26. Film Out.

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Vy intentaba ver una serie en el proyector de la habitación. Comía papas fritas, huevos y carne; llegaba la hora trece en la nave y todo valía para distraer a su pobre cerebro de la soledad. También, de los «irracionales y estúpidos celos».

¿Por qué Loretta se llevaba tan bien con JK? «¡Con mi novio!», el Adia rezongaba, al menos sus adis ya se movían; golpeando la cama por el picor en sus entrañas. La hija de Yunki era ruidosa, grosera, impertinente, burlona «¡Es una víbora!», así la veía Vy, receloso del evidente favoritismo que su novio guardaba por la mujer. Y no; no se trataba de simple paranoia, el humano buscaba a la chica la mayor parte del tiempo, volviéndose extrañamente sociable a su lado.

En su frustración, el joven Adia no caía en cuenta de lo que en realidad pasaba; diez años menor que Loretta, JK siempre admiró su exagerada personalidad, su humor ácido e irónico, y jamás olvidaría que, a pesar de la diferencia de edades, ella solía jugar con él y sus demás "primos" como si fuesen iguales. Simplemente era su prima favorita, con quien siempre quiso, pero no se permitió divertirse libremente hasta aquella instancia. Ya sin nada que ocultar, su amistad estallaba cual almas gemelas, especialmente aquella tarde cuando el humor de JK brillaba como nunca, volviéndolo ruidoso y divertido.

Faltaba sólo una hora para visitar el observatorio con su papá y su hermana; como era de esperarse, estaba sumamente ilusionado y aquello se reflejaba en su radiante ánimo.

— Y yo aquí amargado —puchereó Vy sin poder evitar oír la fuerte risa de su chico. No había podido poner atención a su serie en absoluto, sólo seguía tragando comida y sus miserias.

La radiación fue apagada, lo sintió en su piel, por lo que dirigió su mirada a la puerta.

— ¡Vy! —Gigi entró con prisa, esbozando una sonrisa compasiva que desconcertó al chiquillo. Se acercó para enseñarle una proyección en su mano; se trataba de un documento ilegible para él— Mira, tengo el resultado de tu examen.

— Oh —«¿Y se supone que lo entienda?», rodó los ojos; no estaba de humor para información poco clara— ¿Qué pasa con eso? ¿Me estoy muriendo?

— ¡Ay, ridículo! —el cuidador le dejó un manotazo en la cabeza— ¡No lo digas ni en broma! Según el examen, tus niveles de... Ok —asintió cortando su explicación; Vy quería oír algo entendible, no la extensa explicación médica—. Dice que estás bien; biológicamente bien.

— ¿Te parece que esté bien? —sardónico, alzó los hombros.

— Iré por el vinagre —le señaló el rostro; aquella era una amenaza seria, no toleraba los malos modos, ni siquiera de parte de su capitán.

— ¡No~! Lo siento, Gigi. Pero explícame, por favor ¿Por qué me siento tan mal si, en teoría, estoy bien? Mi cerebro no quiere trabajar y mi cuerpo pesa~ —lloriqueó mañoso, derritiéndose a un costado.

— Tu cuerpo está bien. Tu alma, en cambio; no. Pierdes energía porque estás deprimido y, al recibir constantemente la energía del reactor, la desechas inconscientemente esperando más, como si así fuese a saciar el "vacío" que sientes. Es la versión Adia de comer o beber sin parar para pasar las penas.

— ¿Todo esto? —incrédulo señaló su propia piel malograda—, mi mal aspecto y esta sensación horrible ¿Sólo porque estoy triste?

Estar triste es una gran razón —sermoneó—, no porque esté en tu mente es menos importante ¿Quién eres y qué hiciste con mi niño? Vy, eres un chico listo, jamás hubieras puesto en duda algo así.

— Ay, sí —encogido, debía admitir que era cierto ¿Por qué de pronto restaba importancia a la salud mental?

— Es porque se trata de ti mismo —Su cuidador lo sabía, por ello no se enfadaba y acarició su mejilla al verlo abatido—. Has ayudado a otros sin dudar, pero te olvidaste del más importante; tú. Es la primera vez que vives emociones tan fuertes, es entendible que te descompenses.

ÜbermenschDonde viven las historias. Descúbrelo ahora