49♧ -《Escape de la horca》

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El motín comenzó en el lado sur de la horca, a las espaldas del verdugo y de Jack. Todos los observadores comenzaron a caer, incluso los guardias cuando quisieron reaccionar ya estaban de bruces en el suelo. Alguien había lanzado una cuchilla hacia la soga de la que Jack colgaría y eso le permitió lanzarse por un lado de la tarima con un giro acrobático que lo hizo caer sobre su estómago. Uno de los guardias lo enfrentó y el otro trataba de sostenerlo, pero solo fue el apoyo perfecto para que Jack pudiera cortar la soga que sujetaba sus manos, se lanzó al suelo y con esa misma jugada cortó la de sus pies, quedando totalmente libre. Un hombre regordete vestido con casaca roja le lanzó una espada a Jack y pudo enfrentarse a los otros guardias que iban por él.

- ¡Gibbs! ¡Isis está en el Palacio! – gritó Jack.

- ¡Ayuda! ¡Ayuda! – pasó diciendo el loro de Cotton frente a ellos.

- Me temo que ya no, Jack. – dijo Gibbs, viendo hacia el palacio, donde había un caos y los tres lugares estaban vacíos.

- ¡Hay que ir por ella!

- ¡Hay que ir al Perla! – repuso el contramaestre mientras ambos enfrentaban a los guardias.

- Pero... no, no otra vez, ¡No, Gibbs!

- ¡Yo sé lo que te digo!

A regañadientes, Jack accedió y corrió hacia donde se encontraría el mar, para salir al Perla. La multitud ya se había disipado lo suficiente gracias a los disparos que Pintel y Ragetti habían lanzado al aire, y ni mencionar que también espantaban con su físico. Martin, el pequeño hombre, había preparado un pequeño cañón con ayuda de Cotton que espantó a un buen grupo de soldados. De manera que cuando no vieron más a Jack pendiendo de la cuerda, todos salieron corriendo hacia la playa. Justo atrás de un peñón, aparecía majestuosamente el Perla Negra. Todos se juntaron en un bote que estaba amarrado al muelle y remaban hacia mar abierto.

- Tenemos que ir por Isis, Gibbs. – ordenó Jack.

- Martin, ¿viste qué sucedió? – desvió la pregunta el contramaestre. 

- El Capitán la sujetó con fuerza. – respondió. – Luego, varios de sus hombres corrieron hacia ella y la desmayaron con algo. Lo siguiente que vi, es que la llevaban cargada.

- ¡Maldita sea! La secuestrará – se quejó el Capitán Sparrow.

- Rogers era de los nuestros, seguro vio hacia dónde la llevaron. – sugirió Gibbs, viendo a la playa.

- ¿Y dónde está?

- Ahí viene el pobre diablo. – un hombre tiró la casaca roja hacia la arena y se lanzó al agua. Nadó hacia el bote con urgencia, hasta que finalmente los alcanzó. – ¿Qué tienes?

- La llevaron con ellos. – respondió agitado el antiguo soldado, subiendo al bote con ayuda de Gibbs y Ragetti.

- ¿En cuál?

- El Conquerer, señor. Beckett va con ellos.

- Desgraciado. – murmuró Gibbs.

- ¡Apresúrense! Tenemos que ir tras mi tesoro. – Mandó el capitán Jack Sparrow con seriedad.

- ¡Sí, señor! – contestaron sus marineros.

La tripulación que se había quedado a bordo del Perla lanzó un cabo para que los del bote subieran al barco. Uno a uno, fueron a tomar sus puestos para emprender la marcha.

- Gracias, Rogers. – dijo Gibbs, cuando se instalaron nuevamente.

- Gracias, Rogers. – repitió el loro de Cotton.

- ¿Y cuándo zarpa el bendito Conquerer? – preguntó Jack, terminando de colocarse sus pertenencias, entre ellos: su abrigo de piel café, sus armas, un catalejo y su sombrero.

- En unos minutos. El motín los retrasó un poco, pero no tardará. – respondió Rogers. – Beckett quería partir con ellos por si el Capitán se robaba la nave o si existía algún ataque de piratas.

- Y si no lo iban a tener, ahora lo tendrán. – aseguró Jack viendo hacia el horizonte y una sonrisa de astucia.

- Debemos esperar a que se adelanten un poco, Jack. – sugirió Gibbs.

- Les daré unas horas deventaja. De cualquier manera, en el océano no hay salida, más que el fondo. Yahí es a donde los voy a mandar. 

La venganza de la diosa - PDC | Jack SparrowWhere stories live. Discover now