El astrónomo JK no está loco; hizo contacto con un alienígena del futuro.
Notificado de un asteroide que se aproxima a la Tierra en el presente, ¿Se convertirá en el héroe que salve el planeta de la colisión?
¿O será egoísta, guardando el secreto c...
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¿Qué hizo Vy tras encarar a JK sin conseguir respuesta? ¿Después de que le faltara el respeto y se disculpara como un completo zopenco?
Drama.
Pena, frustración e ira brotaron al unísono de sus entrañas, mas viendo a su alrededor se contuvo a tiempo, sosteniendo sus adis con ambas manos para no arrancar las pobres plantas a latigazos. En desquite soltó un grito rabioso, caminando a paso pesado directo hacia la casa.
Entró a la sala hecho una calamidad de mocos y lágrimas que mancharon su ropa cual tinta azul neón. «¡Mi blusa a crochet, tejida a mano por Piyo, hecha un desastre!», inhaló encrespado. Sus fluidos corporales eran de aquel bonito color, y literalmente brillaban por atención. Con sólo ver su lastimosa cara en la sala, Agust pasó por alto el sermón que iba a darle e inició el interrogatorio; en un pestañeo la tripulación estaba alrededor del Adia esperando una explicación.
— ¡Alguien m-me gusta! —soltó entre titubeos y sollozos, hecho una bolita en el sofá—. Un poco... mucho. S-se enteró. Se burló y, di-discutimos. No voy, a decir más. No quiero pensar en él. Déjenme solo.
Los demás se miraron, llegando a la misma conclusión; insistir con preguntas sobre la primera desilusión amorosa del menor no tenía sentido, cada quien sabía lo amargas que son y, siendo el "bebito mimado" de la nave, su reacción era exactamente la esperada.
— ¿Cómo que "ya pasará"? —no era la respuesta que esperaba, haciéndolo sentir traicionado— ¡Me duele, me quema, me lastima el corazón y ustedes dicen "ya pasará"!
Vy era bueno con las emociones; las descifraba y entendía sin problemas ¡Era excelente dando consejos! Especialmente si se le concedía tiempo para reflexionar con calma, pero... ¿Controlar sus propias emociones? Aún le faltaban unos años para llegar a eso de forma sana. De momento, tenía claro que reprimir lo que sentía, como hacía JK, era incluso más dañino que estallar como hacía en ese momento. Y... La verdad, tampoco podía evitarlo.
Ofendido en lo más hondo, el Adia subió la escalera golpeando peldaños y barrotes con sus adis. Siguió soltando latigazos contra los muros, la puerta y el suelo. Encerrado de un portazo, se dejó caer a la cama boca abajo, pesado como un saco de piedras que seguía manchando todo con lágrimas de color azul brillante.
Llegadas las 32:00 horas, no estaba en la cama durmiendo como de costumbre, sino ahogando su pena en el gran pote de helado que Gigi le llevó. El mayor de la nave se sentó en la cama frente a él con una sonrisa compasiva, esperando... pacientemente, que el berrinche del corazoncito lastimado cediera y soltara la jugosa información que mataba por poseer, mas su táctica no tuvo resultado.
