50- Conclusiones.

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Levantarme a la mañana siguiente no fue tarea sencilla, no solo porque Dante estaba absolutamente aferrado y enredado en mí, una de sus piernas entre mis muslos y ambos brazos a mi alrededor, sino también, porque el aroma de su pecho y su calidez, era una maldita droga que me invitaba a olvidar mis obligaciones en el hospital y el turno larguísimo que tenía por delante, pero por mucho que una parte de mí quisiera mandar todo al carajo y quedarme toda la mañana en aquella burbuja de paz, no podía, no aún al menos.

Así que, con cuidado quirúrgico, me moví lentamente, con absoluto cuidado, hasta que lo que me pareció una eternidad después, estuve fuera de la cama al fin. Me vestí con la misma precisión y aunque sabía que estaba evitando momentáneamente una conversación inevitable, no estaba lista para darle las respuestas que él necesitaba, respuestas a las preguntas mudas que se reflejaban en sus ojos justo antes de que la noche anterior, nos quedaramos dormidos.

Miedo

Esperanza

Absoluta vulnerabilidad…

Aquellas emociones en la mirada de Dante, podrían haber conseguido cualquier cosa de mí la noche anterior, si tan solo él hubiera formulado las preguntas que se reflejaban en su mirada, entonces yo…

Le habría dado cualquier cosa que me hubiera pedido. Y aunque aún quisiera dárselas, —en parte—, necesitaba asegurarme primero que era algo con lo que me sentía completamente conforme, que podía decir que “Sí”, sin miedo a arrepentirme después.

En este caso, saltar al vacío podía ser realmente aterrador, o al menos así se sentía, un viaje sin retorno, una desición permanente. Ni siquiera elegir la especialidad en la escuela de medicina se habia vuelto tan difícil...

Cuando finalmente logré bajar a desayunar, me arrepentí instantáneamente de haberlo hecho. Pappa y mi madre estaban en la mesa comiendo su propio desayuno.

— Buenos días, pequeña Chiara. — Saludó mi padre y mi madre me fulminó con aquella gélida y azul mirada, que tantas veces, la había visto utilizar con sus internos, pero esta vez, había algo más en sus ojos, traición.

— Buenos días — Saludé cansada antes de tomar asiento en mi lugar, Guido apareció por detrás y luego de darme un pequeño guiño, me sirvió mi bendita taza de café.

— Tu Padre me ha contado sus próximos planes para enfrentar a Russo… — Comenzó ella y yo rogué al cielo que por favor me envenenaran con el café. — ¿No te parece que es un poco atrevido y contraproducente considerando tus intenciones de marcharte a lo que termine el semestre? En exactamente …

— Tres semanas, madre. — Respondí en el mismo tono. — Tengo mis razones para hacerlo.

— ¿Las cuales son…? — Insistió ella usando aquel maldito tono burlesco y condescendiente que terminó por aniquilar mi apetito.

Me levanté de la mesa.

— Estoy más atrasada de lo que pensé…

— Tal vez la próxima vez le pidas a Dante que ponga el despertador. — Dijo ella con una voz sínica y burlesca. Dios mío… ¿Cómo alguien podía aguantarla?

— Tal vez lo haga. — Terminé por responder con una enorme sonrisa dedicada completamente a ella, me miró con profunda rabia. — Me voy al hospital, tengan un buen día.

— ¿Cuándo termina tu turno? — Preguntó Pappa luego de que me acercara a besar su mejilla. Algo rápida y mezquina, repetí el acto con mi madre antes de responder.

— Mañana pasado medio día.

— Ven directo a casa, a penas tendrás tiempo para comer algo y arreglarte para la maldita fiesta. — Dijo mi madre mascullando entre dientes. Pude ver como Pappa cubría una sonrisa divertida con su taza antes de beber.

Criada por la mafiaWhere stories live. Discover now