18- Un paseo en coche.

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Dante caminó en silencio delante de mí hasta el exterior del edificio. Sin decir palabras alguna abrió la puerta del copiloto, no me miró en ningún segundo. Ni siquiera cuando subió, o comenzó a conducir rumbo a casa.

O al menos eso pensaba.

Durante el trayecto, Dante tenía la mirada fría, inexpresiva, pegada al camino, sus manos se aferraban al volante y casi podía sentir el hielo en el interior del coche, era claro que estaba enojado, aunque sinceramente, no tenía la menor idea de por qué.

¿Acaso no era él quién tenía novia?

Una novia que había estado en casa hace no muchos días.

¿Acaso no era él quien me había rechazado en último minuto la otra noche?

Y más importante aún, habían pasado jodidos dieciséis años y nunca, jamás, me había buscado.

Vale, si talvez, me hubiera preocupado siquiera un mísero segundo en todo el tiempo desde que habíamos dejado el hospital, porque pudiera estar enojado conmigo, todo había sido reemplazado por la rabia. La ira al recordar que el jodido idiota me había provocado la otra noche cuando, muy probablemente, su novia estaba en casa.

Dios… Ni siquiera quería pensar que la chica hubiera estado en la misma habitación.

¿No podía ser tan desquiciado, o si?

—¿Sabes que no tenías el derecho de decirle aquello a Jason, no? —Pregunté rompiendo el hielo, harta de sentirme… Preocupada, incluso cuando estaba furiosa. —No quiero que te vuelvas a inmiscuir en mis asuntos.

El cuero del volante chilló bajo el agarre de sus manos, y yo tuve que hacer un esfuerzo considerablemente consciente, para no estremecerme.

Él no respondió.

Furiosa, decidí continuar.

—No puedes ir por ahí, ahuyentando a los chicos con los que tengo la intención de salir, — Los tendones de su cuello se marcaron de tensión. — No tienes el derecho de actuar como un molesto hermano mayor.

Un tic nervioso hizo temblar levemente su ceja.

—Chiara, guarda silencio.

¡Oh, si claro, como no!

—No necesito tu maldito permiso para decir lo que me venga en gana — solté cruzando los brazos sobre el pecho. — No sé qué demonios estás pensando, pero el que hayamos sido amigos de niños, no te da el derecho de meterte en mi vida amorosa y sexual.

El volante volvió a crujir.

—Me refiero, ¡Joder Dante!, ¡Tienes novia! —Solté finalmente.

—Chiara… —No podría haber habido tono más claro de advertencia.

—No me vengas con eso, no puedes hacer ese tipo de cosas con otras chicas que no sean tu novia, ¿No te importa herir sus sentimientos? — Me quejé, jamás saldría con un hombre que tuviera novia o mujer, aquello era despreciable, sabía lo que era estar del otro lado, ser la mujer engañada, y cuando lo había vivido, había decidido jamás ser aquella mujer, No importaba que tanto me gustara el chico — Cuando me enteré está mañana te quería matar. Por cerdo. Pero… No importa, somos adultos, vamos a olvidar lo que ha pasado y lo dejaremos atrás. Tú arreglarás las cosas con tu novia y yo buscaré a alguien que sí pueda satisfacerme.

El coche se detuvo en seco.

El cinturón de seguridad se apretó con fuerza a mi pecho cuando Dante pisó el freno de una sola vez, solo entonces, me di cuenta de que no estábamos ni siquiera cerca del camino a casa. Estábamos en las montañas a las afueras del pueblo, entre los cientos y cientos de hectáreas cercadas que eran usados por distintos viñedos. Dante se había detenido en un extremo abierto del camino, la colina cortaba pocos metros más haya del coche en un barranco.

Criada por la mafiaWhere stories live. Discover now