48♧ -《La trifulca》

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Beckett les indicó los lugares que debían tomar. Efectivamente, desde allí se podía ver perfectamente la horca, pero no sabía si Jack la vería. Se tronaba los dedos cada poco, retorcía sus manos, estiraba su cuello para buscar a la tripulación y no hacía un mínimo esfuerzo por ocultar su nerviosismo.

- ¿Nerviosa? – preguntó Beckett.

- Sí, señor. Es que... nunca he estado en un acto de estos.

- No es muy agradable. Pero se sentirá tranquila cuando vea que por fin ha terminado con lo que su padre deseaba.

- Claro. – aceptó Isis.

El bullicio comenzó y vio cuando unos diez guardias rodeaban la tarima donde se encontraba la horca y otra fila interminable de ellos, pasó entre la multitud interponiéndose para que éstos no atacaran a Jack o al verdugo, quien fue el primero en subir y la gente le aplaudía como a un héroe. Al minuto, empezaba el abucheo generalizado. Isis se levantó de su silla casi totalmente para ver lo que ocurría, sabía que se trataba de Jack. las personas se arremolinaban para verlo de cerca o gritarle de cosas. Iba custodiado por otros seis guardias. Había casacas rojas por todos lados, pero Isis seguía sin ver a alguien familiar.

Uno de los guardias se encargó de poner la cuerda alrededor del cuello de Jack, quien no opuso resistencia en absoluto, solo veía para todos lados, como buscando a alguien, hasta que finalmente la halló, entre Fernando y Lord Cutler Beckett, sonrió como quien encuentra oro, sabía que ella no le fallaría, aunque todo estaba un tanto complicado a su parecer. Isis se encontraba lejos, poco viable para que huyeran juntos, tendría que idear otro plan rápidamente para rescatarla de esas garras. Finalmente, Isis hizo contacto visual con Jack y ella le señaló disimuladamente a ambos hombres, Jack negó con la cabeza, manteniendo su sonrisa. Él pensaba, además, en lo hermosa que lucía esa mañana, le recordaba mucho al día que la conoció.

El mismo guardia que puso la soga en el cuello de Jack, fue el encargado de leer los cargos de los que se le acusaba al Capitán. Cabe mencionar que, en ninguno de esos, se mencionaba "piratería". Fernando tenía razón y Beckett había cumplido. Sin embargo, sí estaba "secuestro", "intento de asesinato", "traición a la Corona Española", entre otros. Una lista que el director de la East India Trading Company venía guardando desde hacía muchos años.

Isis tragaba saliva desesperadamente con cada cargo que se leía, y nadie del Perla daba sus luces. Hasta que un guacamayo azul voló por encima de la multitud y se detuvo en el barandal donde Isis se encontraba sentada, al lado de sus dos verdugos. Ella sonrió de alivio. Esa era la señal. Era el ave de Cotton.

- ¿No les parece maravilloso? – preguntó emocionada. – Es una bella ave.

- Dead men tell no tales. – dijo el guacamayo de manera rítmica.

- ¿Cómo es que...? – preguntó Fernando sorprendido con el ceño fruncido, reconocía la frase, aunque no estuviera en su idioma natal. Al siguiente segundo vio a Isis, entrando en razón. Entendió que esa ave era del barco de Sparrow. Y justo en ese momento, comenzó la agitación entre la multitud.

- ¿Qué? – dijo Beckett tenso, poniéndose de pie. – No puede ser.

- ¡Isis! – le llamó Fernando, casi como una reprimenda. Estaba furioso.

- ¡De Torres, Salazar, al barco! – ordenó Beckett antes de irse.

- Sí, señor. – respondió el Capitán. En ese momento, Isis intentó correr.

- ¡No! – gritó la joven, mientras Fernando la tomaba fuertemente de la cintura, antes de que pudiera escapar, arrastrándola hacia donde Beckett había salido. – ¡Jack! ¡Jack! ¡Ayuda! – Isis lanzaba patadas y peso en contra para no ser llevada por Fernando.

- ¡Vamos! – gritó Fernando y les ordenó a unos guardias que lo ayudaran a sacarla.

- ¡Ve! ¡Busca a Cotton! – gritó Isis hacia el loro.

- ¡Ayuda! ¡Ayuda! – decía el loro antes de irse volando hacia el mar.

Luego de eso, alguien cubrió la boca y nariz de Isis con un pañuelo, ella inhaló y pronto todo se desvanecía frente a ella.

La venganza de la diosa - PDC | Jack SparrowWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu