34. "Capitán"

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Aún recordando el doloroso golpe que lo hizo perder la consciencia, JK revisó su cuerpo en busca de algún daño. Nada, no encontró nada, no sólo estaba ileso, sino también rebosante de energía, suficiente para participar a gusto de una maratón. Como era su costumbre, mandó a callar las altas expectativas que aceleraron su corazón y esquivó su propia sonrisa.

—Esto es demasiado bueno para ser verdad, fijo algo malo va a pasar. Veamos... Si la voluntad de poder de Vy me arrastró a través de la cuarta dimensión para traerme aquí ¿Soy un fantasma y mi cuerpo...? Oh no ¿Estoy muerto? —razonó encrespado, poniéndose de pie. Sacudió la tierra oscura que se pegaba a su ya andrajoso y holgado pantalón, ese que usaba día y noche sin distinción. «Calma, JK, eres pesimista pero no te pases. Quizá sólo estás alucinando o soñando», inhaló profundo hasta calmarse. Ya compuesto, se alzó de puntillas tratando de superar la altura de los girasoles, siendo inútil— Agh, estúpidas plantas, no veo una mierda —alegó inflando sus mejillas en un mohín— ¿Cómo voy a encontrar a Vy si me estorban? Seguro no sabe la cagada que se ha mandado y debe estar muerto de miedo.

De haber sabido cuán acertada era aquella suposición, hubiese caminado más a prisa en su búsqeda. Mantener la cabeza fría y tratar de discernir dónde estaba la línea que separaba sus alucinaciones de la realidad, era trabajo pesado, por no decir un imposible. Prefirió sacudir un poco la cabeza y entregarse a la idea más amable; pensar que aquello era un sueño.

Los sueños se convirtieron en la amable forma en la que el esquizofrénico aprendió a abordar las situaciones absurdas, un intermedio entre vivir la incoherencia presente, tener control sobre esta y a la vez asumir que no es real. Buscar la "salida" o una forma de despertar, usando su razonamiento lógico y una buena dosis de calma... El truco se lo enseñó Jung, y ya fueran alucinaciones o no, a JK le gustaba intentarlo.

— Al menos es un sueño amigable —debía reconocer, esbozando una primera sonrisa que se borró veloz.

Frunció el ceño al oír crujidos... Observó ¿De dónde venía el suave ruido que lo rodeaba y seguía? El que acalló al detener el paso, y regresó al andar.

— ¿Las flores? —entendió más atento. Los girasoles... ¿Lo estaban siguiendo? No avanzando, sino apuntando sus enormes flores hacia él como si del sol se tratase— ¡Hey! Sé que soy radiante ¡pero no me estén mirando! —advirtió severo. Estaba medio loco, no era novedad, si le hablaba a un alien en su cerebro entonces hablarle a las flores calificaba como normal. Caminó de espaldas, siendo inútil cuando hectáreas de flores apuntaban hacia él manchando el paisaje de amarillo y marrón oscuro a su vista— Se supone que Vy es su sol, su estrella ¡Apunten hacia él! Así me ayudan a encontrarlo... Mmh...

¿Asustado? ¿Por las flores? Sí; el hombre que desafiaba a la tétrica figura de la muerte viéndola a la cara, estaba asustado por un montón de girasoles que, sin cerebro, sólo seguían la fuente de energía más cercana: en este caso él, quien se sobrecargó con el aura del Adia durante su encuentro íntimo.

— ¡Basta! No me llevo con las plantas —alegó enfadado, acelerando el paso para adelantarse al giro de las flores sin conseguirlo; estas volteaban como personas admirando a su rey— ¡Sólo me gusta cortarlas y comerlas! Y que sepan ¡Prefiero el aceite de soja!

Eso de controlar el "sueño" y mantener la calma no se le daba nada bien, en el pasado ni el futuro. Tenía energía para correr una maratón, y esta, invisible a sus ojos, era absorbida por los girasoles a su paso. Cuando comenzó a correr tratando de huir de las plantas mironas, la verdad les hizo un favor, salvándoles la vida tras el golpe que la Nave Verde se acababa de llevar...

Lástima que nadie lo sabía en ese momento, ni él mismo; cuántos kilómetros de siembra lo separaban de la única casa en toda la nave esférica, dentro de la que podría correr días sin hallar mas que girasoles curiosos.

ÜbermenschDonde viven las historias. Descúbrelo ahora