Capítulo 52. Masacre

231 60 59
                                    

—No piensas saludarme hoy, ¿Verdad? —pregunto mirando a la chica quien se hace una coleta.

—Ya pasamos toda una mañana en el mismo Salón Luriel, no me vengas a joder.

No entiendo como esa actitud me puede encantar tanto, la chica se acomoda un cinturón, y continúa caminando en el sendero del bosque.

A unos 10 pasos se encuentra Yara y Josefina, mucho más adelante el grupo de Zunu, Anastasia, Rodrigo, Juanjo y Cenit. Y tras nuestro Paulo y unos aliados que honestamente no recuerdo nombres, porque no me interesan en este preciso momento.

—¿Pasaste bien anoche? —pregunto y esto hace que Vega ría, pero con indignación.

Me ignora por largos segundos, a medida que el canto de las aves y sus aleteos se intensifican. Recuerdo a la Crux en los brazos de ese chico y esa chica, y el estómago se me hizo un volcán.

—No vas a contestar ¿No?

—Me viste disfrutar Luriel, era parte del ritual —se frena y me mira con burla—. Así como tu, yo me sacie de placer y buenas caricias ¿Era el punto, no?

Esa provocación solo me hace desearla más.

Se voltea y sigue caminado, apresuro mis pasos para ponerme a su lado. Ella sigue mirando al frente. Los haces de luz que entran entre las hojas hacen que sus ojos y sus pecas resalten un montón provocando que su belleza se multiplique.

—¿Sabes que esta misión al ser la primera luego del ritual es muy importante, verdad?

—¡Por los 7! Luriel ¿Qué carajos quieres?

—Qué me hables... que me digas cualquier cosa.

—¿Quieres que te diga cualquier cosa? Bien, puto mujeriego, me estoy tragando mis propias decisiones, porque yo te alejé, porque yo pedí que vivieras tu vida, a sabiendas que iba a morir de celos, ahora... ya lo sabes, déjame en paz.

Sonrío, ella suspira, y continúa su recorrido, no sin antes soltar un quejido de fastidio. Vuelvo a correr tras ella, y esta vez con una sonrisa de oreja a oreja.

—Pero si lo disfruté —remata y eso fue un golpe bajo— ¿Pensaste que solo iba a alimentar tu ego? Es evidente que no. Si quieres hablamos de la fantástico que fue mi noche...

—No quiero —digo serio.

Ella iba a seguir hablando pero la voz de Zunú nos alerta.

—Cuidado —grita el Ario—. Nos siguen, nos observan.

—¿Son los criminales? —pregunta Juanjo.

—No —responde Ana—, pero tampoco parece de espíritus del bosque. Mboirá... haz un paneo.

—Mirena... tú también —ordeno.

Nos empezamos a aglutinar, los tres acompañantes de Paulo y mi equipo. Llamos a Jaguarete, Zunu a Mainumby, y el resto a sus espíritus de combate. Ordenamos lo mismo, que vayan a hacer un recorrido.

Paulo se acerca a mi y habla:

—Creo que no fue tan buena idea venir aquí sin tanta información.

—No necesitamos más información —digo—. Con que los mata abejas dijeran que la misma Carina es proveniente de este pueblo originario... es suficiente.

Miro a Vega y ella está en modo alerta, mira a todas las direcciones, como intentando comprender algo en el ambiente.

—¿Por qué te importa este pueblo? —pregunta uno de los jóvenes que acompaña a Paulo.

Los rebeldes [Libro 4]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora