10♧ - 《Isis y Jack... recuperar el tesoro》

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     Aquella noche, Isis no podía conciliar el sueño. Los pensamientos llegaban uno tras otro, como los golpes del Kraken, en su cabeza. No tenía un segundo de paz, cada vez eran más violentos. Hasta que se desesperó y se sentó sobre la tabla que dormía.

Pensaba en qué había pasado con Fernando e imaginaba las posibles muertes: ahogado, succionado por la fuerza del barco, golpeado por un mástil, devorado por el Kraken, soterrado por los escombros del Princesa. También le venía a su mente Cristóbal, ¿cómo le estaría yendo? Seguramente tomaría posesión de la casa porque no pensaba volver sin encontrar a alguien que la llevase a la Isla donde probablemente estaría su padre. Su padre... ¿qué pasaría cuando lo encontrara? ¿Qué le diría al verla con piratas? ¿Cuánto tardaría en llegar con él? ¿Cómo regresaría a Cádiz? ¿Qué haría si Jack la dejaba en Tortuga?

Era demasiado lo que la invadía. Secó sus lágrimas, y respiró viendo al cielo, cuando sintió que alguien estaba a su lado, ofreciéndole una botella con un líquido oscuro y olor agrio. Isis levantó su vista, era Jack.

— Normalmente, pienso que el ron no se debe compartir con alguien que no sea pirata, pero haré una excepción esta noche. Te ayudará. – insistió el Capitán, ofreciéndole la botella.

— No bebo, gracias. – cortó Isis, viendo al frente de nuevo.

— Desde mi punto de vista, lo necesitas. Quizás más que yo.

— ¿Por eso beben los piratas? ¿Para calmar sus pensamientos? ¿Para olvidar?

— Nunca lo había pensado. – contestó Jack, viendo hacia un punto lejano. – Puede que sí. Yo lo hago  porque me gusta el ron. – sonrió orgulloso.

— Ay, al diablo. – aceptó la botella y bebió. Arrugó sus ojos ante el ardor en su interior, causado por el líquido. Jack la veía con avidez.

— Entonces... antigua Primera Oficial, ¿qué te preocupa? Puedes confiar en mí, seré tu pañuelo de lágrimas, un amigo, o más si lo prefieres. – insinuó Jack, acomodándose a la par de la joven.

— Me preocupa todo, Jack... perdón, Capitán Jack Sparrow. – se corrigió con burla. – Pero lo más importante es que, no sé cómo sobrevivir en Tortuga.

— Bueno, hay muchas cosas que podrías hacer. – dijo el Capitán con una sonrisa pícara.

— ¿Algo que no comprometa mi dignidad e integridad física? – preguntó Isis algo molesta, por la insinuación, y Jack borró su gesto alegre, quedándose meditabundo. Ella volvió a beber de la botella. – Reconozco que este viaje fue una estupidez, pero ir a esa isla me retrasaría más, Jack. No puedo perder más tiempo.

— Disfruta de tu vida, amor. No sabes si vas a salir viva del Triángulo.

— ¿Qué sabes de ese lugar, Jack?

— Todo lo que seguramente ya conoces. – esquivó Sparrow.

— Y... ¿has escuchado algo sobre el Capitán Armando Salazar? – indagó con temor la joven. Jack dio un trago grande de la misma botella que Isis bebía. Abrió mucho sus ojos, como a causa del sabor del ron. Rápidamente, negó con la cabeza.

— Sé que naufragó. – dijo casi sin voz. – No soy muy fanático de seguirle el paso a los oficiales de la Marina Real.

— Claro, es comprensible. – sonrió Isis y dio otro trago. Jack la observó y sonrió con ella por compromiso. – Lo que menos querrías es toparte con ellos. Disculpa. Es que... toda mi vida estuve rodeada de oficiales, es algo cotidiano, lo normal. – suspiró. – ¿Qué hay de ti, Jack? Háblame de tus sueños... como pirata has de tener alguno, ¿no?

— Navegar por siempre. – respondió, viendo con solemnidad al horizonte.

— ¿Cómo... Davy Jones? – bromeó Isis, haciendo la seña de los tentáculos en su barbilla, con los dedos.

— No, no. – rio el Capitán y abrió mucho sus ojos, negando con la cabeza, tocó las trenzas en su barba e hizo un gesto de desagrado. Vio hacia arriba y luego al barco. – El Perla, es... libertad. Eso quiero. Que se hable de mí en todos los mares, como el pirata que recorrió todo el océano.

— ¿Por qué te convertiste en pirata?

— Liberé a unos esclavos de las manos de los ingleses. – parecía avergonzado. – Entre otras cosas por supuesto.

— Eso fue una gran ofensa para la Corona. Era "mercancía".

— Pero las personas no son mercancía. – dijo seriamente. Levantó la manga de su chaqueta y luego de la camisa, mostrándole a Isis su piel marcada como el ganado con una "P". Isis la repasó con sus dedos y luego vio a los ojos de Jack. Notó que, para ese momento, ambos estaban muy cerca uno del otro, reconociéndose.

— Fue injusto.

— En todas vías. – respondió. Metió esa misma mano al bolsillo de su pantalón. – Tengo algo para ti. – sacó algo pequeño y brillante.

— ¡Mi anillo! – Se sorprendió Isis. – Sabía que tú lo habías robado.

— Bueno, fue más como tomar un recuerdo tuyo. – dijo el pirata, sonriéndole de manera seductora. – No pensé que volvería a verte, así que... debía llevarte conmigo de alguna manera.

— Han pasado casi tres años, Jack... – Isis comenzaba a sentirse agitada por los nervios y el efecto del ron. Veía los labios de Jack y luego regresaba a sus ojos. Puso sus manos en la barbilla de él, se acercó un poco más a su rostro. – No dejé de pensar en ti.

— Tres años es mucho tiempo, pero siempre estoy dispuesto a recuperar un tesoro. – contestó Jack y fue hacia los labios de Isis, besándola con pasión. Lento, como si no pasara más el tiempo entre ellos y la brisa marina, bajo un cielo despejado lleno de estrellas que los envolvía. Jack alzó su botella de ron, como haciendo un brindis con el océano.

La venganza de la diosa - PDC | Jack SparrowWo Geschichten leben. Entdecke jetzt