38♧ -《Soy una pirata》

108 14 1
                                    

- ¡Lo que hiciste fue salvaje! – llegó diciendo Isis cuando los oficiales la llevaron al camarote; ahí se encontraba Fernando apoyado en el escritorio, de espaldas hacia la puerta.

- Déjenme solo con la señorita Salazar. – respondió el Capitán, los guardias salieron y cerraron la puerta tras ellos.

- No tenías por qué haberle pegado a Jack.

- No escuchaste las estupideces que decía. – Negó con la cabeza.

- ¿Qué te pasa? – preguntó Isis, cerca de él con temor. – No eres el Fernando que conocí.

- Ni tú, la Isis que yo creí que eras. – volteó a verla.

- Bueno perdón, ¿vale? Estos meses han sido vertiginosos. No sé cómo reaccionar aún frente a todo.

- Creí que pedirías estar conmigo a escondidas de los guardias, de Jack... teniendo la oportunidad, aquí. Ya sabes... pensé que estarías incómoda con él allá abajo y parece todo lo contrario. Era como si estuvieras a gusto, como si lo prefirieras antes que a mí, ¡a mí, Isis! ¡Soy tu prometido! O era... – dijo, desanimado. – No sé qué pensar ahora. Te puse en bandeja de plata para ese maldito pirata.

- Fernando, cuando encontré a mi padre, hablé con Santos también.

- ¿Qué le dijiste? – respondió con sus ojos muy abiertos.

- Todo. ¿Y sabes qué es lo irónico? Fue mucho más comprensivo que tú, al enterarse que me había comprometido contigo, que había estado con piratas... eso no le importó si quiera. Fue dulce – Isis comenzaba a quebrarse. – Le dije que, si volvíamos a Cádiz, me casaría con él.

- ¿Ibas a dejarme?

- Él era mi prometido antes de que sucediera la tragedia. Claro que iba a dejarte por él, era perfecto.

- No, tú no lo conocías.

- ¿Alguna vez te comentó sobre nuestra relación?

- No. – dijo confundido. – ¿A qué viene esto?

- Que, quien no lo conocía realmente eras tú. Con Santos pasaron muchas cosas hermosas, que contigo ni en sueños lo lograría. Me escuchaba, era dulce, me trataba bien, me comprendía, me tomaba en cuenta para las decisiones, ¿y tú? Toda la vida, desde que te hable de mi temor por Barbanegra... sí era una estupidez infantil si quieres, pero siempre minimizaste lo que pensaba y sentía. Los rumores de mi padre... me creíste loca por un momento, ¿no es cierto? Te avergonzaste de mí, frente a todos los de la Marina Española, en lugar de apoyarme.

- Entonces, ¿por qué aceptaste casarte conmigo?

- Porque era lo que me correspondía como mujer. Eras tú o un desconocido que me trataría peor. El pueblo hablaba de mí, decían que estaba loca por la soledad, me trataban de mujerzuela, que metía hombres de la Marina a mi casa, que iba a terminar de prostituta, ¡estaba harta! Casarme era la opción que tenía para asegurar mi futuro como una mujer respetable, como la hija del Capitán Salazar, y así no perdería mi casa en Fuerteventura.

- Nunca me amaste.

- Sí, te amé en los momentos más difíciles, porque ahí estuviste incondicional. Esos años sin Santos, sin mis padres... Pero no puedo seguir engañándote y mintiéndome. Los sentimientos que tengo por ti, el amor que siento por ti es por la amistad que nos une desde pequeños.

- Así que... ¿esto es lo que quieres? – preguntó, notablemente dolido. Fernando trataba de ocultar sus lágrimas, respirando profundo. – ¿Te volverás algo que tu padre desaprobaría?

- Mi padre ya no está, y me duele, pero no trates de usar su memoria para manipularme.

- Pasó algo con Sparrow, ¿cierto?

- Desde esa noche, en mis quince años... Jack causó algo en mí. No pensé que, al hacer toda esta travesía, lo iba a encontrar y surgiría esto...

- Pero... es un pirata.

- Así fuera un carpintero o un conde, lo que me interesa es él, no su imagen frente a tus ojos. No puedes obligarme a sentir algo por ti... ya no. Conocí la libertad, Fernando.

- ¿Y qué harás? Al llegar a Port Royal, tendré que decirle a Beckett que eres mi prometida y Jack morirá en la horca.

- Si crees que lo correcto es que me presentes ante Beckett como una pirata, está bien. Lo aceptaré. – respondió con su frente en alto.

- No... no podría dejar que eso pasara teniendo la decisión en mis manos. Pero Jack, no entra en este acuerdo. – respiró. Isis no dijo nada al respecto, sabía que Jack escaparía de una u otra forma. – Bien, hablaré con Beckett, todo seguirá igual que antes. Regresaremos a Cádiz y luego serás libre de hacer lo que desees. De todas maneras, ese imbécil estará muerto para entonces.

- Aprendí que, si no tengo nada que darte a cambio así que, debo aceptar el trato, así que... – extendió su mano. – Tenemos un acuerdo. – Fernando la vio con extrañeza, pero accedió a estrechar su mano. 

- ¿Serás feliz sin Jack, volviendo a Cádiz?

- Encontraré la manera. – aseguró, con una sonrisa. – Soy una pirata. 

La venganza de la diosa - PDC | Jack SparrowWhere stories live. Discover now