51. Bienvenido al Presente. (Final)

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Después de dieciséis años odiando y temiendo al Schwarze Mann, JK debía reconocer que aquel rencor nació de la crudeza de las circunstancias a las que ambos fueron forzados, especialmente desde la ingrata primera vez que vio al alma oscura como tal y lo juzgó como a un monstruo.

Años atrás, cuando 2-T fue azotado por el angst, el deseo de lanzarse al mar lo hubiese matado ante los ojos de su hijo de no ser por la intervención de su amigo del futuro. Lamentablemente, sólo quienes padecían angst por efecto del pacto podían verlo, y la sombra no podía mostrar una forma diferente a la naturaleza oscura y fría de su alma, tampoco comunicarse verbalmente.

Se llevó a 2-T sin tiempo ni chance para dar explicaciones. Inevitablemente, con el terror instalado en el corazón del niño que lo vio, jamás hubiese logrado ganar su confianza. JK debía admitir el papel que jugó su propia necedad, cuán testarudo fue la rechazar al ente que lo buscó cientos de veces, cargándose de cada vez más odio alimentado por el miedo.

En última instancia, cuando ni siquiera Yunki, humano y en vida, fue capaz de convencer a JK de que el Schwarze Mann sólo buscaba romper el pacto para liberar a la humanidad, el plan de la sombra para ganar el favor del joven astrónomo fue forzado a cambiar: con el poco tiempo que le quedaba antes de la llegada del asteroide, recurrió a la más vieja e infalible técnica de manipulación para asegurar sus planes...

El miedo y el odio aseguraron el éxito de su misión.

Durante los últimos meses de la Tierra, el Schwarze Mann dejó a JK creer que buscaba su sufrimiento como venganza. Así se aseguró de que, llegado el momento decisivo, el joven astrónomo prefiriera dejar al planeta morir, sólo para llevarle la contra a los deseos de su declarado enemigo.

Y así pasó; JK hizo exactamente lo que se necesitaba de él.

¿Así iba a pasar, con o sin el esfuerzo del viajero del tiempo?

¿En algún momento tuvieron chance de cambiar las cosas?

El mar de dudas del que el llamado "Schwarze Mann" iba y venía era más oscuro y extenso de lo que él mismo podía descifrar y soportar. Yunki podía ser un alma centenaria, tan desquiciado como sabio, no obstante; jamás se consideró ni mínimamente divino.

Él se esforzó por que las cosas sucedieran tal como se suponía que serían, sacrificando sus propios deseos humanos.

«Ahora entiendo cómo y por qué León Blanco hacía lo que hacía; cumplía, para bien o mal, lo que la humanidad necesitó de él, cuando fue necesario».

Su familia, su corazón, su vida dependía de ello.

Terminada su labor, Yunki decidió dejar el pasado atrás y encaminarse al futuro con lentitud; recuperado lo que realmente le importaba, cada instante por venir sería agradecido a su debido tiempo.

Pasado, presente y futuro son, a fin de cuentas; intercambiables. No significa que estemos destinados a vivir como si todo estuviera escrito, ni siquiera para un alma tan compleja como la de aquel que se aventuró hacia el pasado para conseguir dar sentido a su presente, sino que la conexión entre lo que un alma ha sido, es y será, así como su lugar en la red de almas que es la humanidad, definen su existencia como un evento único e imprescindible en el cosmos.


—Bienvenido al presente, Kookie —la vocecilla juguetona del tío mandarinas era algo que JK hacía mucho no escuchaba.

Se sentó de golpe al despertar del trance, demasiado desorientado y ansioso para responder algo coherente. Sus ojos sólo dieron atención a los girasoles que se extendían hasta... «Hasta el cielo; aquí no hay horizonte», admiró, sus ojos nublándose en lágrimas, esperanzado de ver cumplido su mayor deseo. Ni siquiera se molestó en sacudir la tierra que ensuciaba su camiseta de astronauta; justamente aquella que creyó perder en el pasado remoto, al igual que su habitual ropa de vago, Yunki los recuperó para él a modo de bienvenida.

ÜbermenschWhere stories live. Discover now