53- Ni ahora, ni nunca.

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En la limusina que nos recogió, solo íbamos cuatro personas, Rodrigo al volante, otro hombre de Pappa que conocía como Aron y atrás, mamá y yo. El camino desde donde estábamos hasta la finca de Russo, en las afueras por el norte de L’aquila, solo era de veinte tres minutos, pero juro que se me hicieron eternos.

— No debes hablar a menos que se te lo pidan, deja que los hombres lleven la conversación, solo estamos de compañía, no fraternices con nadie y mantén una distancia prudente con Dante. — Mi madre no había dejado de ladrar órdenes durante todo el camino y un dolor de cabeza ya comenzaba a nacer entre mis sienes. — Incluso si quieres ser Donna, aprenderás que el lugar de una esposa es en silencio junto a su hombre, tú aún no te has casado, así que nadie más que Pappa puede darte la autorización para hablar, o responder…

— ¡Dios mío, Madre! — Terminé por exasperarme — ¿En qué siglo crees que estamos?

—En el veintiuno, Chiara, este es el mundo que estás escogiendo, esas son las reglas…

— ¡Las reglas están mal!

Una risa burlesca salió de sus labios. Solo logró exasperarme más.

— ¿Por qué crees que me marché con ustedes? — Preguntó entonces, ella ahora, claramente molesta— hice todo lo que estuvo en mi poder para que tú y tu hermana no tuvieran que vivir, esta realidad, y ahora tú vas en bandeja de plata y con una sonrisa complaciente a tomar el papel. ¡Tanto esfuerzo para nada!

— Yo no soy como tú, Dante no espera mi obediencia…

— No seas tonta, Chiara — Dijo ella manteniendo el tono burlón — Será Capo, ¿Acaso ya te dijo que serán “iguales”? ¿Compañeros? ¡Por favor! Tienes un MBA, no puedes ser tan ingenua, La jerarquía en la mafia existe hace siglos y por una razón en específico. El orden. Si el poder se concentra en una sola persona, no hay fuga, no hay desequilibrio. — Habló con una seriedad y convencimiento que me costó trabajo no caer en su argumento — No dudo que Dante te vaya a tratar como una reina, pero jamás serás su igual.

Quise rebatirle, de verdad, pero preferí callar, mi madre había vivido atrocidades que la habían marcado en carne y hueso, ella había estado en la peor parte de la historia, mis razones, mis ideas, jamás tendrían cabida en sus vivencias, en la marca que le dejaron. Y sinceramente, tampoco tenía fuerzas para discutir. Yo decidía confiar en Dante, quiera hacerlo, al menos, pero por si me quedara alguna duda, hoy terminaría por disiparse o aclararse la realidad de lo que podría ser mi futuro a su lado.

El coche se detuvo pocos minutos después de que atravesamos las enormes puertas de la finca fuertemente custodiada por decenas de hombres a lo largo del camino. Esperamos para bajar hasta que Aron y Rodrigo abrieron nuestras puertas y nos ayudaron. La casa era inmensa, una enorme construcción al estilo español, con corredores y altas paredes, los hombres de Pappa nos guiaron al interior donde un mayordomo esperaba por nosotros, Rodrigo delante de ambas y Aron en la retaguardia, por la tensión en sus posturas sabía que estaban listos para cualquier ataque sorpresa.

— Bienvenidas, Donna Livierato, por aquí, por favor. — El hombre de tercera edad y postura recta, nos guió a través de un extenso pasillo con paredes adornadas de preciosas obras de Arte, — La velada se lleva a cabo en el jardín interior—, señaló justo antes de doblar a un pasillo por dónde se escuchaba la música y las risas, las puertas de cristal estaban abiertas de par en par y más allá, decenas de personas en sus mejores galas conversaban y compartían copas, nos detuvimos justo antes de cruzar. — ¿Puedo tomar sus abrigos? — Mi madre asintió y ella fue primero, se quitó de este y su hermosa figura quedó a la vista, enfundada en un vestido color plata que parecía fundido en su piel, ella dió un paso hacia el jardín, pude vislumbrar que Pappa ya se acercaba hacia nosotros, de cerca lo seguía Dante y un hombre que reconocí, a pesar de los años, como su padre. — ¿Señorita? — Volví mi atención hacia el mayordomo y Rodrigo se hizo a un lado dándome paso y dejándome a la vista del exterior, Asentí al momento que me llevé una mano hacia mi guante contrario, y fijé toda mi atención hacia el acto, uno a uno afloje los dedos y finalmente retiré el primero, de repente, las altas risas comenzaron a bajar y cuando retiré el segundo, más allá de las puertas, solo se escuchaba el murmullo y la música del cuarteto de cuerdas. Cuadré los hombros y levanté el mentón, llevando mis manos ahora desnudas, hasta el broche.

— Permítame, Madam. — Dijo entonces Rodrigo, su voz siempre calma y baja, sonó poderosa y cada palabra me acarició con respeto, un leve movimiento para asentir y bajé los brazos, entonces, más allá de las puertas, me encontré con la mirada felina, verde, sus ojos se clavaron en los míos, y no hubo nada más.

La pesada tela de la capa se deslizó por mis hombros, con lentitud y una gracia que no creí posible del huraño mafioso en mi espalda. La mirada de Dante se volvió fuego líquido mientras, de forma completamente descarada, la deslizaba por mis hombros, mi escote desnudo, la tela apretada y mis piernas largas. Tuve que obligarme a respirar con tranquilidad.

Un paso a la vez…

Me repetí y acepté la mano de Rodrigo para bajar los pequeños escalones hacia el jardín interior. El padre de Dante comenzó a decirle algo, pero este, lo ignoró olímpicamente antes de avanzar directamente hacia mí, levantó su mano en mi dirección y Rodrigo me miró también, esperando mi aprobación.

—Gracias, — Le dije a mi fiel escolta, él dió un leve asentimiento antes de retirarse entre la gente, sujeté la mano de Dante, quien la acomodó alrededor de su brazo.

Nuestros ojos no se perdieron hasta que él se acercó levemente a mi oído.

— ¿Qué tipo de ropa interior llevas para que no se note? — Su pregunta hecha susurro me tomó completamente desprevenida y no pude evitar reír levemente. No le devolví la mirada.

—¿No lo sabes? — Pregunté con algo de burla manteniendo el volumen bajo — Cualquier cosa que usara bajo este vestido se marcaría, así que, quedó descartada.

Estoy segura de que escuché la mandíbula de Dante crujir levemente.

—Bruja… — Ronco, su tono se había vuelto ronco.

Caminamos el resto de la corta distancia hacia mis padres y …

Pinalli, Padre.

—Pequeña Chiara, es un gusto verte de nuevo — Dijo el hombre con una sonrisa sincera y ancha, se acercó a mí y recibí ambos besos, uno en cada mejilla — Si necesitas ayuda con este bribón, solo debes pedirla.

Le sonreí abiertamente, el hermano de vida de Pappa siempre había sido como un tío en la familia. Mi madre lo tenía en muy alta estima y jamás había escuchado nada más que cosas afectuosas hacia él.

— Tendré en cuenta su oferta. — Le aseguré. El padre de Dante rió y el hombre a mi lado, que ya había soltado mi mano para dejarme saludar… Me dió una mirada que prometía todo tipo de represalias.

Pappa me dió una mirada llena de orgullo y beso mi mejilla.

— Perfecta. — Susurró, finalmente, mi madre se abstuvo de cualquier comentario y mantuvo su faceta de esposa ideal.

Sentí una sincera lástima por ella.

Un garzón se acercó a nosotros y Dante me dió una copa de vino tinto. Luego de dar el primer trago, recién me atreví a dar una mirada al rededor, todos estaban dispersos en grupos, recibíamos varias miradas y susurros muy poco disimulados, una parte de mí quería mandar todo al demonio y volver a mi bata, a la seguridad del hospital, pero otra parte más fuerte y más obstinada, me obligó a cuadrar los hombros y levantar el mentón, le sostuve la mirada a cada personaje que se atrevió a encontrar la mía.

Ninguno logró hacérmela bajar.

Las mujeres se agrupaban detrás de sus esposos, en el mejor de los casos, junto a ellos en silencio, las chicas más jóvenes siempre estaban uno o dos pasos más atrás, en silencio, mientras los hombres hablaban, todas lucían hermosas y arregladas, pero Valentino tenía razón, solo estaban ahí como bonitos accesorios, medallas para ostentar el poder de cada macho.

“Yo no.” Me dije a mí misma.

“Ni ahora, ni nunca.”

— Pero qué hermoso cuadro llegó a L’aquila… — Antonio Russo se acercó a nuestro pequeño grupo y a su lado, Flavio.



Criada por la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora