55♧-《Tía Dalma》

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PRÓLOGO

Isis Salazar llevaba cumplidos tres meses siendo parte de la tripulación del Perla. Enfrentando algunas batallas por disputas entre territorios piratas, sobreviviendo ante días de hambre y tormentas que parecían marcar el final. Casi le parecía que todo era un sueño, aún. Escribía cada detalle, como siempre lo hizo, en un diario de viaje y de sentimientos, donde explicaba la incertidumbre, lo terrible del hambre a medio océano, las alegres noches de fiesta en el barco con un poco de ron en su cabeza y la pasión que Jack le ofrecía.

Pero cada que podía, miraba hacia el horizonte, aprendió a leer el mapa de las estrellas, como lo hacían los marineros de experiencia y su corazón español anhelaba ir hacia el Este. Reencontrarse con su pasado y con los que se habían convertido en su familia. Respiraba profundo para tratar de ocultar ese sentimiento.

- ¿Eres feliz? – le preguntó Jack, abrazándola por la cintura, una de esas noches donde ella manejaba el barco y miraba hacia lo que era imperceptible para los ojos.

- ¿Por qué me preguntas eso? – contestó confundida.

- No es la primera vez que te encuentro en estas circunstancias. Ves siempre hacia esa dirección. – señaló Jack. – España.

- Es inevitable preguntarme muchas cosas acerca de mi pasado.

- Definitivamente sería muy distinto tu presente si vivieras ahí. – Jack tomó una respiración profunda y lo soltó, diciendo. – Oye, quiero que conozcas a alguien, ¿me dejarías presentártela?

- Ah, es mujer. – contestó Isis, con una sonrisa de complicidad.

- Sólo espero no recibir una cachetada de su parte. He sido bueno con ella... o eso creo.

- Me extrañaría si no la recibieras. – rio Isis, pensando en las múltiples cachetadas que había recibido Jack en esos meses. El Capitán hizo un gesto que demostraba inseguridad.

- Digamos que ahora es más una amiga y consejera que eso que estás pensando.

- Tengo mis reservas. – lo vio con cierta duda y una sonrisa en sus labios. Jack rió.

- ¿Aceptas ir de visita? Es importante para mí, y... creo que también lo será para ti.

- ¿A qué te refieres?

- Lo descubriremos... – sonrió y tomó las manos de Isis, poniéndolas frente a sus labios, las besó. – Juntos.

- Juntos. – repitió ella, ilusionada.

- Marque el rumbo, oficial. – ordenó Jack.

- Como usted mande, Capitán. – se irguió la joven.

*******

En el río Pantano, iba en pequeños botes la tripulación del Perla Negra. Isis se sentía confundida aún. Habían pasado casi cinco días después de aquella charla con Jack, pero él no le daba indicios de nada. No entendía qué de importante tenía el hecho de visitar a aquella mujer. ¿Sería su madre? ¿Su abuela? ¿Una examante? ¿Una bruja? Sintió cómo la ansiedad se apoderaba de ella, pues recordó a Shansa, su profecía y todo lo que ella había predicho, que efectivamente se cumplió.

Iba totalmente rígida, viendo cada detalle a su alrededor. Conforme se adentraban en el río, los manglares oscurecían más y más el paisaje, pequeñas chozas construidas sobre el río aparecían y una que otra persona sostenida de los manglares los observaba, mas no se le veía el rostro. Producía escalofríos. Hasta que llegaron al final del río, detuvieron los botes frente a una de esas chozas y Jack fue el primero en bajar. Al ver los rostros de temor en su tripulación, sonrió.

- No teman, tía Dalma y yo somos muy unidos, como uña y mugre... inseparables. – se vanaglorió el Capitán. – O éramos... fuimos... hace tiempo.

- Estoy contigo, Jack. – lo apoyó Gibbs.

- Me preocupa que yo ya no lo esté. – dijo taciturno y dirigió su mirada a Isis. – Pero es necesario. – Isis lo vio con sus ojos muy abiertos y mil preguntas en su cabeza.

- Cuida el bote. – dijo Isis a Ragetti.

- Cuida el bote. – siguió Raquetti a Pintel.

- Cuida el bote. – continuó Pintel a Martin.

- Cuida el bote. – respondió Martin, dirigiéndose a Cotton.

- Cuida el bote. – finalizó el loro de Cotton, no quedándole más a este que sentarse a esperar a que todos salieran de la empresa.

Jack comenzó a subir por una pequeña escalera hacia la choza, detrás de él iba Gibbs y detrás de él, Isis. El Capitán llamó a la puerta y abrió lentamente. Lo recibieron unos ojos oscuros que estaban atentos a las posiciones de unos caracoles.

- Jack Sparrow. – dijo alegre y se puso de pie, lentamente. Agarró su vestido y caminó hacia él.

- Tía Dalma. – saludó el Capitán.

- Siempre supe que el viento te traería de vuelta hacia mí, algún día. – e iba a abrazarlo, cuando vio que Isis levantaba su rostro y poco a poco se desvaneció la sonrisa en su rostro. Entonces, Jack y Gibbs se voltearon a ver. Tía Dalma se acercó poco a poco a la joven, con un rostro enternecido. Isis estaba aún más confundida. – Tú... – dijo, sin despegar su mirada. – Isis... Salazar. – su voz se quebró un poco.

- Hola... – saludó Isis, con cierta duda. Buscando una explicación en el rostro de Jack, que no encontró en ese momento. – ¿Cómo sabe mi nombre?

- Mi niña adorada. – respondió Tía Dalma, acariciando el rostro de Isis.

- ¿Perdón?

FIN.

La venganza de la diosa - PDC | Jack SparrowWhere stories live. Discover now