38. Trocito de felicidad (+18).

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-Voy a complacerte -Vy se impuso sin soltar el rostro del humano- ¿Cuál es tu fantasía?

Abierta la posibilidad que él mismo fue a buscar, JK se petrificó nervioso con sus grandes ojos de venado perdidos en algún punto incierto de la habitación, pensando largamente. Vy rodó los ojos con discreción ¿Y decían que él era caprichoso? ¿Cuanta madurez había realmente en el humano? el que cada vez que ponía un pie en su propia felicidad, salía corriendo asustado.

«Quizá fui demasiado directo», consideró el alien. Encendió música en la habitación para su chico, algo familiar; jazz, el mismo que Tete disfrutaba y estuvo presente en la reunión familiar de Rebecca, a JK debía gustarle tanto como a él ¿no? Su ligero vaivén al oírlo fue una satisfactoria confirmación.

-Ah... -el humnano al fin se pronunció, sonriendo como un completo idiota y sin detener el tímido bailecito- ¿Sabes en qué clase de fantasía estoy pensando?

-Sí -«Lamentablemente; sí», contuvo la ironía-. Quieres ir a la sala de control para ver cómo funciona la nave y dónde estamos en el espacio.

-Me conoces bien -rió apenado, sabiendo que aquello no era lo que su chico quería escuchar.

-Lo siento, pero las instalaciones de la coraza exterior y la sala de control no son seguras para animales -puchereó, la sonrisa ilusa de su chico desapareció de golpe. «Ay, humanito», se sintió cruel, acababa de decirle a un niñito que "papá Noel no existía".

-Oh... Entiendo, sólo puedo estar donde guardan a los animales; la granja -sonaba aún peor si lo exponía así.

-Pero aquí estoy yo para ti.

Vy lo había visto triste tantas veces que no soportaba una más. Pensó rápido para complacer su corazón científico ¿JK quería ver el espacio? Lo traería para él. Los tres ojos del alien brillaron en vibrante azul eléctrico al generar una proyección que cubrió toda la habitación ¿Lo que enseñó? El cosmos tal como se veía desde el exterior de la nave a la que su alma estaba vinculada, como si sólo estuvieran ellos dos en el espacio abierto.

Funcionó. Estrellas, nebulosas y la impresionante vista hacia el núcleo de la Vía Láctea eran todo para el estrónomo cuyo primer y más grande amor, por años, fue aquel manto negro salpicado de destellos. Sus ojos se cargaron de ellos, esbozando en su interior el reflejo de un universo aún más grande y hermoso... Fascinado, estrechó la cintura de su querido alien para descansar el mentón en su hombro, andando por la habitación invisible hizo a ambos girar a paso lento, danzando al ritmo de la música.

Vy no perdía el tiempo, cambiando de Jazz a Blues. Un ritmo lento, era el toque ideal para convertir el firme agarre del humano alrededor de su cintura y el suave vaivén en una propuesta sensual... Las estrellas estaban ahí de mironas; él podía cerrar los ojos a gusto y regocijarse, orgulloso de hacer feliz a su amado sin necesidad de entender sus gustos intelectuales.

JK podía mirar el espacio con ojo experto, entendiendo que se hallaban demasiado lejos del sistema solar. A juzgar por el extenso vacío a su derecha, casi salían de la galaxia que acunó a la humanidad... Un par de lágrimas se atoraron en su garganta de sólo pensarlo, estaban tan lejos de "casa" ¿Hacia dónde iba la Etherósfera, huérfana y errante en el espacio? Sacudió la cabeza, prefiriendo no preguntar al respecto ¿A él qué le importaba? siendo ya menos que una persona, un fantasma insignificante, la humanidad no estaba en sus manos... El alma dorada a quien amaba, en cambio; sí lo estaba.

Tras perderse largamente observando estrellas lejanas, el astrónomo puso mayor atención a aquella que estrechaba entre sus brazos. Acarició su nuca, inhaló profundo... Dos contra tres, sus miradas se encontraron bajo la escasa luz de la habitación, la que sólo se reflejaba en ellos.

ÜbermenschWhere stories live. Discover now