como mínimo antes de ir al internado.

A veces quisiera fantasear con una vida normal, pero no duro ni un segundo, porque la verdad es que si fuera así... no garantiza que fuera feliz. Se supone que mi vida debía ser perfecta... así, con poderes, con dones, pero la envidia de otros me acorraló y ahora mi misión es hacerles pagar y devolver la verdad a la Colmena o destruirla, lo que suceda primero.

-Invoco a los 7 ¿Te parece? -pregunta Ana. Yo afirmo.

-Voy a dar inicio al ritual -Habla Jose quien tiene en su mano un plato de cáscara de coco y dentro un pigmento hecho con jenipa.

Yara ya está poniendo las velas de naranja uniendo ambas urnas y Rodrigo colocando las fotos y pertenencias de Zunú y Vega frente a cada urna.

-¿Estamos seguros de que queremos esto? -pregunta Gus- ¿Vamos a poder con esto? Con nuestra moral hecha mierda?

-Lo vamos a lograr -le responde Cenit.

-Sí así es -Jose le sonríe -. Lo vamos a lograr. Nosotros podemos con esto.

-Ok, Ok... tienen razón, podemos -dice -. Cario, cuando digas preparo mis flechas para lanzar las al cielo.

-Estoy listo, para oficiar este ritual, aunque me cueste horrores y recuerdos terribles. Como ya dijimos, es lo menos que podemos hacer.

Ana invoca a los 7, con su ritual, estos aparecen y el 7mo me mira, él ya sabe lo que va a ocurrir, él está atento a los pasos que voy a dar. Como debe de ser.

Los rebeldes [Libro 4]Where stories live. Discover now