34♧ -《La cena》

104 14 0
                                    

Por una pequeña ventana cuadrada, Isis notó que ya había oscurecido y lamentaba perderse ese atardecer en altamar. Extrañaba manejar el barco, tener poder y guiar a los marineros, sentir la brisa, platicar con Barbossa, bromear con Pintel y Ragetti, los marineros del Perla Negra que le habían enseñado algo de inglés, abrazar a su padre y danzar con él bajo las estrellas. Ese último pensamiento le atravesó el pecho como una daga fina y le hizo soltar inevitablemente un par de lágrimas. 

Jack observó desde un rincón de su celda a la joven, pero sabía que ese no era momento para decir o hacer alguna estupidez. Isis necesitaba silencio y un poco de soledad. En su pecho sentía un vacío y lamentaba haberle causado parte de su tristeza, arruinarle la vida, como ella dijo. Trató de no moverse, ni provocar ruido alguno para observarla y que ella fuera auténtica en su sentir y actuar.

Isis secó sus lágrimas con la manga de su abrigo. Suspiró y vio hacia arriba como desesperada. Tomó la brújula, quizás le daría una respuesta; la abrió y claro que ya sabía hacia dónde apuntaba. No era la salida de la carceleta, mucho menos hacia el pasillo que la llevaría a cubierta. Era hacia la celda de la izquierda, donde estaba Jack. Levantó la mirada, casi instintivamente y soltó una sonrisa. El Capitán del Perla cerró sus ojos y vio por una pequeña ranura que dejaba uno de sus párpados para seguir apreciando a la muchacha. Isis negó con su cabeza y cerró la brújula, volviendo a dejarla colgando en su cinturón. Le pareció absurdo.

De pronto, se escucharon pasos por la escotilla. Se acercó a los barrotes para observar. Eran unos guardias y Fernando, traían la cena.

- No es la mejor comida, pero debes estar bien. ¿Has comido algo?

- El Capitán Barbossa me ofreció desayunar, pero no pude porque tus barcos me interrumpieron. – contestó Isis con sarcasmo.

- Lo lamento. Procuraré que tengas los tres tiempos.

- ¡Oigan, esto no es justo! – protestó Jack, viendo su plato. – Ella tiene todo un banquete y yo, casi solo sobras.

- Hay claras diferencias entre u delincuente como tú y la señorita Salazar. – respondió Fernando con desprecio.

- ¿En serio? – rio con burla. – Dime una de esas diferencias, porque, que yo sepa, ella está acusada de piratería, también. Así que... tan diferentes, no somos.

- ¿Necesitas algo más? – dijo hacia Isis, ignorando a Jack.

- No, descuida. Te agradezco esto.

- Come. No podré venir más tarde, pero los guardias harán sus rondas.

- Está bien.

- Descansa. – besó la mano de Isis.

- Tú también. – sonrió. Fernando y los guardias volvieron a subir a cubierta. – ¿Quieres parte de mi cena? – dijo la joven hacia Jack, cuando quedaron solos.

- ¿Hablas en serio?

- ¿Por qué habría de engañarte con comida? No es honorable. – dijo seria. – Podemos compartir. Esto es demasiado para mí.

Jack la vio con agradecimiento, mientras ella le pasaba algunos vegetales y parte de la carne. Ambos cenaron sentados en el suelo de sus celdas, frente a frente como si estuvieran en una mesa, pero separados por los barrotes. Comían en silencio, Jack permanecía sonriente. No sólo el hecho de lo que había pasado con la brújula, sino ahora eso. Por un momento, se alegraba de no tener preocupaciones por ser el Capitán de una nave.

- ¿Por qué no le dices que no lo quieres? – preguntó Jack, cuando acabaron.

- No voy a responder eso, Jack.

- Yo también he estado en tu lugar, pirata. – le guiñó el ojo. 

La venganza de la diosa - PDC | Jack SparrowWhere stories live. Discover now