29. El Cuartel Murder

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Dedicado a Radamanto (Elvis) 

—Si usaron el lago del castillo de Wanhander para hacer la intersección, es probable que la contaminación del agua las haya afectado —informó el demacrado inmortal al lado de Alexander, cuyos ojos mieles examinaban con preocupación a las dos jóvenes que emergieron de aquel río helado que adecuó para su llegada.

—¡Natalie, André! ¿Están bien? —Alexander sacudía a las chicas inconscientes, que yacían tendidas a la orilla del rio ubicado en la ladera del monte Sherion.

Atravesaron con éxito el portal que la aprendiz de teleportador formó desde la fortaleza de Wanhander, usando como intersección el lago en medio del espeso bosque atrás del castillo. Sólo que, como medida anti fugas, el lago tenía un hechizo que al detectar un portal que condujera fuera de la fortaleza se activaría, sumiendo en un profundo sueño a quien se sumergiera en sus aguas. Sumándose a esto, ya que se desmayaron en medio del río que desembocaba por las faldas del monte, casi fueron arrastradas por la corriente que fluía a causa de la magia de Vladdar.

—Dales calor, no seas insensible —reclamó Alexander al vampiro, mientras con su capa, arropaba a las dos jóvenes.

—Esto es humillante, usar mis poderes para calentar traseros meriortes —bufó el aludido, indignado, tocándose el pecho con presunción.

—Te pido, por favor, dejes el orgullo a un lado —alegó el otro, esta vez lanzándole una mirada punzante.

—Ya, ya, deja de llorar —protestó. Se inclinó, alzando las manos con palmas abiertas hacia el frente, formando una nube de vapor alrededor de sus cuerpos, logrando que entraran en calor y se secaran sus ropas—. Y bien; ¿cómo piensas despertarlas? Tenemos que irnos de aquí ya y no tengo energía para cargarlas, menos a la rubia que no soporto su embriagador aroma.

—Ya que no ayudarás, avisa a los demás que llegaron y dile a Tamara que se prepare, no creo que soporte la presencia de André.

—No creo que haya problema con eso —manifestó Vladdar, dándole unas palmadas al hombro para que viera hacia atrás, enseguida obedeció.

Alguien se acercaba; apareció un hombre alto, fornido, de ojos rojizos, tez morena y pelo trenzado hasta la cintura; era un inmortal de lejanas tierras. Radamanto, exdirigente del ejército de Grant Nalber que por la muerte de un gran amigo, Jonery VanTracer, tomó el bando contra La Rebelión, debido a que uno de sus miembros lo mató. A su lado caminaba una mujer de cabellera lacia color ébano, de ojos rojizos, vestida muy abrigada de pies a cabeza con pieles negras.

—Nos preocupamos al ver que Patrick llegó con Thomas en brazos —declaró Radamanto—. Me pueden explicar, ¿qué pasó? Se suponía que irían con el Oráculo de Gurlok, sin problemas de este tipo.

—Culpa de éste —acusó Vladdar, señalando feroz a Alexander.

—Acaso, ¿qué paso? —consultó Tamara que se resguardaba atrás de Radamanto.

—Fue a ver a Cornelius en vez de ir con el Oráculo, perdió la oportunidad —informó el vampiro; despectivo se cruzó de brazos, con arrogancia escrutaba a Alex quien le lanzaba miradas furtivas cargadas de odio.

—¡Por los mil y un magos, Alexander! ¡¿En qué pensabas?! ¿Y por qué Natalie está aquí? Se supone que Patrick encargaría de traerla —indicó Radamanto que frustrado apretaba los puños, viendo con reproche a Alex.

—Ya está hecho, nos ahorramos un paso —alegó el muchacho—. Además, luego de esto, es seguro que Cornelius tomaría represalias contra mi hermana y no soportaría que le hiciera más daño a lo que me queda de familia.

El Intérprete y el Guardián - Parte I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora