19- Confuso

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El éxtasis desapareció lentamente, dejando mis piernas laxas y un profundo sentimiento de satisfacción, pero la consciencia de la realidad, de lo sucedido, fue como una bofetada.

Dante sintió el segundo exacto en el que mi cuerpo se tensó y retiró su mano de entre mis muslos, y cuando estuve libre de ella, volví rápidamente a mi asiento del copiloto.

Era una estúpida.

No había vuelto a Italia para, estarme revolcando, con el que alguna vez había sido mi amigo de la infancia.

Tenía cosas que hacer…

—Chiara… — La voz de Dante era una orden tranquila, profunda, lo fulminé con la mirada y abrí la puerta del coche, necesitaba espacio, aire limpio que no estuviera infectado con su delicioso perfume masculino.

Di un par de pasos hasta detenerme a menos de un metro del barranco, el viento fresco de la tarde era una bendición a la furia que sentía caliente hasta mi piel.

Cerré los ojos y respiré, tenía que detener aquello que tomaba forma entre Dante y yo, mis planes eran sencillos y concretos. Encontrar a mi verdadero padre, terminar mi internado y viajar a ejercer a cualquier otro país, lejos del legado de mi madre, lejos de la mafia.

Comenzar de cero.

Ser libre…

El sonido de la puerta del coche, al cerrarse, me sacó de mi pequeña meditación.

—Esto no puede volver a suceder. — Me apresuré a decir girándome sobre mis talones. No lo había escuchado acercarse y cuando encontré su mirada, estaba cerca, demasiado cerca, di otro paso atrás en una respuesta casi inconsciente.

—¿Por qué? —Preguntó él manteniendo aquella fría y letal calma.

—No he venido aquí por esto, no quiero esto. —Él me miraba intensamente, tanto que me costaba respirar, o pensar — Porque… ¡Joder, tiene novia!

—¿Estás celosa?

—¡¿Qué?!

No.

Sí.

¿Lo estaba?

—No tengo novias, Chiara. — Dijo entonces él, tan tranquilo como siempre— Había terminado con ella hace semanas, una relación puramente física —Aclaró, yo no quería tener la imagen de Dante con sus amigas para follar, me encontré arrugando la nariz ante la idea. —Ella no se lo tomó muy bien y apareció la otra noche.

—Pero Pappa dijo…

—Pappa no sabía la naturaleza de lo que teníamos, o que yo le había puesto fin. —Esclareció

Guarde silencio, meditando sus palabras, podía entender a qué se refería, joder, yo nunca había tenido algo por el estilo, tenía relaciones serias, algunas largas, otras cortas, algunas amigas mias si tenian ese tipo de "amigos", pero había algo que si tenía más que claro…

—No voy a ser tu jodida amiga sexual. —Aclaré antes de poder siquiera meditar aquellas palabras.

No me debería de haber molestado en decir aquello, ya había decidido que no volvería a pasar, que tenía otras cosas de las que preocuparme…

—No te habría pedido jamás que lo fueras…

—Pero dijiste…. — Antes de poder verlo venir, su mano se cerró en mi nuca y me atrajo hacia él en un brusco movimiento, mis manos pararon en sus hombros.

—Eres mía. Fin de la ecuación.

Y sin hacer el esfuerzo de explicar nada más, su boca se cerró sobre la mía, dura, exigente, calmada, letal. Los dedos de mis pies se curvaron y cuando su boca se separó, un suave suspiro escapó de la mía.


No habíamos intercambiado más palabras desde aquella, suya última declaración de posesión, sobre mí. Habíamos subido al coche en silencio y llevábamos diez minutos sin decir nada, yo no estaba segura de que decir.

¿Me sentía una maldita posesión? ¿Una... Cosa?

No

¿Me había molestado su obsesiva y poco considerada declaración?

Tampoco.

Así que, harta del silencio, opté por comenzar con un tema seguro, algo que me había tenido carcomiendo la curiosidad desde que lo había visto entrar a la sala de urgencias.

—¿Por qué estás… Así? —Señalé con una mano su atuendo demasiado incompleto para lo que, normalmente, me había acostumbrado a ver.

La comisura de sus labios se curvó levemente hacia arriba. Solo unos segundos.

—Me estaba asegurando de lo que pasó la otra noche, no volviera a pasar. —dijo, sin explicar nada realmente.

—Entonces… En medio de lo que sea que estuvieras haciendo, ¿Quedaste mojado y sin tus lentillas de contacto? —Pregunté aún más confundida.

—Exacto.

Solté un bufido, porque al menos eso no había cambiado en él, desde niño siempre había sido el ser más ambiguo que había conocido, para explicar las cosas, a no ser que Pappa le pidiera un informe detallado…

¡Dios!…

Una gota de sudor frío me recorrió la espalda y me estremecí al darme cuenta de aquello que había ignorado hasta aquel segundo.

—Pappa…

Dante comprendió mi aprehensión sin que tuviera que explicarme.

—Yo hablaré con él. Tú… Solo sigue en lo tuyo. —Dijo al cabo de unos segundos.

Aquello me molestó y me tranquilizó, en igual medida. No tenía ninguna intención eufórica de explicarle a Pappa, lo que sea que estuvieras pasando entre nosotros.

¿Era necesario? Sí. La mafia se regía por una ley absoluta.

Lealtad hasta la última gota de sangre. E independiente de las diferencias que estuviéramos viviendo Pappa y yo, él aún me consideraba su hija, legalmente lo era. Salir, o acostarse, a escondidas, con una de ellas, sería considerado una falta de respeto con todas las de ley.

Por otro lado, si aquello que Dante tenía la intención de establecer conmigo, si sus sentimientos eran sinceros, —Si es que realmente tenía sentimientos — ¿No sería correcto asumir juntos las consecuencias?

Jodido. Estúpido. Dante.

Odiaba de sobremanera estar divagando en aquellas cosas sin sentido y completa pérdida de tiempo para mis principales intereses, en vez de estar concentrada en lo importante, lo que me había traído de vuelta a Italia.


—¿Mañana tienes turno? — preguntó cuando estacionaba el coche en el garaje.

—Sí. Turno largo, estaré fuera casi setenta y dos horas. —Dije secamente. Dante me miró fijamente cuando detuvo el coche, yo no perdí tiempo y abrí la puerta para salir.

—¿Chiara?

—Estamos en casa, ¿No? —Pregunté sin mirarlo— No hay que levantar sospechas de quién es tu nueva compañera de cama.

No esperé respuesta, la puerta sonó en un fuerte azoté cuando cerró y yo, me apresuré de vuelta a mi habitación.

Ya era hora de que recuperara la maldita cabeza. Mañana tendría cosas más relevantes que pensar, y averiguar, qué las jodidas intenciones de la mano derecha de Pappa, metiéndose entre mis piernas.

Criada por la mafiaWhere stories live. Discover now