60- "Te amo"

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— ¿Te asustan? — Cerré el libro de golpe al sentir la presencia de Dante en mi espalda, me giré y lo encontré hincado, con una rodilla sobre el suelo, inclinado hacia mí, nuestra distancia era de solo unos pocos centímetros. Me costó concentrarme en sus palabras cuando aquellos ojos verdes me miraban tan intensamente, su cabello seguía rebeldemente sobre los anteojos.

Sin poder meditar previamente lo que hacía, levante mi mano para acomodar parte de su cabello hacia atrás, pero las hebras gruesas seguían empecinadas en caer hacia delante. Terco. Cada molécula de su cuerpo era pura terquedad, no pude evitar la diversión que aquello me provocaba.

Volví mis pensamientos hacia lo que tenía a mi alrededor ¿Me asustaban aquellos libros que por poco no contenían la información de mi ciclo menstrual?

Mmmm….

No estaba tan segura de ello como debería haber estado, cierto es, que no es la manera más ortodoxosa de conocer sobre la persona que podría gustarte, tampoco la manera más adecuada de saber sobre alguien, pero la verdad de las cosas es que, en la Mafia, ¿Qué era Ortodoxo y “adecuado”?

— Depende de la razón que haya detrás. — Terminé por responder, manteniéndole la mirada. No tenía dudas sobre los sentimientos o la posesión que Dante proclamaba hacia mi persona, pero tampoco era alguien que expresaba mucho sobre la profundidad de sus sentimientos y eso… 

Me causaba una insana curiosidad. No tenía miedo de él o las razones que haya tenido para hacer una biblioteca psicópata sobre mí, y eso solamente era porque no tenía ni siquiera una pequeña reticencia al saber que él, se cortaría sus propios brazos antes de hacerme cualquier tipo de daño.

Dante agarró mi muñeca que seguía jugando con su cabello y su pulgar acarició la zona donde mi pulso latía cada vez más nervioso.

— Siempre estuve al lado de Pappa después de que te fuiste…— Comenzó a hablar — Él siempre tuvo a investigadores privados detrás de ustedes tres y cuando recibía el informe de tus últimos avances, tu desempeño escolar, tus actividades extracurriculares y todo lo demás, él guardaba una que otra fotografía y luego me ordenaba deshacerme del informe, por precaución. No pude hacerlo. Así que los escaneé, los pasé a formato digital y luego los mandé a encuadernar.

— ¿Por qué?

La mandíbula de Dante se apretó ante mi pregunta, sabía lo que le estaba obligando a verbalizar en voz alta. ¿Era egoísta? Si, ¿Me importaba? No más de las ganas que tenía de que me lo dijera.

Sus ojos se achicaron y me fulminó con la mirada, descubriendo mis viles intenciones.

— Porque tenía que asegurarme que no fueras un dolor de culo para Pappa haciendo alguna estupidez.

— Hijo de …

La ironía que cargaba su voz se filtró como veneno de rabia en mis venas, levanté el libro que reposaba sobre mis piernas y lo levanté, llevándolo directamente a su rostro, dispuesta a romperle la estúpida cara cargada de superioridad. Pero Dante no era la mano derecha de Pappa solo porque era un chico listo, rápidamente me detuvo tomando mis muñecas y segundos después, mi espalda estuvo contra la alfombra, él me inmovilizó con su peso sobre mí y ambas muñecas sujetas por sus manos a los lados de mi rostro. Lo fulminé con la mirada.

— Vuestro detective no era tan bueno. — Dije, entonces, llena de rabia.

— ¿Disculpa? — La voz de Dante se había vuelto una ronca advertencia.

— No vi nada sobre la tarde que perdí mi virginidad…

— Chiara…

— Sobre el escritorio del profesor en el salón de Química, en mi último año de preparatoria. — El agarre sobre mis muñecas fue dolorosamente satisfactorio. La mirada de Dante ardía en furia sobre la mía y su mandíbula debía de estar a punto de romperse. — Pensé que al menos habría algunos detalles sobre cuántas veces me…

Sus labios chocaron contra los míos, bruscos, rabiosos, posesivos, llenos de una lujuria posesiva y dispuesta a hacerme entender lo enojado que estaba, su lengua empujó la mía y se bebió del gemido que me arrebató, presionó su erección contra mi sexo al segundo que sus dientes mordían mi labio inferior hasta sentir el sabor metálico de mi sangre nuevamente en su lengua, o en la mía. No estaba del todo segura. Cuando volví a abrir los ojos me sentía mareada y profundamente excitada, cada músculo duro de su cuerpo presionaba en las zonas blancas correctas de mi anatomía, mi centro palpitaba dolorosamente y a pesar de la rabia que cubría aquellos felinos ojos verdes, pude ver mi creciente hambre reflejada en su mirada. Éramos un espejo reflejando al otro, siempre lo habíamos sido. Con Dante nunca hubo necesidad de una explicación, cuando éramos pequeños, teníamos la habilidad de entender al otro con solo una mirada. Ahora me había dado cuenta de que aquella conexión seguía ahí, la única diferencia, es que me había negado a verlo, conocía a este hombre, MI hombre, y si bien seguía siendo un misterio el ochenta por ciento del tiempo, en los momentos más importantes como aquel, podía saber absolutamente todo de él sin que dijera una sola palabra.

— Era la única forma en la que podías estar cerca de mí. Sentirte cerca de mí. — Susurré contra sus labios, su agarre se apretó aún más en mis muñecas, su mirada verde, felina, tomó una intensidad que me ancló en aquel segundo, en aquel instante insignificante del vasto universo. Podía verlo en él, en sus ojos penetrantes, su mandíbula tensa y cada una de sus acciones desde que había vuelto a Italia hasta aquel mismo momento.  — Era la única forma de tenerme luego de perderme.

— No te había perdido. — Su voz resonó ronca y cargada, absolutista. Le di una sonrisa algo burlona.

— Jamás tuviste el mísero acercamiento hacia mí y si me hubiera quedado en América, probablemente no habría caído por un Italiano que amenazaba con hacer añicos mi estructurado control.

— Puedes repetírtelo hasta que te lo creas, — Dijo con arrogancia y quise patear sus pelotas. — Pero eres mía, te amo desde mucho antes de entender lo que era el amor y nada, ni nadie, habría impedido que finalmente fueras mía.

Parpadee algo sorprendida. Sinceramente, no esperé que lo dijera de forma tan abrupta, considerando que sólo segundos antes había evadido la situación. Sus ojos brillaron con diversión y su sonrisa se ensanchó ante mi perplejidad.

— Tú…

— Te amo. — Aspiré bruscamente y dejé de respirar ante su brusca y nueva declaración. — Deberías acostumbrarte a escucharlo.

Dudaba que eso fuera posible.

Me dejó un sonoro beso en los labios, en mis labios antes de soltar mis muñecas y levantarse en un grácil movimiento. Yo seguía desparramada en el suelo, tratando de asimilar la profundidad descarada de los sentimientos recientemente proclamados por Dante.

Y sobre todo…

Estaba algo confundida conmigo misma por mi propia incapacidad emocional. ¿Por qué no había podido responder como se debía? ¿Amaba a Dante?

Era probable…

Vale, puede que no estuviera del todo segura, pero es que ¿Quién demonios podía estar del todo seguro sobre magna confesión?

“Dante lo está.” Gritó mi conciencia.

Jodido. Puto. Dante.

— Yo…

— No. — Dijo fulminando con la mirada, cortándome de forma tajante. Estiró su mano y la tomé para que me pusiera de pie, a regañadientes. Me estrellé contra su pecho, pero su mirada seguía siendo un poco dura, pero en ella, también había una infinidad de emociones que por más que traté de desenredarlas una por una, me fue imposible. Sus manos rodearon mi cintura. — No lo digas…

“... Hasta que realmente lo sientas”. Comprendí sus palabras mudas.

— Está bien. — Suspiré resignada, sabiendo que tenía razón. Dante no se merecía menos que una admisión sincera de mis emociones. No le daría respuestas a medias.

Nunca más.

Criada por la mafiaWhere stories live. Discover now