Capítulo 8. El bien

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Entro al pasillo, como lo llaman aquí, de la Zona vip, porque es un lugar en dónde no están asignados los presos, solo hay pocos, los que pueden pagarlo, por supuesto.

El sonido de mis tacones anuncia mi llegar a todos los que están aquí, algunos se acercan a las rejas en claro silencio, admiran ni figura y vuelven a lo suyo.

Yo sé a dónde voy y que quiero hacer. Así que no muestro ni un poco de dudas en mi andar, por lo que nadie me intenta molestar.

Llego a la celda y veo al hombre sentado en el catre que tiene como cama, leyendo un libro, su cabello está recogido en una coleta  y ufff que bien se ve. Definitivamente a los de La Colmena les vienen bien los años. Hasta ahora no he conocido un solo padre, profesor, miembro o referente de ese lugar que no esté como para comerlo al dedillo.

Aclaro mi garganta él ni se inmuta, solo sigue con su lectura.

—Buenas tardes... —digo, y al fin me mira—. ¿Cómo estás Gianti?

—Danae... mi desgracia, mi karma... —dice sonriendo y a decir verdad me causa enojo.

—También fui un buen polvo... agregado a la lista cuando me vas a describir.

—Ja... —ríe y cierra su libro, se acerca a mi, me mira desde la reja que nos separa y habla—. Yo siempre hago que todo valga la pena. Danae, si crees que la increíble eras tú por ser joven y hermosa —hace un gesto y un sonido para hacerme saber que estoy equivocada—. Pero bueno ¿A qué debo tener tu visita? Y qué debo hacer para que te vayas.

—Estás grosero Gianti ¿Dónde fue tu caballerosidad?

—Por qué tratar con caballerosidad a la arpía que confabuló una mentira para meterme a la cárcel.

—¿Mentira? —pregunto juguetona acercándome a la reja, la mandíbula del hombre está tensa, veo rabia en sus ojos, y enojo—. ¿Es mentira que hallaron en tus terrenos kilos y kilos de coca? ¿Qué hay gente diciendo que trabaja para ti distribuyendo la droga? ¿Mentira que te haz hecho millonario con eso? Y que la muerte de tu ex fue un ajuste de cuentas?

—¡Qué desgracia y que deshonra al honor de la memoria de Solei! Tú no tienes idea de cómo son las cosas en realidad, tu ojo simple y mundano no te permite ver más.

—Pero no me voy a empeñar a hacerte entender. Ni mucho menos a explicarte.

Intenta retroceder pero yo logo atajarle de la mano en el que lleva el libro. Mi mira con enojo, y se suelta con suavidad.

—¿A qué viniste?

—A entrevistarte... y a ver si podemos, revivir algunos recuerdos.

Al decir esas palabras siento mi cuerpo electrificarse al recordar sus manos fuertes en mi cuerpo. ¿Por qué los infieles saben más delicioso?

—No tengo absolutamente nada que contarte, y no quiero revivir nada contigo, aún me sales caro Danae.

—Mortel... no seas agua fiestas —digo con la voz sensual—. Si me dices que sí, los guardias te van a llevar a una sala, más iluminada, relajada y dónde podamos estar solos.

—¿Y tú novio Ross te dio permiso para ello? —se burla—. ¿Sabe cuánto me deseas?

Debería poner un límite, debería ser distante, pero algo en él hace que me comporte como una arrastrada, como si el calor de mi cuerpo va a sobrevivir si y solo si toco su piel.

—¿Cómo sabes que Ross y yo estamos saliendo?

—Yo lo sé todo... así como se que quien te está comprando un periódico muy importante, para tu pertenencia es Franco Asturia ¿También te acostaste con él?

—¿Celoso? —digo y él vuelve a acercase a la reja, me estira hacia él, pone una mano en mi rostro y todo en mi se enciende. Los presos de las otras celdas murmuran improperios, pero me dan igual, yo estoy ida en el agarre de Gianti.

Se acerca a mi oído, apoya sus labios en mi piel y con su voz gruesa susurra.

—Recuerdas todo lo que te hacia, Danae, mis labios en tus pechos, bajando, recorriendo esa línea entre tu ombligo hacia abajo... cómo conseguía que con un par de besos cálidos me suplicaras?

Solo muevo la cabeza afirmando, recordando su lengua, sus manos, su movimiento.

—Pues ahí se quedo, eso es todo, Danae, nunca sentí más nada que placer. Sí fui un ser vil, y egoísta, pero nunca me importaste, ahora menos.

>>No podría estar celoso de alguien quien me da igual. Pero si estoy intentando advertirte de que están en medio de un lugar muy peligroso.

>>Crees que el Narcotrafico me dio dinero, pero no, es algo más grande e inexplicable... y tú te vas a quemar si no sales del medio.

>>por qué a mí no me mueves el piso, pero al menos te mantuve segura, Franco te usa de peón. Y no me va a importar sacrificarte de ser necesario.

—¿Qué podría generar tanta rivalidad si no son las drogas? —pregunto intrigada —¿Tráfico de órganos?

—Tu pequeña mente de pajarito, no podrá comprenderlo. —se burla—. Pero si un día vienes sin el velo y el prejuicio de que mi dinero lo es todo, de que soy una persona más que un pedazo de noticia o un trofeo para la vitrina de tu novio... ese día quizás, podamos hablar y quizás me seas de utilidad.

Mortel voltea, de nuevo va a su catre, y me ignora.

No puedo dejar de hacerme mil preguntas ¿Qué es lo que de verdad hacen los de La Colmena? Y si Mortel tiene razón? Me estoy perdiendo de la verdad? Si Franco tiene una guerra más grande y por eso apresó a Mortel y a Orkias...

Comienzo a irme, recorro de ida el pasillo, y cuando estoy cerca de la salida veo entrar a Orkias sostenido por 2 guardias. Él me mira a los ojos  y yo miro a su tatuaje.

No le me tanguere.

Gianti también lleva un tatuaje así, lo vi cuando me sostuvo y su uniforme se abrió un poco.

Ahora ¿Cómo hago para obtener esa verdad?

Mi celular suena con una llamada entrante al salir del pasillo, la atuendo sin mirar al remitente.

—¿Dónde estás? —pregunta Ross desesperado.

—Estaba...

—¿De verdad fuiste a visitar a Mortel? ¡Ya te dije que no quiero que le hables.

—¿Por?

—Franco me dijo que es peligroso, no quiero que vuelvas a entrar allí, no sin mi, y mucho menos junto a él ¿Entendido?

—Harvey...

—Sí no me vas a hacer caso como ti novio, me vas a hacer caso como el nuevo jefe de operaciones, ¿Ok?

—Ok.

Logro decir y cuelgo la llamada, ahora, no sólo estoy intrigada, si no que segura de que Mortel dice la verdad. ¿Cómo consigo acceder a ella sin que Franco me saque lo que me está prometiendo?

Supongo que debo decidir entre hacer el bien, o hacerme bien.

Los rebeldes [Libro 4]Where stories live. Discover now