06♤ - 《Maldita cláusula》

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Isis aprovechó que era la homenajeada para comer, bailar, y charlar como nunca con los invitados, hasta el final de la fiesta. Le importaba poco lo que la sociedad pensara de ella y eso le preocupaba a su madre, mas no a su padre. Terminó cansada, sentada en la mesa principal, quitándose los zapatos a escondidas de Doña Inés, suspiró de alivio. Su descanso se vio interrumpido por el Capitán Salazar, quien llegaba a sentarse a su lado, orgulloso al ver que todo había salido perfecto.

- ¿Te ha gustado?

- ¡Más que eso, padre! Fui muy feliz.

- Y todavía falta tu obsequio.

- ¿Hay más? - sintió la curiosidad invadiéndole el estómago.

- Pues claro. Mereces esto, lo que te obsequiaré, el cielo, las estrellas... Llevas el nombre de una diosa, nunca te conformes con tan poco, Isis.

Isis hizo un gesto en sus labios como niña pequeña, a punto de llorar. Estaba muy enternecida por lo que su padre había dicho. No podía ser más afortunada y privilegiada por tanto amor. El Capitán, esperó a que se fuera del salón hasta el último invitado, para entregarle el regalo tan esperado a su hija. Doña Inés y el padre de Isis, se sentaron frente a ella, contentos y un poco cansados. Santos aún se encontraban ahí, como hombre de confianza, para verificar que nadie entrara, mientras la familia compartía el momento. Fernando, por su lado despedía a los últimos invitados fuera de la Marina Real.

- Mi amada hija. - comenzó Doña Inés, tomándole las manos. - Hace tan poco yo te podía cargar en mis brazos y mírate ahora, tan hermosa, llena de bendiciones. Inteligente... y un poco rebelde, he de decir. Pero estoy feliz de que hayas llegado a esta edad. - suspiró. - Pase lo que pase, siempre estaré para ti.

- Gracias, madre. - sonrió la hija.

- Isis, eres lo más valioso de nuestras vidas. - continuó su padre. - Nunca olvides quién eres, lo que vales y lo que tienes. Como te dije, tu nombre no fue en vano. Así que, este regalo es tuyo. - el Capitán sacó del bolsillo interior de su chaqueta un pergamino pequeño y se lo ofreció a Isis.

La joven tomó ansiosa el papel y lo leyó atentamente. En él, había una escritura sobre una propiedad, a su nombre. Que, al ver el lugar, saltó de emoción.

- ¿Una casa... en Las Canarias? - preguntó para confirmar lo que leía.

- Nada menos. - respondió su padre, complacido.

- ¡No puede ser! - saltó hacia sus padres y los abrazó. - ¡Gracias, gracias, gracias!

- Pero, pero... hay una cláusula, ¿ya la leíste?

- ¿Cláusula?

- No podrás tomar posesión, hasta que te cases.

- ¿Qué? - borró la sonrisa de su rostro. - Pero, ni pretendiente tengo.

- Bueno... eso puede solucionarse. - interrumpió una voz, tras ella.

- ¿Disculpa? - se indignó Isis, viéndolo molesta.

- ¿Qué quieres decir, Santos? - preguntó el Capitán Salazar, confundido.

- Señor. - llegó diciendo el joven teniente. - Desde hace un tiempo, he querido hablar con usted, sobre Isis. Pero, nunca reúno valor suficiente. Y creo que este momento es oportuno para expresarle lo que siento por su hija.

- Esto no puede estar pasándome. - murmuró Isis abochornada con esa confesión.

- Sí, Isis. - el joven tomó su mano. - Eres una doncella muy hermosa, vienes de una familia respetable y... quiero decirte aquí, frente a tus padres que siento algo muy fuerte hacia ti. Crecimos juntos, te conozco muy bien y por eso sé que no quiero a nadie más por esposa, sólo a ti.

La venganza de la diosa - PDC | Jack SparrowWhere stories live. Discover now