55- Crudeza

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Pappa y Pinalli padre, se habían acercado a nosotros cuando Antonio tocó la pantalla unos segundos antes de entregármela a mí. Dante se había tensado notablemente a mi lado y casi podía sentir su mirada taladrándome desde arriba, pero me negaba a mirarlo, no porque no quisiera darle seguridad alguna, sino porque, tenía que mostrarme fuerte, dejar que Antonio creyera que estaba metiéndose en mi curiosidad y que podía doblegarme.

Lamentablemente, para él, no era tan fácil de impresionar.

Apreté la pantalla y esperé a que el video se reprodujera, había tomado un par de pasos de distancia de Dante para erguirme, dí un sorbo a mi copa de vino mientras la pantalla se aclarara, alguien grababa a escondidas desde las rendijas en la parte superior de una habitación, había un hombre amarrado en la silla y estaba claramente golpeado, aun así había escupido a los pies de Dante, no necesitaba escucharlo para saber que lo estaba maldiciendo. En el video, mi pareja se acercó a la mesa y volvió con un cuchillo curvo, se agachó delante de él y presionó levemente la piel ahora desnuda, hice una mueca, aquello era poco eficiente, al menos eso parecía, si su plan era matarlo, solo le daría un par de …

Oh…

Dante enterró el cuchillo.

— Santo Dios… — Nadie se giró al escuchar a mi madre, pero por el tono angustiado de su voz supuse que las náuseas la habían invadido, vi de reojo que Antonio la seguía con la mirada y una sonrisa de satisfacción se dibujaba lentamente en su rostro. Volví mi atención a la pantalla.

La expresión de Dante cambió, minusculamente, pero pude ver el leve palpitar sobre su ceja y la tensión en sus hombros, probablemente nadie más la habría visto, de todas las que había conocido, Dante era la persona que mejor podía esconder sus emociones. Se veía tan seguro de lo que hacía que una parte de mí lo envidió. Dante movió su mano con violencia y la sangre se derramó junto a los órganos del sujeto. Una expresión de sincero alivio cruzó su rostro.

Le devolví la tablet a Antonio y bebí el resto de mi copa de un solo tirón.

— Sé que probablemente te han dicho que serás tratada como reina, pero eres como tu madre, sobrina mía. — Me obligué a mantener mis hombros relajados, no dejaría que ese imbécil supiera que sus palabras me afectaban, "sobrina", jamás pensé que podía odiar tanto una palabra como lo hacía ahora. Bajé mi copa lentamente. — … Sé que son tu familia y son todo lo que conoces, pero también compartimos un lazo de sangre, soy consciente que mi hermano no hizo las cosas del todo bien, pero puedo enmendarlo contigo, puedo darte una salida, mi hermano las quería, Chiara, a ti y a tu hermana, puedo darles todo lo que necesiten fuera de aquí, de la crueldad de este mundo y …

— ¿Eso es todo? — Lo interrumpí dándole mi expresión más aburrida, me giré hacia Dante y comencé a jugar con su corbata con una expresión algo seria — ¿Por qué elegiste ese cuchillo?

Dante pestañeó, el único indicio de que mi reacción lo había sorprendido un poco.

— Pensé que sería mejor para desgarrar la carne, la herida tenía que ser lo suficientemente grande para que sus interiores… Salieran. — Dijo con tranquilidad. Negué con la cabeza y le dí un suave tirón a su corbata hasta dejarlo a la altura de mi rostro. El desafío se instaló en su mirada.

— Novato.

Alguien respiró sonoramente. Dante enmarcó una ceja.

— La distancia que debes cubrir no es mayor a cinco o siete centímetros, como mucho, en caso de una obesidad severa. — Le informé con normalidad, subí mi mano suavemente por su corbata y presioné mis uñas suavemente en su nuca, en una caricia lenta que lo hizo cerrar los ojos unos segundos. Luego lo solté y volví a mi lugar a su lado — La próxima vez usa un cuchillo de hoja calada y dale un par de anticoagulantes antes, botó demasiada sangre, por pura suerte no manchó tus zapatos. En un futuro no tendrás permitido entrar a casa con las suelas sucias Dante Pinalli, es desagradable y trae muchas infecciones.

El silencio cayó entre nosotros.

El padre de Dante explotó en risas solo un segundo después, mi madre estaba tan pálida que pensé que vomitaría ahí mismo y Pappa me miraba con una extraña mezcla de incomprensión y orgullo.

— Tomaré nota, amore mio… — Dijo Dante finalmente y el golpe de su padre sobre la espalda de Dante sonó fuerte. Mi pareja no se movió, pero desvió su mirada aburrida.

El ambiente se volvió relajado una vez más y la mayoría volvió a sus propias conversaciones.

Antonia dio un paso hacia mí y yo encontré su mirada levantando el mentón, mi ceja se burló de él. Su mirada tomó un brillo casi excitado que, por poco, no logró controlar el estremecimiento de terror que me provocó.

— magnificent… Santiago. — Dijo en un tono ronco, pero su mirada me recorrió ahora con una lentitud descarada, sentí rápidamente la mano de Dante en mi cintura, Antonio interrumpió su recorrido y cuando vi de reojo a mi pareja, su máscara había caído por solo unos segundos, y la crudeza asesina envuelta en ira que arremolinaba sus ojos… solo se dejó ver lo suficiente como para hacer que el hombre retrocediera un paso de forma casi inconsciente. Dante recuperó su fachada y yo agradecí no ser la persona destinada de aquella mirada.

— Los dejamos hablar de los viejos buenos tiempos, Madam mia, ¿Me permitiría la siguiente pieza? — Preguntó Dante, levantó su mano libre y sujetó la mía hasta llevarla a sus labios y besó suavemente.

— Por supuesto…









Dante me llevó al centro de la pista, había otras parejas bailando suavemente al ritmo del bolero lento y bajo, yo había apoyado la cabeza en su pecho y cerré los ojos para disfrutar de la cercanía y el movimiento.

— Estás tenso. — Lo acusé cuando no fui capaz de seguir soportando su desconexión con el momento. Sus ojos verdes finalmente me encontraron.

— La verdadera pregunta es “Cómo tú”, puedes estar tan tranquila, — Señaló él con un tono burlón.

— Llevó quince centímetros de tacón, Dante, no me hagas enterrarlo en tu pie. — Lo amenacé y tomé su mentón con fuerza para girarlo de vuelta hacía mí cuando, nuevamente, se había distraído.

Su mandíbula se tensó bajo mi agarre.

— Chiara … — Una advertencia.

— Hay solo un lugar en la tierra en la que puedes hablarme así, amore mio y claramente, este no es. — Le advertí yo. Él cerró los ojos y respiró profundamente, cuando los volvió a abrir, había eliminado un poco de aquella tensión.

— Entonces vamos a ese lugar, porque si sigo aquí pensando en todos esos hijos de puta, en la misma habitación que tú y la inexistencia de tela de bajo de ese vestido… — La amenaza era cruza, baja y ronca, había anhelo de sangre y excitación en la misma medida, ambos cubrían sus ojos y no debería haberme excitado tanto como lo hizo.

— La fiesta….

— Chiara …

Tomé su mano dispuesta a irme, a sacarlo de ahí, sacarnos de ahí, pero una enorme figura se cruzó entre nosotros.

— Muévete. — La voz de Dante denotaba una autoridad intransigente.

— Tranquilo Pinalli. — Dijo con burla Flavio — Madam Livierato, ¿bailaría una sola pieza conmigo? — No quería aceptar, quería escupir la mano que tendió hacia mí y salir pirando de ahí… — Las buenas relaciones también son parte de la próxima cabeza de la familia, Pequeña Chiara…

sabía que era provocación, pero aun así y con reticencia, solté la mano de Dante y tomé la de Flavio.


Criada por la mafiaWhere stories live. Discover now